Por: Alejandra Vesga Rodríguez
“Cerca de 1 de cada 4 colombianos hace parte de la población rural y el 44% de esta población se encuentra en situación de pobreza multidimensional”
Fundación Empresarios por la Educación
Pensar en la tarea, en que jugaré mañana o que traeré de onces para el recreo, son dudas que un niño debe tener. Sin embargo en este país los niños y niñas deben lidiar con: no puedo volver a la escuela porque me matan o llevo dos horas caminando para llegar al colegio.
La educación en zonas rurales tiene tantos huecos como Bogotá, comenzando por la falta de un ambiente digno para el aprendizaje; las fallas en el acceso a servicios de saneamiento básico; el bajo capital humanitario, pocos recursos para los docentes y baja formación de los mismos; la presencia del conflicto armado y la poca o nula intervención del Estado.
Según el informe de la Fundación Empresarios por la Educación, la mayoría de las instituciones carecen de títulos de propiedad para la construcción de aulas y espacios aptos para el aprendizaje, al igual que el poco acceso a servicios básicos.
Estas brechas entre la zona urbana y rural se ven claramente reflejadas en las cifras presentadas por el informe demuestra que en 2016 el promedio de años de educación en una zona rural fue de 5,5 años por estudiante, mientras que en una urbana fue de 9,6. De cada 100 estudiantes rurales que empiezan la educación básica solo 48 terminan la educación media.
Es un deber inaplazable acudir a estas necesidades, entendiendo que la educación es un derecho según el artículo 67 de la Constitución Política de Colombia, “que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura”.
No obstante, a partir de la pandemia que se vivió en el 2020 se han desarrollado proyectos que apoyan la educación en la ruralidad no sólo desde el acceso a internet, sino también mejorando la calidad de la misma.
Es el caso de Enlaces educativos, una iniciativa que busca conectar a docentes y estudiantes a través de recursos educativos que no dependen de la virtualidad. Esto por medio de una cartilla que funciona como medio de comunicación entre los estudiantes y docentes, para prevenir la deserción y el reclutamiento forzado.
Por otro lado, el movimiento social La Mesa Nacional de Educaciones Rurales ha tenido cerca de 20 encuentros nacionales con actividades con el ánimo de procurar que en Colombia se haga conciencia institucional para que se construya y ejecute una política pública de educación rural pertinente, completa y oportuna.
Sin duda alguna estos proyectos nos motivan a ejecutar acciones que solventen estas dificultades. Poniendo como prioridad la calidad de vida de los niños y niñas colombianos que no cuentan con espacios adecuados de educación ni medios de acceso que aseguren su trayecto, minimizando riesgos presentes en el país.