Los ciudadanos desperdician agua antes de los turnos de racionamiento. Esta práctica, lejos de ayudar, agrava la crisis hídrica, y perjudica el cuidado del sistema de abastecimiento de agua y las acciones sanas y positivas de prevención y cuidado de este importante recurso hídrico. Por eso, es crucial dar un recorrido de las afectaciones de estos malos hábitos y el cómo podemos contribuir a mejorar el uso adecuado del agua después del racionamiento.
El 12 de abril de 2025, Bogotá puso fin al racionamiento de agua implementado durante un año debido a la grave sequía que afectó al Sistema Chingaza, principal fuente hídrica de la ciudad. Aunque la medida concluyó, la experiencia dejó lecciones valiosas sobre la gestión y el consumo responsable del agua. Es momento de reflexionar sobre nuestras acciones y adoptar hábitos sostenibles que prevengan futuras crisis.
Desperdicio abundante en días previos
Durante el periodo de racionamiento, se observó una práctica común entre los ciudadanos, almacenar grandes cantidades de agua en baldes y recipientes un día antes de los cortes programados para cada zona. Aunque entendible por la necesidad de contar con agua durante las restricciones, esta acción provocó un aumento significativo en el consumo justo antes de los cortes, generando un estrés adicional en el sistema de abastecimiento .
Además, mucha de esta agua almacenada no se utilizaba de manera eficiente, lo que resultaba en desperdicio. Esta situación evidenció la falta de conciencia sobre el uso adecuado del recurso y la necesidad de educación en prácticas de ahorro. El agua restante no era reutilizada o guardada inclusive para ocasiones de ser necesaria, si no que su desperdicio era inminente lo que agravaba más la situación de pérdida de control sobre el uso del agua.
El racionamiento no fué una medida caprichosa. Se implementó debido a la grave sequía causada por el Fenómeno de El Niño, que redujo los niveles de los embalses del sistema Chingaza a menos del 20%. A esto se suman los efectos del cambio climático, el aumento en el consumo de agua y la pérdida de más del 37% del agua por fugas y conexiones defectuosas.
En la víspera del racionamiento, muchas personas se apresuran a llenar baldes, canecas y tanques, en un intento por “estar preparados”. No obstante, esta práctica ha generado un repunte inusual en el consumo de agua justo antes de los cortes, poniendo en jaque el equilibrio del sistema. Además, gran parte de esa agua almacenada termina siendo desperdiciada: se evapora, se contamina o simplemente se usa sin conciencia, porque hay “de sobra”.

Hábitos saludables post – racionamiento
Con la normalización del suministro, existe el riesgo de que la población retome hábitos de consumo excesivo. Sin embargo, es fundamental mantener y reforzar las prácticas de ahorro aprendidas durante la crisis. El cambio climático y el crecimiento urbano continúan presionando nuestras fuentes hídricas, por lo que el uso eficiente del agua debe ser una constante en nuestra vida cotidiana.
Recordemos que el racionamiento no fué una medida caprichosa. Se implementó debido a la grave sequía causada por el Fenómeno de El Niño, que redujo los niveles de los embalses del sistema Chingaza a menos del 20%. A esto se suman los efectos del cambio climático, el aumento en el consumo de agua y la pérdida de más del 37% del agua por fugas y conexiones defectuosas.

¿Qué prácticas saludables necesitamos para proteger, cuidar y ahorrar agua?
Para evitar futuras restricciones y condicionar un razonamiento en el uso y utilidad del agua, hay que tener en cuenta:
- Reutilizar el agua de la lavadora o la ducha – regadera para otras funciones o actividades donde se puede dar uso.
- Evitar lavar carros, fachadas o hacer uso excesivo y abundante del agua sin necesidad.
- Instalar filtros o sistemas de recolección de agua lluvia.
- Participar en campañas de concientización del agua e invitar a otros ciudadanos a participar y mantener la constancia del cuidado del recurso hídrico y medio ambiental.

El fin del racionamiento de agua en Bogotá no debe ser visto como un regreso a la normalidad, sino como una oportunidad para consolidar una cultura del ahorro y la sostenibilidad. Cada acción cuenta, y es responsabilidad de todos garantizar que el agua, recurso vital e indispensable, siga prevaleciendo en el aporte ambiental y social de nuestra ciudadanía.
Guardar agua en baldes sin medida no es sinónimo de prevención, sino de temor y desinformación. Necesitamos una cultura ciudadana que entienda que el cuidado del agua no se resuelve con canecas, sino con conciencia. Cuidar el agua es una tarea de todos, y empieza desde casa, desde el hoy.