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Ruido en el campus: el costo de la violencia en la Universidad Nacional de Colombia
Ruido en el campus: el costo de la violencia en la Universidad Nacional de Colombia
Las protestas en la Universidad Nacional de Colombia han sido escenario de enfrentamientos que van más allá de lo simbólico. Cifras oficiales, testimonios y relatos evidencian un patrón de abuso de poder que altera profundamente la cotidianidad y el tejido social de su comunidad universitaria.
Las consecuencias ocultas de la protesta estudiantil en Colombia
Las protestas estudiantiles en la Universidad Nacional de Colombia han sido históricamente un símbolo de resistencia. Sin embargo, detrás de los enfrentamientos y las consignas hay un escenario menos visible: el impacto humano y social que deja la respuesta institucional, marcada por el uso excesivo de la fuerza pública.
Datos verificados, testimonios y relatos muestran un patrón de abuso de poder en protestas, que afecta la vida académica, emocional y económica de la comunidad universitaria.
Las manifestaciones son una expresión legítima del pensamiento crítico y del derecho a la protesta en Colombia. No obstante, quienes están alrededor de estas dinámicas también sufren sus efectos.
Un ejemplo de ello es Don Luis, vendedor informal de tintos, quien fue víctima del ESMAD durante una intervención en Carrera 30 y la Calle 26 sin previo aviso. Perdió sus elementos de trabajo y fue agredido físicamente, a pesar de no participar en las manifestaciones.
Historias como esta nos invitan a ampliar la mirada. Por eso, en nuestra plataforma compartimos narrativas clave en formato audiovisual, podcast, infografía y cómics, que permiten entender el conflicto desde distintos ángulos:
Un estudiante manifestante
Un abogado defensor de derechos humanos
Un representante del ente de control
Don Luis, el vendedor de tintos
Cada uno reconstruye los hechos antes, durante y después de las protestas.
Las protestas no solo afectan a quienes participan directamente. Comerciantes, transportadores y vendedores informales también ven sus ingresos reducidos por los cierres del campus y las restricciones policiales. Estas pérdidas económicas representan un golpe para familias que dependen del entorno universitario para subsistir.
Además, se generan tensiones con la comunidad externa, alimentando prejuicios sobre la legitimidad del movimiento estudiantil.
Uno de los ejes más preocupantes es la manera en que las autoridades responden. El uso de la fuerza por parte del ESMAD, sin respetar protocolos ni consultar con las directivas universitarias, configura actos de violencia institucional en universidades.
Según reportes de medios como El Espectador, se ha evidenciado:
Uso desproporcionado de la fuerza
Persecución judicial a líderes estudiantiles
Vigilancia y estigmatización sistemática
Estas acciones vulneran derechos fundamentales como la libertad de expresión y la protesta pacífica, y erosionan el ambiente académico.
Frente a este panorama, es urgente replantear la manera en que se gestionan los conflictos en las universidades públicas. Existen herramientas como Protocolo de Intervención de la Fuerza Pública que deben aplicarse con transparencia y rigor.
La universidad debe seguir siendo un espacio para el pensamiento crítico, la deliberación y la construcción colectiva, no un campo de confrontación.
En Colombia, alzar la voz sigue siendo un acto de riesgo. Pero callar no es opción. Ruido en el campus busca visibilizar los costos reales de la protesta estudiantil: no solo para quienes marchan, sino para toda una comunidad que resiste entre el miedo, el estigma y la esperanza.