Un resaltador llamado mujer



Ayleen Torres

Solo por existir pareciera que lleváramos la piel manchada de resaltado para llamar la atención indeseada de algunos hombres. Hombres que casi siempre se salen con la suya. Los piropos agresivos o el manoseo pasan desapercibidos ante la mirada de los demás, mientras que, la mujer tiene la sangre lo bastante congelada como para pedir ayuda.

Una de las soluciones más lógicas ante esta problemática, es la concientización sobre el peligro que el acoso representa a las mujeres y cómo afecta nuestra integridad. Pues bien, aunque existen muchos colectivos feministas que lo hacen, en cuanto al estado, a la policía o la persona del común siguen viéndolo como algo normal, no le prestan mucha atención.

Lo ideal sería que desde temprana edad se les enseñara a los niños a respetar a las mujeres pero la realidad es que no hacen, más sino repetirnos que no caminemos solas o usemos cierto tipo de ropa. Frases sin sentido ya que un uniforme escolar sobre una adolescente que va hacia su casa a las tres de la tarde no es un escudo anti acoso.

Cuando una es víctima de acoso debe escoger entre callar, para no ser señalada, o denunciar ante un estado que no garantiza ni restituye los derechos de las ciudadanas. Algunas exponen a su victimario por redes sociales. Ellas logran el apoyo de muchos, mientras que otros encubren al victimario por el pacto patriarcal y culparla de difamación.

Las cosas cambian, pero toman su tiempo. Los pequeños de ahora serán mejores hombres en el futuro. El machismo que puede habitar en ellos comparado con el de nuestros abuelos ya no es el mismo. Aún así, si la sociedad en general y la justicia no aportan su granito de arena, el acoso callejero seguirá siendo pasado por alto y, por lo tanto, normalizado.