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Poemas: Una gallina pinta

Gabriela Velasco Piñeros

Segunda mención VI Concurso de Cuento para Bachilleres de la Universidad Central

Una gallina, no muy madrugadora, pasea por el borde del tejado de su pequeña casa que, al tener un solo piso, hace de la subida una tarea fácil y agradable. Mira a los transeúntes matutinos, le causan mucha gracia, afanados, aburridos, ¿por qué? Lo único que a ella le preocupa es emperifollarse y ponerse bonitas las plumas manchadas que tiene, y eso no es la gran cosa.

Ve buses iguales llegar e irse, están llenos, pero de todas maneras las personas con caras largas se suben. Ella no puede comprenderlo, de tan solo pensar que está encerrada en un lugar, apretada junto a su marido, su amiga, aquella que siempre le quita la comida o el gallo que cree que es el más guapo del lugar; le da escalofríos. 

Caminando de un lado al otro, de nuevo escucha al niño llorar al otro lado de la acera, siempre va vestido igual y en compañía de quien, la gallina supone, es su madre. Hay días en los que ella está de mal humor y le grita, hay otros en los que lo levanta del suelo para que se calme, o en las mañanas silenciosas, el infante no llora. La gallina sonríe cuando no escucha el estridente sonido, es presagio de un buen día. Lástima que hoy es la excepción, así que la gallina suspira y desea que la buseta blanca llegue pronto.

Se detiene en una esquina y estira el cuello para ver a su vecino que está en un tercer piso, está colgando su ropa en una cuerda. La gallina se ríe, le parece una locura la idea de poner todas sus plumas en un lugar así, de hecho tan solo quitárselas es muy jocoso. ¿Qué tendrá la cuerda?, ¿algo de magia?, ¿haría sus plumas más brillantes? Si es así, ella estaría dispuesta a conseguir una; primero muerta que sencilla.

De nuevo ejecuta sus movimientos repetitivos de ir y venir. No muy lejos, está esa muchacha que hace mucho tiempo no veía, tenía encima una tela celeste. A juzgar por otras mujeres, tendría un pollito en los brazos, o como ellos le dicen; un bebé. La gallina sueña con el día en que sus huevos rompan cascarón y sus hijos caminen detrás de ella a todas partes… pero siempre le quitaban sus huevos. Bueno, lo mejor es no preocuparse, aún es joven y no hace mucho está casada.

Siente un par de ojos encima y baja la cabeza, un muchacho la miraba extrañado. Ella pensó que podría tener algo en el pico y se sacude. Pero ahí sigue él, la gallina resopla, el chico sonrie, agita su mano y sigue su camino. Qué tonto, ella es una pollita común y corriente, aunque algo más bella que la media. No hay nada de gracioso en ello, o quizás solo se burlaba por celos, apuesto que todas las gallinas que tiene no se comparan con la que vio, ¡debería sentirse afortunado!

La gallina ignora el disgusto, mira al cielo, el sol ya no está en el horizonte, mira hacia la calle, se fueron muchas personas. Entonces dio media vuelta y bajó del tejado. Ya se había divertido lo suficiente por hoy.

Artículo producto de ejercicios académicos. No es oficial de la Universidad y las afirmaciones u opiniones emitidas a través de ellos no representan necesariamente a la Institución.

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