El color también habla
¿Te has preguntado porqué las aplicaciones que tienen interfaces en color azul transmiten tranquilidad? ¿o por qué las advertencias suelen mostrarse en color rojo? No es casualidad. En el mundo del diseño, el color no es decoración: es un lenguaje, transmite emoción y estrategia. Cada color que vemos en una interfaz tiene un propósito definido, sea que estemos o no conscientes de ello y estos colores influyen en la manera como percibimos, entendemos y reaccionamos en lo que vemos.
Cuando diseñamos interfaces interactivas, el proceso de elegir una paleta de colores, no es buscar una combinación bonita, como se suele pensar, es construir una experiencia que comunique sin palabras, que guie a usuario en la forma de interactuar y que permanezca en su memoria por la sensación visual que le genera.
El cerebro reacciona al color
Al percibir un color, nuestro cerebro lo procesa para identificarlo e interpretarlo en un contexto. Los tonos fríos pueden hacer que el cerebro interprete sensaciones como serenidad y confianza; en tanto que los tonos cálidos, transmiten cercanía, pasión y energía. La reacción del cerebro es automática y se conecta con nuestras emociones, recuerdos y expectativas.
La psicología del color estudia como los estímulos visuales activan áreas del cerebro relacionados con el estado de ánimo, la atención y la toma de decisiones. Por ejemplo, una incorrecta elección de colores puede generar desconfianza, incomodidad o sencillamente que el usuario abandone de inmediato la navegación o el uso del producto digital. Pensar en las emociones que esperamos lograr en el usuario nos permite crear experiencias mejor orientadas, más efectivas, inmersivas y humanas.
Emoción y Color: Cultura y Psicología
La asociación que hacemos entre colores y emociones es totalmente orgánica. El rojo activa el sentido de la urgencia, pasión o alerta; el azul evoca confianza, calma o seriedad; el amarillo genera sensación de energía o felicidad. El significado que le damos al color es prácticamente universal, aunque en algunos contextos particulares pueden variar.
El color también tiene interpretación cultural. En el hemisferio occidental el blanco suele estar asociado a paz o pereza, mientras que en otras latitudes este color se asocia al luto. Por esto, cuando llevamos a cabo procesos de diseño de interfaces enfocadas en contextos amplios o incluso a nivel global, es fundamental conocer la emoción que expresan los colores en cada audiencia para evitar malentendidos y problemas de interpretación.
Más que “bonito”
En el diseño, el color seduce, orienta. Cuando situamos el cursor sobre un botón, su color cambia, indicando que está activo. Un mensaje en rojo y con tipografía amarilla es señal inequívoca de peligro (no necesita explicación). Los fondos de pantalla oscuros facilitan la concentración.
Al hablar de usabilidad, es clave determinar la funcionalidad ¿el color ayuda a entender la navegación? ¿facilitan enfocarse en lo importante? ¿Permiten el acceso a personas que tienen dificultades visuales como el daltonismo?
Cuando aplicamos color en el diseño debemos pensar en contraste, jerarquía visual, consistencia. Una paleta de color adecuada puede ser la diferencia entre una experiencia intuitiva y la frustración total, es decir que el color además de generar emociones debe ser funcional.
Cosas y casos que funcionan
Plataformas muy conocidas como Spotify y Duolingo han sabido jugar muy bien sus piezas al momento de diseñar su identidad visual.
Veamos a Spotify, esta plataforma usa el color verde como identificador de marca, pero aprovecha los contrastes fuertes para que las portadas resalten sin distracciones. El color cumple su función de servir de identidad, pero también enfoca el usuario.
Por su parte, Duolingo, juega con tonos vibrantes y personajes que generan simpatía (como su reconocido búho verde) para motivar y comprometer al usuario con su proceso de aprendizaje. Cada logro es celebrado efusivamente, aprovechando efectos visuales y pantallas con refuerzo positivo en los que los colores vibrantes se llevan el protagonismo. Duolingo se siente como un juego y gracias al color mantiene la atención en alto.
Estos son solo dos ejemplos que muestran como una selección estratégica de color embellece la interfaz, pero también construye vínculos poderosos con los usuarios, mejoran la experiencia y la hacen memorable, sea que el usuario sea consciente de esto o no.
Diseñar con intención, sentir con los ojos
Queda claro que el color es más que una elección estética: es una herramienta para emocionar y conectar. Conocer cómo y por qué los colores funcionan en una interfaz particular es calve para quienes diseñamos experiencias digitales centradas en las personas. Por eso en el programa de Diseño de Experiencias Interactivos no solo abordamos el color como parte del diseño visual, sino como un lenguaje transformador de emociones en interacciones significativas.