Romina Marroquín una y muchos. Es la Gisella de Encantada, la Rapunzel de Enredados, la Anna de Frozen o la princesa Cadence de My Little Pony, entre otros. Marroquín es una reconocida cantante y actriz de doblaje que estuvo en Colombia para explicar cómo es poner voz y sentimientos a tantos personajes.
Desde pequeña soñó en convertirse en sus personajes favoritos. Estudió teatro musical y vio en su carrera la oportunidad de hacer su sueño realidad. En su primera aparición para doblaje fue en una caricatura para niños, donde Jack Jackson, productor musical de Disney, vio en ella un gran talento.
Conoce muy de cerca la industria del doblaje y afirma que es un poco sofocante y exige tiempo, esmero y mucha dedicación. Las pruebas para ser dobladora se envían directamente a Estados Unidos donde la gente de Disney oye todas las pruebas de voces de diferentes personas y escoge a la persona adecuada.
Marroquín, que dio una conferencia en el marco SOFA, el Salón del Ocio y la Fantasía, dijo que la diferencia de algunos doblajes es el gusto y la diversión que puede tener con los personajes animados, satisfacción que no experimenta cuando sus personajes son reales. Para Romina lo realmente importante es buscar cosas que logren ser similares entre el personaje y ella misma, explotando diferentes áreas de conform. Aunque sus personajes favoritos son las hadas o las princesas, se divierte experimentado con personajes cargados de maldad y que logren sorprender al espectador.
Romina enfatizó que el amor a lo que hace y al arte es la base de todo buen proyecto, para ella el trabajar para empresas como lo son Disney, Universal, Pixar, entre otras, logra ser algo increíble, con sensaciones únicas e indescriptibles y aunque en muchas ocasiones no se da cuenta del alcance de su buen trabajo intenta reflejar su felicidad en cada proyecto.
Se despidió de su auditorio diciendo que “el perdón es la clave de poder vivir en un mundo feliz, creo que si no perdonamos nos quedamos con ese rencor, y ese rencor nos empieza a carcomer por dentro y nos hace infelices. Si nosotros enseñamos a nuestros niños a amar y a perdonar aunque sea el mismo error y enseñarles a amar de verdad, amar no importa qué religión tenga, amar no importa qué creencia, creo si nosotros tuviéramos estos dos principios de amar y perdonar viviríamos en un mundo totalmente diferente.”
Por Vivianne Tovar, Natalia Cardona