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A propósito del día de la tierra, celebrado el pasado viernes 22 de abril, considero importante escribir esto, recordando que, acciones como el consumo de ropa de segunda mano, son parte de una causa mucho más grande: reducir el impacto del cambio climático antes de que sea demasiado tarde.
Si bien se ha visto gran cantidad de iniciativas que abogan por el cuidado del medio ambiente, lo cierto es que en simultáneo las acciones parecen ir en contra del mismo. Tal es el ejemplo de los frailejones, que, a pesar de aumentar su popularidad a raíz de la canción de Frailejón Ernesto Pérez, siguen siendo víctimas de incendios.
Y es que, personalmente, creo que el cambio empieza desde nosotros mismos, no importa cuán insignificante creamos que sea nuestro aporte. Si nos conformamos con únicamente compartir post en redes sociales sobre el tema, estaríamos haciendo lo mismo que muchos otros: nada.
De hecho, Natalia Lever, directora de The Climate Reality Project América Latina, en declaraciones para France 24, afirma que es importante reducir la emisión de gases desde la demanda: “tenemos mucho poder los consumidores, cómo nos movemos, qué comemos, qué compramos. Lo que hace falta es mayor educación”.
Por lo que, cuestionar los métodos de consumo y aprovechamiento de residuos es necesario y válido. Es importante recordar que, por ejemplo, al llenar las botellitas de amor, se evita que una cantidad importante de plásticos terminen en las calles, obstruyendo alcantarillas y ocasionando inundaciones en los días que llueve.
Prolongar la vida útil de las prendas, consumiendo ropa usada, o dándole otro uso a lo que ya no se pone, en lugar de desecharlo, evita que pasen fenómenos como el del Desierto de Atacama, en Chile, que se convirtió en el paradero de toneladas de desechos textiles.
Recuerde que en el caso de la ropa, no solo su proceso de confección implica explotación infantil y a mujeres, sino que también, su proceso de descomposición es bastante largo. No hay mejor ejemplo que este, pues es un producto que estoy segura que usted consume, señor o señora lectora, lo que demuestra que la decisión también está en sus manos.
“Si unimos fuerzas ahora, podemos evitar una catástrofe climática. Pero, como deja claro el informe, no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas“, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, haciendo referencia al informe presentado sobre el cambio climático por la entidad en el 2021.
Sin demoras o excusas, así debemos actuar todos. Es importante dejar de lado el pensamiento de que las grandes potencias y sus gobiernos son los únicos que pueden hacer algo, que ellos son los que saben, como se diría popularmente. Porque, para ser más ilustrativa, le mostraré un poco de lo que piensan ellos
“El ecologismo es un movimiento político: su objetivo es frenar el progreso de la civilización occidental, obligando a los individuos y a las empresas a reducir o dejar de usar una fuente de energía que es la más barata y la más útil”, expresa Domingo García, presidente de la Asociación Internacional para el Avance del Objetivismo.
Así funciona el pensamiento negacionista, orbitando en torno al dinero, sin importar lo demás. Si bien García habla de economía y utilidad, a su vez ignora el hecho de que alguien está pagando el precio que ellos dicen ahorrarse. Ese alguien, entendido como especies de animales, recursos naturales y poblaciones vulnerables.
Eso es lo que harán las potencias por su bienestar: fingir que nada sucede. El sistema económico, como se ha hecho evidente en las últimas décadas, tiene como única consecuencia, y hasta diría yo, objetivo, empobrecer aún más al pobre y enriquecer más al rico. Esto, claro, pasándole por encima a quien sea, incluyendo al planeta mismo.
Así que, para cerrar, recurro a una de las conclusiones que da Natalia Lever para France 24 sobre la situación actual: “Si no aumenta la ambición para reducir las emisiones de gases, el panorama es desalentador: crisis de migración, falta de alimentos y sequías en todo el mundo, nos enfrentaremos a un escenario por la supervivencia”.
Un poco crudo, pero real. Esto está pasando, lo afecta a usted y a mí, e igualmente, la posibilidad de cambio está en ambos. Sé que a la gran mayoría le gusta hablar del calentamiento global, la extinción de especies y la deforestación, solo hasta que debe cuestionar sus hábitos de consumo.
Si usted ha tenido, o aún tiene hábitos que resultan ser nocivos para el medio ambiente, no lo juzgo. Sin embargo, la invitación a cuestionarse sobre ellos es permanente. Puede iniciar preguntándose: ¿De dónde viene lo que consumo, y a dónde se va lo que desecho?
Sé de mano propia que descubrir lo que hay detrás de lo que comemos, usamos y creemos no es un proceso fácil, podemos llegar a sentir culpabilidad e impotencia. Pero así mismo, puedo asegurarle que empezar a cambiar desde nuestra cotidianidad y a generar conciencia no solo en nosotros, sino también en quienes nos rodean, es algo muy reconfortante.
Mi llamado hoy es a dejar de esperar que los demás actúen, y empezar a tomar acciones propias. Aún estamos a tiempo.