Tatuajes: riesgos del arte en el cuerpo

Pérdida de la visión, infecciones difíciles de controlar, alergias, inflamación y contagio de enfermedades, son las consecuencias más probables que pueden aparecer al tatuarse en alguna de las once zonas más sensibles del cuerpo, como lo son: el cuello, la muñeca, costillas, empeine, la columna y los ojos. Hablamos con tatuados y con doctores, para conocer más de este arte que no tiene nada de efímero.

 Por: L. Farfán, I. Gómez, J. Lozada

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A sus 37 años de edad y con más de 15 tatuajes en su cuerpo Elizabeth Lumbreras se ha destacado por romper con el esquema de la típica mujer en la sociedad tradicional, ya que en muchas culturas marcarse el cuerpo, y más por una mujer, es visto como una práctica estigmatizada. Ella relata a Aula y Asfalto los cambios que se ha realizado en su piel y ojos desde que se tatuó por primera vez a los 20 años y empezó a perforarse.

Gullveig, como la llaman sus amigos (hace referencia a una bruja nórdica) vive en México, ha convertido su cuerpo en un lienzo en el que ha plasmado sus  pensamientos, sentimientos y experiencias que han marcado su vida. Se ha caracterizado por tener tatuajes en las zonas más sensibles y a la vista, como en la cabeza, los ojos y el cuello. La historia de esta mujer es algo inusual al igual que la de aquellos que tienen el coraje de tatuarse todo su cuerpo y ojos exponiéndose a la intolerancia de otras personas como en el caso bogotano de Michelle Gil, que fue agredida por su apariencia.

Elizabeth afirma que sus transformaciones (tatuajes y perforaciones) no han afectado su salud, ni su vida personal o social, “Lo que hacemos es parte de nosotros, de nuestra esencia, es algo primordial en nuestra vida, tanto así que no me incomoda que las personas en la calle me miren y me pidan fotos”, Elizabeth se siente satisfecha con todas las modificaciones que le ha hecho a su cuerpo.

Su familia está conformada por Joel (su esposo) y sus tres hijos de 19, 4 y 2 años, y asegura que está dispuesta a apoyarlos en cualquier modificación corporal que deseen hacerse. Su hija mayor ya se realizó su primer tatuaje a los 16 años con el apoyo de ella.

Con su mirada de luto afirma haberse practicado una de las intervenciones más peligrosas como es el Eyeball Tattoo (tatuarse los ojos), proceso llevado a cabo por el tatuador Álvaro Ojeda. El color negro que se apoderó de su globo ocular demuestra el duelo que vive por la muerte de su abuelo. Sin embargo, este motivo no disminuye los riesgos de ésta práctica.

El optómetra Edgar Castro afirma que “los riesgos que se corren al practicarse este tipo de alteraciones son: hemorragias, infecciones por mal cuidado, sufrir de endoftalmitis (infección en todo el globo ocular), perder la visión y en algunos casos hasta el ojo, si no se tienen las medidas de higiene adecuadas en el momento de realizar el procedimiento”. Por otro lado Elizabeth agrega que las consecuencias de esta intervención son inciertas, ya que la persona que lo realiza debe saberlo hacer con la máxima protección para que no existan riesgos a futuro”.

El Eyeball inició hace 10 años con el tatuador australiano Luna Cobra, quien con esta expresión artística pretendía que las personas tuvieran un parecido a los personajes de la película “Dune”, los cuales tenían el globo ocular azul dándoles una apariencia diabólica.

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¿Cómo es el procedimiento?

Elizabeth, quien se ha desempeñado desde hace tiempo como tatuadora, asegura que se puede escoger cualquier color que la persona se desee inyectar (existen alrededor de 100 colores). Por otro lado Gerson Araujo, joven tatuador brasileño, agrega que se pueden mezclar tres colores a la vez, y que se puede aplicar o no anestesia si el cliente lo quiere. En su caso, sus ojos negros son el resultado de un procedimiento que duró dos días realizado por él mismo.

Se aplican tres inyecciones cerca a los ojos para que la tinta ingrese en la túnica blanca, que es la capa que protege el ojo, llamada esclera. Esta tinta va mezclada con un antibiótico para que el ojo no se infecte. Las inyecciones pueden tener un alto nivel de dolor lo que las puede hacer difíciles de controlar  si la punción es demasiado profunda o muy superficial puede traer distintos riesgos, dado que la capa del ojo mide un milímetro de espesor. Después de una hora de haber inyectado la tinta, ésta empieza a esparcirse por todo el globo ocular sin penetrar el iris.

