Memorias de un amor perdido



El amor y la confusión, un combo incomprendido que nos lleva a experimentar el punto más alto de las emociones más recónditas del ser humano, 11 años de vida no son suficientes para decir que se está verdaderamente enamorado, tal vez para sentir atracción, gusto y anhelo de estar con una persona el mayor tiempo posible, pero decir que se ama a esa edad es una burla a los ojos de la sociedad, porque al final de cuentas qué va a saber del amor un simple niño que está empezando a vivir.

Por: Daniel Álvarez

dalvarezr7@ucentral.edu.co

Amor-perdido

Primero de febrero de 2016, Sexto grado, el curso donde la mentalidad de muchos niños cambia, donde se experimentan cosas nuevas y los sentimientos empiezan a jugarnos malas pasadas, la primera semana de clases siempre es una tortura e incertidumbre para la relación Maestro/Estudiantes, un grupo de 30 preadolescentes, 30 mundos diferentes que tienen que ser manejados por una sola persona, en el cual unos suelen ser más problemáticos que otros.

El cambio de puestos siempre era la primera medida para mantener el orden en el aula, aún recuerdo cuando la profesora me cambió de puesto porque en la parte de atrás parecíamos un grupo de pequeños delincuentes tramando algo a cada instante, me puso en la mitad delantera del salón, donde los profesores podían estar pendientes de cada uno de mis movimientos sin que fuese a sabotear la clase, según ellos, al estar rodeado de los que parecían estar hipnotizados por el tablero no tenía otra opción que tratar de fingir que estaba concentrado en la clase, hasta que un día sentí un golpe que me sacó de mi trance a media clase de Biología, una chica de las nuevas en el curso pateó mi silla por simple diversión y el momento en el que volteé a reclamarle escuché una de las frases que marcó mi reputación durante el resto del bachillerato, “!!! Álvarez!!! Usted siempre fomentando el desorden, no distraiga a sus compañeros”, ni siquiera me detallé en quién era la chica en ese momento, solo continué mirando al tablero mientras esperaba a que acabara la clase y escuchaba como mi compañera se reía silenciosamente a mis espaldas, desde ese momento empezó una de las mejores relaciones personales para mi vida.

El resto del año se vio marcado por la misma rutina, yo me esforzaba por dar atención a la clase y en cualquier momento sentía el golpecito en mi silla que me indicaba que ella necesitaba un lápiz, se había atrasado con alguna palabra o simplemente estaba igual de aburrida que yo y quería hablar un poco nada más, de cierta manera éramos amigos solo dentro del salón, puesto que en los descansos mi entendimiento correspondía a patear un balón en cada instante que tuviera libre.

A mediados de agosto, luego de llevar unos meses conociéndonos, empecé a verla diferente, quería pasar más tiempo a su lado, saber más de ella, así que un día llegué a mi casa y reflexioné sobre lo que estaba sintiendo, puesto que no lo había experimentado con nadie más hasta entonces, la emoción por llegar al salón en las mañanas, el cosquilleo en el estómago al verla sonreír y el sentimiento de vacío en los fines de semana que no podía verla o faltaba al colegio, eran cosas que me hacían sentir raro, me negaba a aceptar entre mis amigos que ella me gustaba, de que estaba enamorado, era la edad en donde escuchaba la palabra amor o novia, y me defendía con mis vagos argumentos de que eso no existía, de que nada me importaba más que el fútbol y que daba vergüenza pensar en tener una novia.

Al final dejé esos comentarios a un lado y me decidí por decirle lo que sentía, que me gustaba, compré unos dulces y la esperé en mi pupitre luego del descanso, venía feliz y cuando le iba a decir que si podíamos hablar, lanzó una frase que sentí como un golpe certero en el estómago, “Un chico de séptimo me pidió que sea su novia, le voy a decir que sí”. Solo le dije que era algo chévere y que me alegraba por ella, cuando llegué a mi casa esa tarde me sentía triste, una sensación de vacío en el pecho y no tenía hambre, incluso no salí a jugar fútbol como solía hacerlo cada tarde, me pregunté que si el amor y tener novia era tan divertido como otros decían, por qué yo me sentía de esa manera, era mi primera experiencia al revelar mis sentimientos y había resultado fatal. En las semanas restantes del año escolar trataba de no prestarle atención, alejarme de ella, pero era casi que imposible, cuando me hablaba era como si olvidara todo lo que pasó y estaba otra vez riendo con cualquier cosa que me decía, decidí que trataría de olvidar aquel suceso y seguir con la amistad, el curso finalizó y nos volvimos a encontrar en el siguiente año.

