Por: Brahyam Camilo Muñoz Romero
La violencia en los videojuegos causó la matanza de Florida, Estados Unidos, en el 2019, según el expresidente Donald Trump, rueda de prensa de CNN. Cuando Nick Cruz asesinó a 17 estudiantes en el instituto Marjory Stoneman de Florida, el gabinete presidencial señaló como sospechoso de instigador de masacres a los videojuegos.
La culpa la tuvieron las armas virtuales y no las reales, como el rifle AR-15 (grado militar) que consiguió un estudiante con tan facilidad. No puedo negar que existen videojuegos violentos y con escenas muy pesadas, pero ¿Son los causantes la violencia juvenil?, o ¿Son los responsables de influir a los jóvenes para cometer un crimen?
“Los padres de un niño normal y sano que se preocupan porque los videojuegos de acción vayan a inspirar a sus hijos para cometer un crimen horrible son como los padres de los años 80 que se preocupaban porque sus hijos escucharan heavy metal. Francamente, los videojuegos no son un problema”, argumenta Christopher Ferguson, doctor en psicología, en su ensayo Moral Combat: Why the War on Violent Videogames Is Wrong.
Irónicamente, los videojuegos cumplen el rol de distractores para actos violentos, pues hacen que los jóvenes se queden en casa. Un principio que lleva años usándose en todo el mundo, por ejemplo, la construcción de canchas de baloncesto en barrios de conflicto, que también reduce los actos violentos.
Es fácil librarnos de la responsabilidad de nuestros actos cuando culpamos a lo que vemos. Las películas, las series y los libros también contienen violencia descriptiva y gráfica y no causan un conflicto; el problema no está en el contenido. Por el contrario, cuando la trama refleja la agresividad de la naturaleza humana, nos hace conscientes de cómo actuamos.
Esto es un argumento sentimental, pero cuando conectas con la historia de un videojuego, entiendes la enseñanza o identificas la violencia en la realidad: La importancia de la paz en Metal Gear, la crueldad de la guerra en Call of Duty, la venganza no es la solución en The last of us 2, hay que proteger al débil en Assassin´s Creed, etc.
De la misma manera, al estar tanto tiempo expuestos a escenarios de violencia corremos el riesgo de acostumbrarnos a ellos.
Cuando el sufrimiento y el dolor es cotidiano, nos volvemos inconscientes e insensibles. Explicado en el libro Violence exposure in real-life, video games, television, movies, and the internet: is there desensitization?, de Jeanne B Funk, Heidi Bechtoldt Baldacci, Tracie Pasold, Jennifer Baumgardner.
Sin embargo, este tipo de narraciones acuden a la subjetividad y las interpretaciones de cada persona, basadas en la formación y las experiencias. Entonces si hay jóvenes que se inspiran y otros que se adormecen con los videojuegos, el problema no es el contenido que los haga violentos; sino en la falta de educación de cómo percibir y entender la violencia.
Por ejemplo, hay normas que restringen la venta y la disponibilidad de juegos violentos a menores de edad. No sirven para nada, no hay una regulación en la compraventa; además de que los comerciantes hacen caso omiso a esta ley, los padres les regalan a sus hijos cualquier juego sin tener en cuenta la clasificación de violencia.
“La violencia y la agresión es un aprendizaje y requiere de entrenamiento. La paz es un aprendizaje y requiere de entrenamiento” Mª José Dólera Dólera Psicóloga y Criminóloga.
No existen estudios científicos que relacionen a los videojuegos como motivadores de actos violentos o delictivos en los jóvenes. Pero no se puede negar que sí hay momentos en que un joven puede sentir rabia y frustración, causando periodos cortos de agresividad. Esto puede funcionar como catarsis.
Encontrarse con amigos online para destruir monstruos virtuales baja el nivel de estrés y no hay riesgo de que confundan lo virtual con lo real. Disfrutar de los juegos de video son una buena manera de distraerse, incluso de socializar al conectar con personas que comparten una afición. Artículo de investigación:The association between video gaming and psychological functioning.
Los estudios científicos han encontrado que los videojuegos de reacción rápida son como un entrenamiento, que integra en el cerebro las funciones sensoriomotoras con la atención, resultando psicomotricidad fina:
– Los juegos de disparos estimulan las funciones visoespaciales, mejorando las habilidades de orientación. Se ha registrado crecimiento del hipocampo derecho, relacionado con memorizar lugares y rutas junto a los acontecimientos peligrosos.
– Los juegos de acertijos lógicos estimulan el córtex entorrinal, vinculado con el razonamiento espacial y la formación de memoria.
– Videojuegos rítmicos desarrollan la atención activa, la que se usa para no distraernos, por ejemplo, la que se usa para leer un libro o resolver un problema matemático; y la atención pasiva, la que reacciona con un estímulo involuntario, lo que es un susto.
– Juegos como los de realidad virtual están diseñados para captar la atención y generar una respuesta usando dichos estímulos.
Tomado de Neural basis of video gaming: A systematic review. Frontiers in human neuroscience.
Los videojuegos son como cualquier otro pasatiempo. Al capturar nuestra atención y premiar las reacciones a los estímulos que ofrece, apela al sistema de recompensas (bucle de ganglios tálamo-cortical cortico-basal), el cerebro libera dopamina. Lo mismo pasa con otras actividades placenteras como en el deporte.
Puede que los videojuegos no sean la causa de la violencia juvenil, pero sí son fuente de problemas en la salud pública. La adicción deriva en sedentarismo e inactividad motora, a su vez que estas causan problemas cardíacos, trombosis, artritis y lesiones de tendones en las manos. Weinstein, A. M. Computer and video game addiction.
Las adicciones siempre se originan por las predisposiciones emocionales y sociales. Hay que prestar atención a la salud mental, porque en muchos casos los jóvenes afirman “jugar videojuegos para escapar de la triste realidad”. Es muy difícil hacer que las personas moderen o renuncien a algo que los distrae de sus problemas.
Por eso, si eres un adolescente, la recomendación es que juegues, disfrutes y aprendas de lo que hay en tu pantalla, pero con responsabilidad. Y si eres un padre, comparte con tu hijo y quédate al pendiente de su entorno para no prohibir, sino para prepararlo, educarlo y enseñarle las situaciones de la vida real con ejemplos virtuales.