Los tatuadores que se enfocan en este ejercicio recomiendan el uso de gafas oscuras después del procedimiento y tener los mismos cuidados que cuando se realiza cualquier tatuaje como: no consumir alcohol, cigarrillo ni grasas, evitar la luz directa del sol, saunas, piscinas  y cuidarse la zona tatuada.

Otras de las partes más sensibles del cuerpo son las costillas, el empeine, muñecas, rodillas, codos, cuello, columna, axilas, la parte posterior de la oreja, y la parte dorsal de la mano. La razón de que sean sensibles es que están muy cerca a los huesos, la piel es muy delgada puesto que no tiene exposición al sol, tocan nervios y tienen muy poca grasa por lo tanto generan más dolor y su proceso de cicatrización es más lento.

Algunos dermatólogos aseguran que realizarse un tatuaje puede producir riesgos en la piel como granulomas (granos causados por la inflamación), cicatrices queloides, reacciones alérgicas y contagio de enfermedades como el SIDA, Tétanos y Hepatitis B y C, más aún si se encuentran ubicados en las partes sensibles del cuerpo. Tampoco es conveniente tatuarse sobre lunares, ya que hace más difícil detectar el crecimiento cancerígeno.

¿Arte o Moda?

En Colombia, como en otros países, el tatuaje es visto por las personas como una moda para cumplir con las expectativas que piden algunos grupos juveniles y es evidente que la misma sociedad rechaza estas prácticas al percibirlas como una tendencia de rebeldía o de querer parecerse a sus ídolos. Las personas que ejercen esta labor se vinculan a ella porque ven en el tatuaje una forma de expresar aquello que con las palabras no se puede.

Daniela Duque, tatuadora de Gothica Tattoo expresa que “para estar en este oficio es necesario adquirir conceptos básicos del arte, por lo tanto el tatuador se convierte en artista, por otro lado el tatto trae cargas en el diseño, y en las agrupaciones de cosas que permiten que cada tatuaje sea arte”. Además comenta que el diseño del tatuaje es un proceso donde el experto plasma su experiencia, demostrando sus habilidades artísticas. Sin embargo, considera que alterar los ojos no es tatuarse sino realizarse una modificación corporal, “ya que la gran mayoría que hace este procedimiento son más que todo modificadores corporales”.

La postura de muchos tatuadores y personas tatuadas es parecida, ya que coinciden en que el cuerpo es un lienzo donde se puede pintar momentos significativos de la vida, aspectos que complementan al ser y con los que una persona se siente identificada. Lo que puntualizan los médicos que se deben conocer las consecuencias de esas modificaciones, que pueden ser numerosas y permanentes.

La odisea de la lucha libre bogotana

A punta de esfuerzo, pasión y dedicación, “La Sombra del Ecuador” José Luis Espinoza, un legendario en la lucha libre, entrena en un modesto cuadrilátero en el barrio Policarpa a la nueva generación que busca volver a sus tiempos gloriosos al deporte que en su tiempo fue de los más importantes en el país.

 

Por: M. Chacón, P. Uribe y G. López

 

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 Así lo ha hecho desde hace desde 1998. Tras sus 40 años practicando lucha libre ha caído en cuenta que los grandes de su época no se enfocaron en capacitar sangre nueva, jóvenes que se encargaran de mantener viva la emoción suscitada por el deporte. Sus luchas fueron memorables, participó en las principales arenas a nivel nacional, incluso tuvo varias luchas fuera del país. Recuerda especialmente sus combates con El Espanto de Venezuela, o Andresito Gigante.

De esta manera decide José Luis Espinoza fundar Colombian Wrestling Superstars, CWS, la una de las tres principales empresas y escuelas de lucha libre en Bogotá junto con Equipos de Lucha Libre (ELL) y la Society Action Wrestling (SAW). Cada una trabaja por su cuenta, tiene sus propios luchadores, títulos, eventos y escuelas de preparación.

