Luchando por la consolidación del tenis adaptado

Por Manuel Forero

En un país donde todos los focos son captados por el fútbol, que se paraliza cada que rueda el balón y que posa a los futbolistas como grandes celebridades, es fácil que otros deportes, quizá con más triunfos y logros, sean opacados.

Johana Martínez

¿Acaso usted se encuentra enterado de cómo transcurre la Liga de Baloncesto? ¿Sabe de los logros de los ciclistas colombianos? Es posible que sí, quizá conozca alguna de estas u otras disciplinas o definitivamente no lo sabe.

Si el panorama es así para los deportes convencionales diferentes al fútbol, mucho más lo será para los paralímpicos, disciplinas que se practican en modalidades especiales o adaptadas por deportistas con alguna discapacidad física, intelectual o visual.

Esta ha sido la realidad de Johana Martínez, una administradora deportiva bogotana que a sus 23 años decidió iniciar su carrera como tenista profesional. Además de la dificultad de lograr ser deportista profesional a su edad, a su objetivo se sumó un atenuante que haría más difícil su proceso…

“Yo nací con parálisis cerebral motora, se me descubrió a los pocos años porque me mantenía mucho tiempo sentada, a mi mamá le preocupaba eso y finalmente un médico le dio el diagnóstico”.

Johana Martínez compitiendo

Parálisis cerebral motora, o como científicamente se conoce, hemiplejia. Un tipo de parálisis completa o incompleta que compromete a la mitad del cuerpo. Puede ocasionarse por diferentes razones: golpes, diabetes, meningitis o como le ocurrió a Johanna, aparecer después de nacer.

“Obviamente de niña me decían ‘usted está loca, deje de soñar, ¿qué le pasa? Nunca va a ser tenista profesional’ Y yo seguía insistiendo, pero cada vez las puertas se cerraban y decía ‘esto no es para mí’. Voy a entrar a la universidad a estudiar Administración Deportiva”.

En el mundo, actualmente existen más de 800 millones de personas con alguna discapacidad, de las cuales 720 mil viven en Colombia según cifras del DANE. En Europa, la discapacidad se reconoció como realidad social en 1948 cuando se buscó atender a los afectados por la Segunda Guerra Mundial utilizando al deporte como método de inclusión.

20 años después, en 1968, tras varias investigaciones médicas, Colombia empezó a reconocer la discapacidad física y la incluyó en la práctica deportiva. Los anteriores son datos que reflejan que en nuestro país el tema aún es relativamente nuevo.

Aun así, el deporte adaptado termina siendo la entrada al profesionalismo para muchos jóvenes prospectos. Para Johanna significó, por ejemplo, cumplir su sueño.

“Por cosas de la vida, por tanto que lo soñé, tanto que lo llamé, llegó a mi vida a mis 23 años con una silla de ruedas (…)” 

Y es que no es para menos. Johanna Martínez ha sido campeona en Argentina, Chile, Australia, Sudáfrica y República Checa. Compitió en torneos como el Abierto de Australia en 2008 y los Juegos Paralímpicos de Beijing de ese mismo año. 

Una forma sublime de cumplir su sueño.

Reconocimiento a Johana Martínez

“Cuando empezamos tenis en silla de ruedas todos eran señores, no había muchas niñas y yo supuestamente estaba vieja para empezar. Acá en Colombia nunca vi que podía salir adelante con este deporte. Cuando lo vi a nivel internacional dije: ‘¡Wow! Esto es muy grande y que bueno que Colombia tenga esto mismo’”

Y esa fue justamente la motivación de Johana Martínez, esa que le ayudó a consolidarse como profesional pero también la que le llevó a trabajar para facilitar el camino de los jóvenes prospectos de esta modalidad

“Esa era mi tarea. Le dije a la Federación de Tenis que si me permitían hacer mi tesis de grado allí y ahí fue cuando trajimos al entrenador holandés que me ayudó muchísimo. Empecé a buscar y lo que buscaba eran jóvenes, buscaba alguien que tuviera una discapacidad leve y que fuera muy joven como yo veía en otros países”

De su búsqueda surgieron grandes y promisorios talentos, entre ellos, María Angélica Bernal, tenista paralímpica colombiana número 8 en el ranking mundial.

La labor social de Johana Martínez tenía que trascender -o por lo menos esa era su intención-. Su trabajo en aras de promover y consolidar el tenis adaptado debía institucionalizarse y prolongarse tanto como fuera posible. Ante esto surgió Ganbare, su fundación.

Johana Martínez lleva más de 16 años como jugadora profesional de tenis adaptado, destinando gran parte de su carrera a la visibilización de esta modalidad. 

“Cumplí un sueño que de niña tuve y creo que me lo creí tanto que finalmente lo logré. Digo ‘nada es imposible en esta vida si lo crees’. Los sueños sí se pueden hacer realidad, aunque parezcan imposibles. Era un sueño imposible y ahora es realidad”. 

Johana continúa compitiendo profesionalmente en el tenis adaptado alternando la labor social con su fundación Ganbare. Actualmente disputa el Abierto de Estoril en Portugal.