Los siguientes cursos se vieron marcados por el fantasma de mi primer amor fallido, de la misma manera en que inició la amistad seguíamos hablando, conociéndonos, bromeando una y otra vez, yo seguía tratando de entender por qué me sentía atraído hacia ella a pesar de que me había hecho sentir tan mal, así ella no lo supiera, se presentaron algunas personas en el lapso de esos dos años con quienes tuve intentos de relación, pero era mentirme y mentirles, ya que mi conciencia seguía clavada en el recuerdo de lo que pudo haber sido, siempre tuve en mi mente la pregunta de cómo me veía ella, ¿tal vez sentía lo mismo?.

Al finalizar el grado octavo el colegio lo cerraron, todos los profesores, compañeros y amigos que conocía desde los 6 años parecía que se esfumaban de mi vida, llegué a pensar que ella también hacía parte de ese fragmento de mi vida que estaba desapareciendo, al siguiente año todos continuaron estudiando en colegios distintos y no volví a saber más de ella fuera de lo que llegaba a ver en las redes sociales, había ocasiones especiales como el cumpleaños de alguno de los dos, la navidad o el año nuevo donde intercambiábamos algunas palabras y era el único contacto que mantenía con ese amor inalcanzable que me había obligado a olvidar por los dos siguientes años luego del cierre del colegio.

Para el año 2020, a mediados de julio y agosto estaba saliendo con algunos amigos de aquel colegio, nos reuníamos para jugar fútbol, hacer recorridos en bicicleta o simplemente para hablar y distraernos de la pandemia que nos mantenía la mayor parte del tiempo encerrados, en una de esas salidas yo estaba siguiendo a dos amigos en mi bicicleta sin prestar mucha atención a donde nos dirigíamos, cuando me fijé uno de ellos estaba timbrando en una casa y me quedé pasmado, al momento en el que vi a la persona que salió, era ella, justo en el momento cuando más alejados nos encontrábamos, donde pensaba que ya la había olvidado, volvió a mi vida y la tormenta de emociones que me abrumaba venía con ella de nuevo, yo me encontraba en una relación y me sentí como el peor ser humano cuando me di cuenta de que a pesar de no verla durante casi dos años mis sentimientos hacia ella seguían intactos, me di cuenta de que me había estado engañando y a su vez estaba engañando a la persona que era mi pareja en ese momento, la quería, pero no causaba las mismas emociones, ni con la misma fuerza, como sí me pasaba con aquella chica que me cautivó desde los 11 años.

Tome una decisión, dije que me alejaría, no la dejaría volver a mi vida y no dañaría lo que tenía en ese momento, más que madurez era un impulso de dolor que me hacía querer olvidarla para no sentirme mal, mi vida continuó lo que restaba del año y la mitad del siguiente con la misma rutina, salía con mis amigos y llevaba mi relación de la mejor manera posible.

Hacia la mitad del 2021, no contaba con que mis amigos sí seguían hablando con ella y en una de las salidas nuevamente íbamos a pasar a la casa de ella a recogerla, solo que de la misma manera que el anterior año yo era el único que no estaba enterado, solo hasta el momento en que llegamos al lugar, me causó gracia y aunque me negara, cuando la vi otra vez ese camión de emociones me arrollaba y me vi obligado a poner sobre la mesa la opción de por fin contarle lo que sentía y no reprimir más esos sentimientos que me causaban daño.

Para ese entonces acababa de terminar mi anterior relación, creía que no podía seguir en un sitio en donde mi mente y mi corazón no estaban por completo, empecé a salir con ella, a retomar detalles de lo que fue la vida de cada uno en el tiempo en que no hablamos y cuando lo creí adecuado le dije que me gustaba, que siempre me había gustado, que la quería mucho más que como mi amiga, me sorprendió su respuesta cuando me dijo que de cierta manera siempre había pensado lo mismo sobre mí, que sentía lo mismo y le alegraba que llegáramos a hablar sobre aquello teniendo más conciencia y madurez.

Empezamos una relación en la que constantemente me sentí en paz, era la cura al dolor de un niño de 11 años al que le habían roto el corazón, el anhelo de un pequeño que durante mucho tiempo no entendía muy bien el funcionar de sus sentimientos y emociones, pero conforme el tiempo avanzaba me daba cuenta de que nunca había querido alguien tanto como a ella, no tengo un solo recuerdo negativo a su lado. Aún quiero entender la verdadera razón de porque otra vez estamos en caminos diferentes, me niego a creer que solo por las obligaciones cotidianas, la vida o el karma me haya arrebatado a la persona que más he llegado a querer, trato de creer que no era el momento adecuado, que en un futuro podré volver a disfrutar de su compañía, pero también me rodea el pensamiento de que era y es un amor imposible, no siempre el cariño es suficiente para mantener una relación.

Aprendí muchas cosas y cambié otras que me han hecho ver la vida de diferentes maneras, su amor me enseñó que no está mal ser frágil, rompí esas capas de dureza hacia el cariño de las personas, entendí que no es malo mostrarnos débiles, pero que hay que saber a quién darle ese lado fraternal que todos tenemos, que el amor y el miedo son como un yin y yang, completamente diferentes, pero a la vez se complementan de la mejor manera.

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