La CWS ha sido la cuna de los mejores luchadores colombianos actuales, muchos de los cuales decidieron hacer su propia empresa. En la CWS entrenan todos los martes y jueves en el barrio Policarpa, que ya es sinónimo del deporte, en la Casa Cultural Luis A. Morales, en la Carrera Décima con calle 3 sur, en donde también realizan sus eventos. Han participado en tres campeonatos internacionales y organizado dos mundiales en Bogotá.

El ring en el que entrena a sus estudiantes lo consiguió comprándolo a una empresaria que promocionaba lucha libre. El lugar es amplio y algo desprolijo, pero ha sido el único espacio que La Sombra ha conseguido. El apoyo a la lucha libre en Bogotá es poco, y más teniendo en cuenta que es vista como un deporte espectáculo, categorización que les ha cerrado las puertas en Coldeportes y el Instituto de Recreación y Deporte (IDRD)

 

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 De los años dorados en las décadas de los 60, 70 y 80 no queda casi nada. El Rayo de Plata, El Jaguar de Colombia, El tigre Colombiano o Hércules Negro son nombres que tal vez no sean familiares para muchos, pero hace unos treinta o cuarenta años eran estrellas de la lucha libre colombiana, un deporte que llegó al país en 1950, y que ido decayendo desde hace ya un buen tiempo, opacado por deportes más patrocinados como el fútbol y el boxeo.

A pesar de esto, José Luis enfoca todos sus esfuerzos en llevar a la gloria el deporte que lo hizo famoso, al cual le ha dedicado su vida. Cada peso que puede recaudar para sus eventos es bienvenido, cada sacrificio es válido para hacer brillar a sus jóvenes luchadores, algunos de los cuales están con él desde que tenían 13 años.

Actualmente la lucha libre puede observarse en dos sedes: La arena Policarpa, ubicada en el barrio homónimo, al sur de la ciudad; y La arena San Fernando, en el salón comunal de este barrio. Hacen eventos mensuales, donde asisten un máximo de 300 espectadores a ver la acción, emocionados gracias a la influencia de empresas de lucha libre norteamericanas y mexicanas.

A pesar de la trayectoria y el esfuerzo de los promotores, la lucha libre no ha podido resurgir, en parte porque los viejos aficionados ya no saben en qué sitios se presentan, y también porque es más lucrativo para una empresa particular apoyar un deporte que mueva más público. Empresas como Todelar, Postobon y Kola Sol solían patrocinar la lucha libre, y se comprometían a llevar buses a cualquier parte de la ciudad para atraer espectadores. La situación ha cambiado drásticamente, pero el sueño se mantiene.

 

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 Al igual que La Sombra, Fabián Anzola también se esfuerza por promover la lucha libre. Lleva apenas seis años con su promoción de lucha libre ELL, pero tiene una trayectoria de más de 20 años fabricando todo tipo de equipo de lucha libre, siguiendo la tradición familiar que inició hace 40 años con su padre. La mayor parte de sus eventos se realizan también en el Policarpa, y sus luchadores han sido contratados en varias oportunidades para aparecer en televisión, ya sea en novelas o programas de espectáculo.

El taller de Fabián está en su casa, también en el barrio Policarpa. Es algo modesto, cuenta con tres máquinas de coser, y un montón de telas por todos lados, con las cuales fabrica sus máscaras. En las paredes cuelgan fotos de luchadores legendarios, que eran famosos cuando era apenas un niño, o de algunos de sus clientes luchadores. Equipos de Lucha Libre siempre fue una empresa familiar de confección, pero con el tiempo la afición que lleva siempre a flor de piel Fabián lo llevó a lanzar su propia promotora.

No hace falta ser muy observador para darse cuenta que la lucha libre es su vida, no solo su negocio. Guarda con cariño la primera máscara profesional que fabricó con supervisión de su papá, tiene una pequeña colección de figuras de acción de luchadores, incluso guarda un cinturón de campeonato en la sala de su casa.

A Fabián le va bien, puede vivir de su pasión, cosa que lamentablemente no pueden decir los luchadores. Hace 30 años los eventos eran cada semana, con un lleno total. Hoy en día los eventos se realizan semanalmente. Al luchador se le paga de acuerdo a la afluencia de público, que paga $10000 por boleta. Para continuar con el deporte se ven obligados a tener otros empleos, entrenar en las noches y presentarse más por compromiso y pasión que por dinero, cada mes.

