Quijotadas. Pedofilia disfrazada dizque de música

Por Javier Correa Correa

jcorreac@ucentral.edu.co

No he querido escuchar la “canción”, para qué. Con leer la letra es más que suficiente para casi terminar vomitando de la rabia y del malestar que la industria discográfica me produce mandando al estrellato a un grupo de quienes se creen artistas y no son más que productos hechizos que a su vez cosifican y sexualizan a una niña de 14 años, no se sabe si fruto de su “inspiración” o recordando una experiencia de pederastia.

Queda, sí, la certeza de que se trata de pedofilia disfrazada dizque de música. Lo primero es que eso de música no tiene nada, lo que he escuchado de casualidad en ocasiones anteriores me parece de una ligereza cuyo fin es simplemente hacer dinero, pero de estética, nada.

El debate se armó estos días, precisamente en la Semana Internacional de los Niños, Niñas y Adolescentes, con la publicación de +57, algo que ellos llaman canción, algunos de cuyos vergonzosos apartes cito:

… escucha 2Pac y ese culito es notorio.

Le echo en el abdomen la cremita de Oreo,

pa’ gastarle en el tubo.

(…)

… culo grande, culo grandote.

Shortes Machine pa’ que todo eso se note.

Le tiro la labia pa’ que se me empelote.

(…)

… esa sonrisa en su boquita me confirma

que ese culito suyo es mío con sello y firma.

La protagonista de las fantasías pedofílicas es una niña de 14 años, en una discoteca de Medellín, ciudad donde se ha detectado el mayor número de casos de pedofilia y pederastia, con el dolarizado comercio de turistas que llegan en busca de menores de edad para satisfacer sus enfermizos deseos. Y llegan a Colombia porque saben que la ley es laxa, y lo máximo que les pasa es que los expulsen del país sin pagar cárcel por lo que en realidad es una violación, con el primer agravante de que se ha ejercido sobre una menor de edad y el segundo agravante de que esta, como en todos los casos, es víctima de esclavitud sexual, de tráfico de personas.

Y es que precisamente el +57 es el dígito de Colombia en el ámbito internacional para las llamadas a celulares o teléfonos fijos, dígito que utilizan los pedófilos cuando buscan contactos para contratar a los esclavistas sexuales.

El llamado efecto bumerang de las protestas logró que la cuenta de los “artistas” se multiplicara por 15 millones de personas que quieren escuchar el tema, por morbo o porque les importa un carajo la integridad de las niñas, niños y adolescentes.

En la red, sin embargo, alguien sarcásticamente escribió: “No decepcionan, eso esperábamos de ustedes, un tema que denigre a la mujer, que incentive a la prostitución, la pedofilia, las pepas, la marihuana, el alcohol y a la cultura traqueta de siempre”.

Otro publicó: “Que por qué cada día más niños y adolescentes se pierden en la droga, en vidas deshonestas y de exceso? Estos ‘genios’ de la ‘música’ en mi hermosa Medellín tienen la respuesta. El cerebro no les da para mirar más allá de droga, sexo y farra. Que se dañen solos, pero que no arrastren a toda una generación”. Y uno más dijo: “mi parte favorita es cuando se acaba”.

Pero uno de los integrantes del coro, un tal ryan castro (en minúsculas, claro), escribió (transcribo textualmente): “Desde que yo esté bien que ruede el mundo a mi alrededor listo, nada asara parcero, critiquen lo que quieran que eso a mí no me importa!”.

Dime con quién andas…

Es un viejo refrán ese de “Dime con quién andas y te diré quién eres”. En ocasiones, quedan testimonios de relaciones non sanctas. Un ejemplo de ello es un tipejo gringo que se hace llamar puff diddy, quien desde septiembre pasado está en una prisión de Nueva York, acusado de extorsión, tráfico sexual y transporte para ejercer la prostitución, pues sobre él pesan 120 denuncias de violación de menores de edad, lo que en términos legales se conoce como pederastia. Con él hay fotos muy cercanas de Karol G y de Maluma, dos de los implicados en el tema +57.

