Captura de pantalla 2025-04-23 a la(s) 2.53.40 p.m.

Quijotadas.

La película del cónclave

Por Javier Correa Correa jcorreac@ucentral.edu.co

No se había muerto el papa y ya se tejían alianzas y se hacían zancadillas para
elegir a su sucesor. Los egos y las ansias de poder constituían las motivaciones
de quienes aspiraban a ocupar el solio de Pedro, sobre el que hace poco más de
veintiún siglos fue construida la iglesia Católica.

Los votantes –cardenales menores de ochenta años– se reunieron después de
que el sumo pontífice descansara por fin tras una larga enfermedad, de esas que
llaman penosas y sobre las que la gente pide en oración que la persona se alivie o
deje de sufrir.

En oración también, y en medio de la más rigurosa confidencialidad, los
cardenales pasaron en estricto orden y depositaron sus votos en una urna
metálica con forma de vasija. El cuerpo del papa había sido depositado en un
cofre triple, a la espera de ser llevado a su última morada terrenal. Atrás quedaron
la opulencia de la Basílica y de la Capilla Sixtina, donde, con sus frescos
renacentistas como testigos, se llevó a cabo la elección.

Todo lo anterior es ficción en la película Cónclave, estrenada el año pasado y
ganadora de varios premios internacionales, con la impecable actuación de Ralph
Fiennes como Thomas Lawrence, decano de los cardenales. Bajo la dirección de
Edward Berger, las escenas transcurren en un lujoso ambiente sórdido, que recrea
la magnífica construcción vaticana hecha entre 1506 y 1526 con el dinero de las
indulgencias a cambio de no ir al infierno por los pecados cometidos.

Confieso que cuando era niño quería ser cura misionero, y mi papá orgulloso me
ofreció todo el apoyo, pero me pidió que esperara un tiempito antes de entrar al
seminario. Tenía toda la razón, pues cuando conocí con alegría los ojos de una
niña cuyo nombre está asociado con la pureza y la inocencia, se acabó la
vocación.

Otros procesos me empujaron fuera de la iglesia, aunque conservo enriquecidas
mis creencias, conocidas como fe. Otros procesos me llamaron de nuevo, aunque
prefiero guardar prudente distancia de los rituales.

Un hombre carismático, argentino sencillo y bromista, de forma sorpresiva hace
doce años fue elegido como el papa 266. Su liderazgo y la fuerza de sus
planteamientos liberales renovaron la convicción de que se trataba de un líder
mundial, con contradicciones y todo. Un ser humano, mejor dicho.

Pidió perdón por los excesos de la iglesia durante las Cruzadas y la Inquisición, y
por los abusos pederastas de miles de religiosos. Sirvió de puente en procesos de
paz en todo el mundo. Condenó el genocidio en Gaza. Reconoció los derechos de
las personas de la comunidad LGBTI. Se reunió con jerarcas de otras religiones y
con dirigentes de todas las corrientes políticas y sociales. Acercó al catolicismo a
los jóvenes escépticos.

Hace varios meses se hicieron públicas sus dolencias físicas, y antes de que
muriera –un día después de la resurrección de Cristo–, ya se habrían tejido
alianzas para elegir a su sucesor. Los egos y las ansias de poder constituyen las
motivaciones de muchos de los aspirantes a ocupar el solio de Pedro, sobre el que
hace más de veintiún siglos fue construida la iglesia en Palestina.

Al depositar sus votos, los cardenales orarán y jurarán –como en la película– que
lo hacen con la convicción de que le están aportando al presente y futuro de la
humanidad. No solo al presente y futuro de la iglesia Católica. Amén.

Tráiler oficial: https://www.youtube.com/watch?v=J0E78tL6CxY

Ficha técnica (de la película)

Dirección: Edward Berger.
Producción: Tessa Ross, Robert Harris, Juliette Howell, Michael A. Jackman.
Guion: Peter Straughan – ganador de los premios Oscar y Globo de Oro.
Basada en la novela Cónclave, de Robert Harris.
Fotografía: Stéphace Fontaine.
Música: Hauschka

Elenco:

Ralph Fiennes, como cardenal Thomas Lawrence
Stanley Tucci, como cardenal Aldo Bellini
John Lithgow, como cardenal Tremblay
Isabella Rossellini, como hermana Agnes
Lucian Msamati, como cardenal Adeyemi
Carlos Diehz, como cardenal Benítez
Sergio Castellitto, como cardenal Tedesco
Merab Ninidze, como cardenal Sabbadin
Brían F. O’Byrne, como monseñor Raymond O’Malley, asistente de Thomas
Lawrence
Jacek Koman, como arzobispo Janusz Woźniak

Artículo producto de ejercicios académicos. No es oficial de la Universidad y las afirmaciones u opiniones emitidas a través de ellos no representan necesariamente a la Institución.

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