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Tumaco, la perla del Pacífico

Por: Santiago Mora

Tumaco, Nariño es un municipio situado a 300 km de Pasto, también conocido como la “Perla del Pacifico” por sus paisajes marítimos, su gastronomía y su cultura afro ancestral. Pero que también ha estado inmerso en diferentes problemáticas sociales por el conflicto y el narcotráfico.

Para tener un contexto y un testimonio sobre cómo es vivir en esta zona se realizó una entrevista a Jonathan Riaño, Historiador de la Universidad Nacional, oriundo de Tumaco quien también trabajó en la Comisión Nacional de la Verdad, Jonathan nos contaraá un poco sobre esta región y sus diferentes dinámicas sociales:

¿Cómo es crecer en Tumaco y cuáles son los primeros recuerdos que se le vienen a la mente? 

Crecer en Tumaco es convivir con la naturaleza, el mar, la cultura afro y la zozobra del conflicto armado en el municipio. Los primeros recuerdos que se me vienen a la mente en torno a mi pueblo son la comida de mar, la playa, los juegos de niños como la lleva y el escondite.

¿Según su experiencia y conocimiento, cómo es el orden social en Tumaco?

El orden social es bastante conflictivo, debido a que es un municipio que carece de políticas públicas e inversión social por parte del Estado, esto genera múltiples problemas sociales como la pobreza, el desempleo, el narcotráfico y el reclutamiento de menores de edad por parte de grupos armados ilegales lo cual propicia un ambiente de confrontación.

¿Alguna vez tuvo que vivir o ser testigo de actos de violencia por parte de grupos armados al margen de la ley mientras vivió en Tumaco? 

Sií, a mi hermano lo amenazaron en el barrio en el que vivimos, debido a esto él tuvo que desplazarse a otra ciudad. Además, una vez mire una persona asesinada en la calle. 

¿Cree usted que existe un abandono por parte del Estado en esta zona? 

Por supuesto, esto se refleja nada más mirando los Planes Nacionales de Desarrollo de varios gobiernos del país y se nota la ausencia de Tumaco y del litoral pacífico nariñense en estos planes. En consonancia con ello se ha infravalorado el potencial biogeográfico y cultural, debido a que puede ser uno de los puertos más importantes de Sudamérica.  

¿Fue muy difícil para usted hacer la transición de vivir en Tumaco, a vivir en la ciudad? 

Síi, fue muy difícil debido a que Tumaco, pese a todos sus problemas sociales, era un lugar relativamente tranquilo ya que los robos eran muy pocos y la mayoría de personas eran conocidos para mí, así que de cierto modo era un lugar “familiar” para mí. Por otra parte, la ciudad que me trasladée fue Bogotá, la cual es una ciudad bastante “agitada”.

¿Sintió alguna vez racismo por parte de algún compañero, profesor o funcionario de la universidad? 

Racismo como tal no viví, pero sií regionalismo por parte de algunos compañeros de otros semestres que me infravaloraban por ser de una región menos desarrollada y también a veces se burlaban por mi acento.

¿Cuéntenos un poco de su experiencia trabajando en la Comisión de la verdad? 

Fue una experiencia enriquecedora, profundicé la temática de desplazamiento forzado y despojo de tierras en Colombia, la cual es una piedra angular para comprender el conflicto armado en el país. Sin embargo, es una institución donde se trabaja con pocos recursos, debido al poco interés del actual gobierno en conocer la verdad de la violencia en Colombia.

¿Cree usted quée esta entidad del estado hace un buen papel en cuanto al tema de la reparación de víctimas?

De manera parcial, debido a que la CEV busca contrastar distintas versiones de los hechos en el conflicto armado, es decir, escuchan presuntas víctimas, victimarios y testigos,  y a partir de estos testimonios otras entidades como la JEP buscan hacer justicia y reparar a los afectados.

 

¿Está usted de acuerdo con el acuerdo de paz implementado por el gobierno de Santos? 

Por supuesto, debido a que este acuerdo de paz busca garantizar múltiples derechos que se les han negado a muchos colombianos, sobre todo a los campesinos desde hace muchos años.

¿Cómo historiador, cuáles cree usted quée son las principales causas de la violencia generada en nuestro país? 

Múltiples historiadores como Orlando Fals Borda, Jaime Jaramillo, German Colmenares, Jorge Orlando Melo, etc, han tratado de responder este interrogante, así que mencionar esas causas aquí es algo inexacto, además, cabe recordar que las causas de la violencia han sido muy variables con base en la región que se analicé.

Pero a grandes rasgos me atrevo a decir que las causas son: la herencia de un sistema político colonial mal diseñado (el cual es excluyente), el abandono estatal en múltiples regiones (principalmente en las zonas rurales), el despojo y acaparamiento de tierras, y la falta de inversión social en el país.

 

Esta entrevista está basada en el Aanálisis “Siguiendo el conflicto-Dinámicas del conflicto armado en Tumaco y su impacto humanitario” mediante este texto se llega a la conclusión  de que Tumaco es una región marcada por diferentes problemáticas sociales que a diario tienen que padecer sus habitantes.  

