“De izquierdas a derechas” La nueva religión



Por Mario Jiménez

No sé si es mi impresión, pero durante los últimos años, tal vez unos cinco o seis, el tema político en Colombia se ha vuelto demasiado sensible.

 

Tal vez siempre lo ha sido, supongo, pero cuando es uno quien se ve directamente afectado, porque le duele el bolsillo al pagar caros los servicios, pagar caro el SOAT, verse afectado por medidas como el pico y placa, comprar la papa como si esta se estuviera cotizando en la bolsa, entre muchos escenarios más, entonces ya nos tomamos la política en serio.

El paso a seguir, en ese andar político que todos debemos asumir en algún momento, es encontrar afinidad con una corriente ideológica o política, que no es una tarea fácil, ya que la política, como la religión y el fútbol en este país, son cuestión de herencia, así es, así funciona.

Pero con la política pasa algo particular, si lo comparamos con la religión o el fútbol.

 

De religión y de fútbol nos hablan desde que somos niños inocentes e ingenuos, las mamás llevan los niños a la iglesia y les dan dos mil pesitos para que den en la ofrenda, los papás le compran la camiseta de su equipo predilecto (en el mejor de los casos réplica triple A) a la esponja que lo absorbe todo, o sea el niño, para inculcarle el “amor por los colores”.

 

Pero de política no nos inculcan nada, o realmente muy poco, y así está bien, por favor no lo hagan, no lo hagamos, ya sería demasiada presión, además de aprender a montar en bicicleta y las divisiones de tres cifras.

 

Es por está razón, que habitualmente las generaciones jóvenes, difieren tanto políticamente con papás, mamás, y ni se diga con los tíos, tías, y los vecinos de plata de la cuadra.

A tal punto, que se volvió demasiado incómodo hablar de política.

La pregunta más atrevida que usted puede formular por estos días es, ¿por quién va a votar? 

Absténgase de hacer ese tipo de preguntas, hable de cosas más soft, como la despenalización del aborto, la ideología de género, la pena de muerte, la inmigración, entre otras.

 

Según una reciente encuesta realizada por la firma Cifras & Conceptos S.A. y publicada por El Tiempo, el 23% de los colombianos, se identifican políticamente con la izquierda, el 17% con la derecha y el 60% con el centro.

 

Con lo cual podríamos decir que somos un país tibio, esto resulta particularmente curioso, porque los candidatos de centro no vienen obteniendo muy buenos resultados, somos de amores o de odios, somos de extremos.

 

Quizá, esa hostilidad política, es una de las causantes de la falta de determinación y participación política en nuestro país.

Históricamente en Colombia, la participación política en elecciones presidenciales, por ejemplo, escasamente ha superado el 50% de los votantes habilitados.

 

El año en que la población ha tenido más participación, fue 1974, con un 58,4%, según cifras de la Registraduría General de la Nación.

 

Para las elecciones de 2018, se alcanzó un 54% de participación; pero si tenemos en cuenta que la densidad poblacional en Colombia aumentó en un 99.97% durante los últimos 60 años, según la misma Registraduría, podemos deducir que exponencialmente la participación es cada vez menor.

 

Parece extraño, en un mundo cada vez más globalizado y con una supuesta democratización de la educación y la información, que tengamos cada vez menos participación.

 

Si va a hablar de política, sugiera a su contraparte que usted es una persona tolerante, y que van a poder hablar del tema, sin exacerbación alguna, encuentren puntos medios, no intente hacer que la otra persona piense como a usted le gustaría. Evite las agresiones y sea propositivo.

 

Mientras no podamos llevar a cabo este sencillo ejercicio, no habrá gobierno, ni santo que nos conduzca hacia un mejor vivir.

Participación en porcentajes, según potencial electoral.