La SAW es otra empresa que presenta sus espectáculos en el barrio San Fernando. Actualmente su campeón, Espartaco, se encuentra de gira por Centroamérica. Llevan cerca de 10 años en el negocio, y cuenta con luchadores entrenados por José Luis Espinoza, y que quisieron probar suerte por aparte. Su evento principal es Sawmania Wag, el cual este año presentó su octava edición.

Pero atrás quedaron las largas veladas los sábados en la noche, en las que cuatro arenas se llenaban en simultáneo con cerca de 11.000 espectadores: La Arena Bogotá, en la carrera 30 con calle 19, la Plaza de Toros de la Santamaría, el Palacio de los Deportes y el Coliseo El Campín.

 

La historia de la lucha en Colombia

 

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Máscaras y trajes brillantes y con llamativos colores eran usados por estos atletas, quienes dejaban todo en el cuadrilátero. Los niños se vestían como ellos, el público gritaba sus nombres apoyando a sus preferidos, fueran rudos (los sucios que harían cualquier artimaña con tal de ganar), o técnicos (los correctos, los buenos). Cada luchador adoptaba, al igual que hoy, un personaje uniéndose a uno de los dos bandos, un nombre de ring, y una serie de movidas personales que lo identifican.

Héroes o villanos, eran tan populares que muchos se volvieron leyendas. Tal es el caso de El Jaguar de Colombia, único luchador colombiano en luchar en la empresa más grande de Estados Unidos en los años 70, la NWA, y único en aspirar por un título en la WWF, la más grande empresa a nivel mundial. Como él muchos otros también hicieron carrera en el exterior, como El Tigre Colombiano, único luchador colombiano en visitar más de 42 países, o El Rayo de Plata, la leyenda que se convirtió un ícono en México, donde desarrollo la mayor parte de su carrera.

Luchadores reconocidos hacían presentaciones en el país, tales como El Santo, Blue Demon y el Huracán Ramírez, quienes son las más grandes figuras de la lucha libre mexicana de todos los tiempos. Pero grandes personajes de Estados Unidos, Japón y Europa también hicieron aparición en las arenas capitalinas durante los años dorados.

Hoy en día se mantienen ciertos elementos: las máscaras, agentes del misterio que aficionan a los niños que van al Policarpa o San Fernando. Son sus superhéroes, luchando contra los supervillanos. La violencia en los combates es acompañada con una gran puesta en escena, cada luchador entra en su personaje, deja atrás su otra identidad. Detrás de cada combate hay historias, algunas dignas de una obra de teatro, y cada luchador se prepara para para que la lucha se vea limpia, profesional, en cierta forma, coreografiada.

Con los años el público se redujo y muchas empresas cerraron sus puertas. El patrocinio empezó a escasear, enfocándose en el creciente auge que entonces representaba el ciclismo y el fútbol. Las cuatro arenas que había en Bogotá quedaron reducidas a una, en la Avenida Caracas con Primera de Mayo. Con todo esto, el escenario se seguía llenando, los fanáticos asistían fervientemente, y la lucha, en un intento por no desaparecer, logró un espacio en la televisión colombiana en RCN, llamado Súper Viernes.

De la Primera de Mayo con Caracas se pasó al barrio Restrepo, donde grandes carteles forraban las paredes de las casas. De los 11000 asistentes se pasó a 5000, y por último a menos de 1000. La era dorada había terminado sin mayor resonancia. El inicio de la década de los 90 marcó el final de más de 40 años de tradición. Fue apenas entrado el siglo XXI que la lucha libre colombiana trata de aparecer en escena, y con paciencia intenta reencontrarse con los fanáticos que hicieron de este deporte el más grande del país por muchos años.

La lucha libre se niega a morir, y, con paso lento pero seguro, recupera de a poco la brecha con la era dorada. El patrocinio es evasivo, el dinero poco, pero mientras se cuenta con el ímpetu que demuestran dentro y fuera del ring La Sombra Espinoza y Fabián Anzola, el camino de vuelta a los coliseos llenos estará casi asegurado.

