Quijotadas – Las voces de los desaparecidos



Por Javier Correa Correa

Busca en el agua y en los matorrales

¿Y por qué es que se desaparecen?

Porque no todos somos iguales

¿Y cuándo vuelve el desaparecido?

Cada vez que los trae el pensamiento

¿Cómo se le habla al desaparecido?

Con la emoción apretando por dentro

Desapariciones, Rubén Blades

El 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, que en nuestro país alcanza la muy aterradora cifra de más de 167 mil familias que siguen buscando a sus desaparecidos.

Imagen de «Asfaddes»

Según el Registro Nacional de Desaparecidos –RND–, en nuestro país “figuran 134.007 personas desaparecidas clasificadas como «sin información» y 33.318 registradas como víctimas de «desaparición presuntamente forzada» lo que asciende a un total de 167.325 [que] están registradas como personas desaparecidas”.

Los más recientes casos, cuya cifra no se ha consolidado, son las 6.402 personas asesinadas por las Fuerzas Armadas en lo que se conoce como “falsos positivos”, una estrategia de propaganda para “demostrar” que se estaba ganando la guerra contra la insurgencia. Algunas han sido encontradas; sin embargo, otras siguen no se sabe dónde. 

No damos abasto para recibir las confesiones de soldados, tenientes, cabos y coroneles que quieren reconocer los crímenes de asesinato y desaparición forzada para ser presentadas esas víctimas como falsos positivos”, dijo a Pulso Catalina Díaz, magistrada de la Jurisdicción Especial de Paz, JEP.

Nos referimos a uno de los actores del conflicto armado, pero también están los grupos guerrilleros y los paramilitares, cuya estela de muerte apenas empieza a ser despejada gracias a la labor de la JEP, así como a la Comisión de la Verdad.

Es tan aterrador que son decenas las entidades estatales y no gubernamentales que buscan a quienes algún día salieron de sus casas y no regresaron. Es una labor humana, con más amor que otra cosa, pues pretenden, al menos, hacer el duelo respetuoso y cerrar la llave de la angustia y las lágrimas.

Canción para los ausentes – Iván y Lucía, interpreta Alexandra Aguirre:

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Cada una es otra de las 167.325 historias que han desangrado a este país. Como la de Omaira Montoya, cuyo caso fue señalado por la Comisión de la Verdad como el primero oficial de desaparición forzada: el “9 de septiembre de 1977, en la ciudad de Barranquilla, Omaira Montoya Henao y Mauricio Trujillo Uribe fueron capturados por miembros del Servicio de Inteligencia (SIPEC), más conocido bajo la sigla F2, del Departamento de Policía Atlántico, en el marco de un operativo conjunto con la II Brigada del Ejército Nacional. Desde esa fecha Omaira Montoya Henao está desaparecida, mientras que su compañero Mauricio Trujillo Uribe, luego de ser torturado, fue puesto a disposición de un tribunal militar, procesado y condenado por el delito de rebelión”.

Continúa el informe de la Comisión de la Verdad: “Nydia Erika Bautista de Arellana fue desaparecida forzadamente por hombres vestidos de civil, hacia las 6:30 de la tarde del día 30 de agosto de 1987, en el barrio Casablanca de Bogotá. La desaparecida fue torturada y posteriormente ejecutada. Los autores del crimen eran miembros de la XX Brigada de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército Nacional. A raíz de las revelaciones de un suboficial de la XX Brigada, el cadáver de Nydia Erika Bautista fue hallado en julio de 1990, junto con otras personas desaparecidas forzadamente, en el cementerio de Guayabetal, Cundinamarca”.

Reseño otro caso, que conocí de cerca, pues me hice amigo de Virginia, su esposa, quien no ha dejado de buscarlo: “En horas de la noche del 4 de julio de 1990, en el sector de Suba de Bogotá, fue interceptado Alirio de Jesús Pedraza, abogado de derechos humanos del Comité de Solidaridad con Presos Políticos (CSPP), por varios hombres de civil y fuertemente armados. Desde esa fecha, Alirio Pedraza está desaparecido”.

También conocí el caso de Nohra Jordán de Elián, una costeña dicharachera cuyo “delito” fue apoyar el proyecto del M-19, detenida y desaparecida en Cali en 1985. Carmen Alicia Mariño, una civil que se adentraba en la selva para darle un abrazo a su hermano guerrillero, fue desaparecida en el año 1988, en una de las tantas selvas colombianas, entre Neiva y Florencia.

Selvas, ciudades, pueblos, calles, universidades, primeras líneas, colegios, cinemas, casas, cárceles, un Palacio de Justicia y muchos otros escenarios han sido testigos de los “operativos” en los cuales hombres y mujeres son detenidos y de ellos no se vuelve a tener conocimiento. 

Pero siguen estando en todas partes, pues los desaparecidos hacen presencia de manera permanente. En Colombia, en Chile, en Argentina, en Bolivia, en Perú, en Ecuador, en toda esta América que espera que sea esta una historia para no olvidar, así como los desaparecidos no quieren que se les olvide.

Muerte privada, de Pablo Correa:

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