Cansancio, felicidad y orgullo 



Cada 20 de julio se conmemora la independencia de Colombia, ese año fue el número 212, y es que ese día se realiza un desfile en diferentes partes del país, Bogotá hizo el desfile más grande en el cual participaron aproximadamente 11.600 uniformados de las fuerzas armadas, yo hice parte de esos 11.600.

Por: Luisa Ruiz Rubio

lruizr4@ucentral.edu.co 

Desfile del 20 de julio en Bogotá – Año 2022

En la última semana de junio se me informó que iba a ser parte de este gran desfile y la verdad no sabía si sentirme feliz o agotada de pensar en todos los días que tendría que estar de pie y en las noches que estaría hasta muy tarde ensayando para que todo saliera “perfecto”. El cargo en el que estaba me permitía decidir si quería o no estar ahí, lo pensé dos veces, -podría enviar a alguien más, tendré que caminar por mucho tiempo, y ¿Para qué?. Para nada realmente, un par de fotos en redes sociales, unas buenas y otras no tanto. Sin embargo, al final, decidí aceptar y hacer parte de eso.

Los ensayos empezaron 15 días antes en la General Santander, ensayábamos todo el día, la cita era a las 7:00 am y debíamos estar formados para que se nos asignara un bloque, soy algo bajita, pero no lo suficiente para ser de la primera fila, eso me decepcionó un poco, pues mis conocidos no pudieron verme tan rápido (todos íbamos vestidos iguales de pies a cabeza), luego de asignado el bloque nos dispusimos a ensayar, la banda empezó a darnos el ritmo para marchar –izquierda, izquierda, derecha, izquierda, son las palabras que estuvieron en mi cabeza por mucho tiempo. 

Todo parecía ir bien, pero el dolor de pies era cada vez más insoportable, llegaba a casa a ponerlos en agua tibia para ver si el dolor se apaciguaba, después ya no eran días, sino noches largas, cinco noches largas, pues el ensayo cambio de lugar y ahora era en donde iba a realizarse el desfile; Av. Boyacá, la vía más larga que tiene Bogotá. Todos nos veían desde la ventana de su hogar, ¿y quién no? Si era casi media noche y había más de 10.000 uniformados “paseando por ahí”.

El gran día se acercaba y siendo honesta me sentía asustada de lo que podría pasar durante el desfile –si me equivocaba, si llegaban a sabotearlo o si el clima no estaría de nuestro lado. Muchos pensamientos malos se cruzaron por mi cabeza, pero siempre había una voz de aliento diciéndome que si podía y que nada malo pasaría.

19 de julio y aunque no era mi primera vez participando luego dos años sin realizar este gran evento debido a la pandemia y el cambio de locación hizo que esta se sintiera diferente, ese día no hubo un ensayo como tal, debíamos descansar para el gran día estar a las 7:00 am en el lugar de inicio (Avenida Boyacá desde la Calle 152).

20 de julio, me desperté a eso de las 4:00 am, me bañé, me puse el uniforme de N.º 4 azul (el uniforme nuevo de los policías), me peiné y salí corriendo, me quedaba muy lejos y al ser festivo debía hacer varios transbordos, pero a pesar de todo llegué puntual, honestamente para nada, se suponía que el desfile debía comenzar a las 10:00?am, pero el presidente llegó muy tarde y sin él no podíamos iniciar; nos retrasamos una hora y el sol nos estaba quemando, escuchábamos a las personas gritar cosas como -¿Hasta qué hora?, eso me puso más nerviosa, pero por fin el desfile empezó y solo podía escuchar los tambores de la banda y los gritos y aplausos de las personas a los costados de la vía, se oían felices de ver de nuevo a todas las fuerzas de Colombia y todo el espectáculo terrestre y aéreo. 

La Policía Nacional era la última en salir y mi bloque iba por la mitad así que aproveché para hacer una llamada a mis hijas y saber por dónde se iban a encontrar, les indiqué cuál era mi puesto y detrás de quienes íbamos a estar para que pudieran encontrarme más rápido, ya casi salíamos entonces les tuve que colgar sin antes que ellas pudieran decirme que estaban orgullosas de mí, eso me tranquilizó, no necesito otras palabras de aliento que no sean las de mis hijas, apenas salimos me percate de la cantidad incontable de personas que nos estaban viendo personalmente y las que nos veían desde sus casas, eran más de 100.000 y para mí era una cifra enorme, pensar en cuántas personas estaban ahí apoyándonos y aplaudiendo para nosotros era un escenario inimaginable. 

Me acercaba al punto en que mis hijas me habían dicho que estaban y sin perder el ritmo empecé a buscarlas, cuando de pronto escucho a lo lejos como alguien grita –Mader, mader, así era como ellas me llamaban y entre la multitud las encontré, estaban sonriendo y con los ojos aguados, ellas más que nadie saben lo difícil que fue para mí participar ese año, tenía algo que llevaba muchos años quitándome la comodidad en mis pies, mis horarios de sueño empeoraron, tenía bolsas y ojeras por no dormir bien, tuve que hacer mil y una cosas para tener todo lo me pedían y desfilar con el uniforme completo; por eso verlas ahí me llenó de felicidad y tranquilidad, sin duda me gustaría poder hacer parte del evento este año, llenar de orgullo a miles de colombianos y por supuesto a mis hijas.

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