Uno podría pensar que puff diddy es el autor de la letra que en inglés les dictó desde su celda, pero en realidad se necesitaron neuronas de siete cerebros, lo que obligó a que se reunieran Karol G, Feid, DFZM ft. Ovy On the Drums, J Balvin, Maluma, Ryan Castro y Blessd para orquestar esta apología del delito. 

Las neuronas no dieron para más.

Puff Diddy acompañda de artistas como Karol G y Maluma

Indignación

Frente a +57, el Presidente Gustavo Petro dijo en su cuenta de X que “Es gravísimo que a estas alturas de la conversación sobre la narcocultura y la cultura de violación se sigan tocando libremente en las canciones temas como la sexualización a menores”.

Por su parte, la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, Astrid Cáceres, envió un mensaje a los letristas de +57, en el que les invitó “a que conozcan las horrorosas historias de explotación sexual, violación y asesinato de niñas de 14 años y menos en Medellín, las historias de las sobrevivientes lo que corean en rumba las expone o las protege. No hay mercado que justifique esta letra”.

La senadora María José Pizarro Rodríguez, por su parte, dijo que “En Colombia el abuso sexual de menores es una tragedia horrorosamente cotidiana, en nuestras ciudades miles de niñas son abusadas y explotadas por hombres mayores de edad… la canción +57 contribuye a la sexualización de las menores y naturaliza el horror”.

La también senadora y coordinadora de la Comisión Accidental de la Infancia y la Adolescencia, Lorena Ríos Cuéllar, pidió “de manera contundente el retiro inmediato de esta canción +57 en los medios de difusión y plataformas digitales que operan en nuestro país”.

La congresista Erika Tatiana Sánchez, presidenta de la Comisión Accidental de la Infancia y la Adolescencia de la Cámara de Representantes, rechazó de manera contundente la publicación del tema, y pidió a los productores de la industria que dentro de las letras e interpretaciones “no se hipersexualice a la mujer colombiana, ni mucho menos a nuestros niños, niñas y adolescentes”.

Por su parte, Rolling Stone, la revista internacional de música (esa sí de música) denunció que se trata de una “apología a la sexualización de menores” y calificó la letra de +57 como “desastre”. 

Y el grupo colombiano La Pestilencia, que interpreta hardcore punk y metal alternativo, en el cierre de Rock al Parque en Bogotá se sumó a lo que calificó como explotación sexual de menores de edad e insistió en sacar a niños, niñas y adolescentes del conflicto armado. Y este último no es solamente en las “montañas de Colombia”, sino en las calles de las ciudades y en las discotecas donde se les explota.

Magda Fabiola Ramírez, defensora de los derechos de la niñez, calificó el “sonsonete” como vergonzoso, porque hace “apología a la sexualización de las niñas que tanto han sufrido por secuestros, desapariciones, violaciones y asesinatos”. Si los “músicos” lo dudan, deben revisar las estadísticas: en Colombia, cada 20 minutos hay un abuso sexual contra niñas o niños. En la red X, @Juanpablosanta agrega que es “pornosonsonete, narcosonsonete”.

La periodista Alexandra Correa, quien lidera un grupo de WhatsApp para también defender los derechos las niñas, niños y adolescentes, le escribió al alcalde de Medellín, Fico Gutiérrez, y lo exhortó a que “usted desde @AlcaldiadeMed conocida por la explotación infantil, rechace la música que hace apología a la sexualización #NIÑAS. Porque tener 14 años, es ser #NIÑA”. Y agrega: “la canción +57 es un despropósito”. En lo que no estoy de acuerdo con la colega es que ese sonsonete no es música.

El comunicador Guillermo Camacho Cabrera, quien hace parte del mismo grupo de WhatsApp, recordó al escritor boyacense Jairo Aníbal Niño, quien hace años, en una charla en la Biblioteca El Tintal, les suplicó a las mamás y los papás: “por favor, no les jodan las vida a los niños”.

Supongo que las neuronas de los autores de +57 se agotaron y no entenderán el mensaje. Pero el resto de personas sensatas, sí. Eso espero.

Ya hay millones de personas que han reportado la publicación en redes, lo que haría que los letristas e intérpretes pierdan la monetización del tema. Eso se llama boicot y, por la dignidad de niñas, niños y adolescentes, vale la pena.

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