Pero en medio de ese abandono estatal, también se encuentran casos de tumaqueños, que como Jonathan se forman profesionalmente e incentivan a los demás a conocer sus raíces para seguir  con el legado de la preservación de su cultura, su paisajes marítimos, sus tradiciones ancestrales y cosmogónicas.

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Colombia: Huellas en el Territorio

Un gremio que se transforma

Por: Camila Andrea Salgado Prieto

 

La violencia de género, el acoso sexual y los riesgos psicológicos son algunas de las problemáticas que enfrentan diariamente las mujeres taxistas en esta industria, altamente dominada por los hombres.

 

Para dar una muestra de ello, nos acompaña Jennifer Parada, una mujer que día a día rompe con los estereotipos en su oficio como conductora de taxi, en esta labor lleva 14 años abriendo oportunidades a más mujeres para que logren sus objetivos. Actualmente, conduce su taxi en las calles de Bogotá día y noche.

 

Dentro de su trabajo, Jennifer nos cuenta cuáles fueron sus inicios y qué la motivó a seguir en esta labor:

 

“Bueno, yo comencé por experimentar, había dejado un trabajo y me estaba reintegrando a la vida laboral y quise empezar en eso, mi esposo es taxista hace muchos años, quise seguirlo porque vi que se podía dar la oportunidad. Empecé y me gustó, es una experiencia chévere, de mucho aprendizaje, aprendizaje diario y de muchas experiencias engrandecedoras”.

Un gremio que se transforma

En el momento que Jeniffer decidió volver a la vida laboral en medio del tráfico de la ciudad también nos contó, cuál fue la experiencia más angustiosa que ha tenido que vivir:

 

“Han sido muchas, he tenido varias angustiosas pero entre otras, el día que un pasajero me atracó y me robó el celular, era un chico normal con una mochila, estuvimos más de media hora, estuvimos en el trayecto por trancones y demás, y de repente se abalanzó sobre la silla del piloto, se me llevó el celular, y se botó del carro…

Pero detrás mío venía otro taxi, el pasajero se dio cuenta que me habían atracado, le avisó al conductor y entre los dos lo redujeron y me devolvieron el celular, yo quedé super paniqueada. Lo golpearon y me recuperaron el celular, pero yo quedé agarrada al timón y muerta del pánico, pero fue solo eso, el susto, la experiencia de angustia”.

Un gremio que se transforma

Como esta, es una de las miles de experiencias que viven las mujeres taxistas en su labor diaria, actualmente hay 3.500 mujeres que son conductoras o propietarias de taxi, según la Alcaldía de Bogotá. Lo anterior, hace que el gremio cambie la perspectiva y no sea solamente un gremio para hombres sino que también abre la oportunidad para las mujeres.

 

Aunque es un campo que evidencia las diferencias laborales ocasionadas por la brecha de género, Jennifer enfatiza en la importancia de sentirse segura y tranquila mientras trabaja, además, nos habla sobre una idea de mejora para estar atentos a cualquier situación.

 

“El tema complejo ahorita es la inseguridad, ya que hay demasiada agresión a la comunidad en general, de pronto tener la posibilidad de enviar una señal de pánico para que la gente alrededor se de cuenta que uno está pasando por una situación angustiosa, porque realmente uno se asusta mucho y no sabe qué hacer ni cómo reaccionar…

 

Tal vez tener un bombillo o una luz que diga SOS o ESTOY EN PELIGRO para que las personas que están afuera dimensionen y puedan poner en alerta y ayudar”. Además de que este es un desafío para la comunidad de taxistas y para Bogotá, menciona cuál ha sido el mayor reto al que se enfrenta diariamente:

 

“El reto es lograr culminar un día de trabajo, que es aproximadamente de 14 a 16 horas diarias, llegar a casa bien y lograr salir ilesa de la inseguridad y la movilidad de Bogotá, ese es el reto más grande, poder trabajar sin novedad a casa donde está la familia esperando”.

Además de toda esta transformación que hemos venido hablando, cuál es la reflexión y el mensaje para aquellas mujeres que ven la oportunidad de ser taxistas pero temen iniciar esta labor:

 

“Es una bonita labor, es servicio al cliente, que se puede hacer y lo hacemos muy bien, las mujeres generamos mucha más confianza a la comunidad y basada en estadísticas puedo decir que las mujeres presentamos baja accidentabilidad comparado con la de los hombres, que hay que intentarlo y lo podemos hacer muy bien”.

 

Así como lo menciona Jennifer, “hay seis veces menos siniestralidad en las mujeres que en los hombres” según la alcaldía de Bogotá, esta es una cifra que nos demuestra las habilidades que tienen las mujeres para conducir y relacionarse con las personas.

 

El camino es largo para seguir construyendo un espacio en el que las mujeres puedan sentirse seguras en cualquier actividad que deseen llevar a cabo, todo esto encaminado a empoderar colectivamente a las conductoras, haciendo frente a barreras de género para sostener sus actividades en la industria del taxi.

 

 

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