 

https://www.youtube.com/watch?v=OQ6w6VN3O4k

 

 

 

Brougth me love – Sin pausa

 

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Para la realización del videoclip de la agrupación sin pausa, fue necesario pensar el proyecto en tres etapas fundamentales previas al producto final

La primera de estas fue la creación y exposición del concepto bajo el cual se desarrollaría la línea narrativa del proyecto, etapa que se realiza de mano con el vocalista de la banda, de forma tal que se logra un trabajo en conjunto que se convertirá en la base fundamental del proyecto. En dicha etapa se toma la determinación de realizar dicho videoclip a través de la técnica del stop motion, ya que es una técnica que domina y por la cual al obtenido buenos resultados la productora medusa films. Seguido a esto se entre en la siguiente etapa del proyecto la cual abarcara el mayor tiempo en cuanto a la consecución del producto final.

La producción del videoclip, parte de la realización de las figuras de plastilina, además del vestuario e instrumentos musicales que estos utilizaran, labor realizada por parte de Valentina Bejarano. Además de la realización del  casting para los objetos a escala que compondrán el set de grabación. El siguiente paso fue el montaje de los escenarios a escala, el esquema de iluminación y el equipo de grabación  (todo esto en el estudio de grabación VB) para comenzar con la captura fotográfica del material que compondrá el videoclip.

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Teniendo en cuenta que la técnica (stop motion) y la duración del videoclip (2:20) se tomaron cerca de 1800 fotografías,  en las cuales se realizaban de forma manual los pequeños cambios y movimientos de las figuras de plastilina que generar la sensación de movimiento de forma natural en el videoclip. Debido a esto era necesario repetir la realización de cada escena capturada, ya que un cambo muy pronunciado entre dos fotografías consecuentes, dañaban por completo la sensación de movimiento que la productora buscaba. Además de esto el hecho de que la fabricación de las figuras de plastilina fuera de forma artesanal, generaba que el equipo de grabación tuviera que parar en determinadas ocasiones, para que estas figuras fueran retocadas y continuaran luciendo de la mejor manera posible.

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Finalmente al tener la totalidad del material que compondría el trabajo final, se pasa a una etapa de post producción en la cual, el equipo de trabajo se divide en dos, debido a que una parte de ellos se encargaría de la limpieza de las fotografías, con el fin de perfeccionar las texturas que forma la plastilina, tarea que se realiza de forma paralela con la agrupación de escenas en la línea narrativa (trabajo a cargo de la directora del proyecto) hecho que nos permite ver lo que hoy es el primer videoclip de la banda Sin pausa.

                                                                    

Noche de día de mierda, Flying Bananas – Breakers Producciones

 

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La realización de este videoclip musical fue un total reto,  creí  que no tenía personalmente los conocimientos para dirigir una producción para una banda real, pero en la realización me di cuenta que sí, que lo único que hay tener es muchas ganas de trabajar y buenas ideas para llevar acabo.

Breakers producciones fue creado con ese ideal de divertir divirtiéndonos y se ve plasmado en todos los contenidos que hemos logrado construir, particularmente en este videoclip fue en el que más trabajamos, hicimos tomas desde la terraza de la torre Colpatria, impecables gracias a Jorge (director de fotografía), recreamos un escenario en la casa de Catalina, la productora (organizadora de los tiempos y fechas donde rodaríamos el videoclip), grabamos en la calle un atraco de enmascarados, interpretados por Carlos, (director de arte) y Miguel (el editor),  conseguimos chaquetas oficiales de la policía, que usaron Mayra y Kathe, junto con las máscaras de cerdo conseguidas por Andrea y Natalia.

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Tuvimos dos horas completas en el estudio de la Universidad Central para lanzar bananos a nuestro antojo y hacer que la banda interpretara su canción una y otra vez con unas bailarines muy particulares, todo eso gracias a que tuvimos que planear todo con anterioridad, hablar con la banda, buscar que videos tenía la banda, escuchar muchas veces la canción para generar ideas para producir, ver muchos videoclips musicales, películas, etc… y finalmente editar; la parte que tomó más tiempo en este proyecto, ya que teníamos problemas de iluminación, de interpretación por parte del actor que habíamos conseguido, además la canción tenía un intro demasiado extenso y lento, que nos obligó a sacar mucho material para cubrirlo todo, de manera que no se viera plano y cayera en la repetición, afortunadamente, Miguel hizo un excelente trabajo finalizando el video y pudimos entregarlo con las especificaciones que queríamos y las del profesor Andrés, junto con las de la banda.

Carlos Castillo

Director de Breakers Producciones