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La experiencia social de comunicar

Por: Jose Escobar Romero – jescobarr3@ucentral.edu.co 

Según el Edelman Trust Barometer, solo el 31 % de los colombianos confía en su gobierno, y el 38 % lo hace en los medios alimentando la desinformación y la polarización, esto por citar apenas un ejemplo de lo que sucede actualmente en América Latina, cuyos países afrontan contexto en los que la confianza en los gobiernos y en los medios ha caído drásticamente.

“La cantidad de fuentes ayuda a que la información se fragmente demasiado […] y la gente busca la que valide sus ideas. Esto contribuye a que haya más polarización y deterioro en la confianza”, advierte Javier Ortiz Bahamón, director de Tropical Forest Alliance para América Latina, en declaraciones dadas al diario El País, con lo que refuerza la idea de un profesional en Comunicación, formado académicamente, es esencial para construir estructuras que fomenten transparencia, coherencia y participación ciudadana.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) revela que sólo el 32 % de los colombianos confía “moderada o altamente” en el gobierno nacional, por debajo del promedio de la OCDE (39 %), y frente a panoramas como este que han identificado los organismos multilaterales, es primordial que la confianza pueda recuperarse mediante el diseño e implementación de estrategias comunicativas eficaces.

Según un artículo de Cristóbal Fernández Muñoz, Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, publicado en el portal ciberimaginario, en la actualidad “vivimos tiempos de infodemias […] y cobra un nuevo protagonismo la credibilidad de la fuente”, con lo que se refuerza la importancia de la formación en Ciencias de la Comunicación para estructurar mensajes creíbles, basados en evidencia y diseñados con ética.

Experiencias interactivas: el valor del diseño estratégico

Los planteamientos, tanto de Ortiz como de Fernández, nos hacen reflexionar con respecto al ejercicio comunicacional y a la amplitud del campo en la actualidad, cuando ya no sólo es relevante la técnica o la operatividad, sino que a esto se suma la capacidad de poder proponer experiencias interactivas, en donde no es sólo publicar en redes sociales, sino que se trata de construir narrativas integrales que activen emocionalmente a los públicos, aportando una visión amplia, en la que quienes comunican son analizadores de audiencias, gestores de diálogo y diseñadores de experiencias.

Un reporte de comunicación científica con ocasión de la aparición del Covid – 19, publicado por Edelman/AP  asegura que “la desinformación amenaza las campañas de vacunación … la ‘infodemia’ genera desconfianza que podría prolongar el camino para salir de la pandemia”, poniendo en evidencia el impacto que la gestión de la información y los mecanismos de difusión de la misma llegan a tener en la conformación de la opinión pública y de los imaginarios colectivos, a lo que se suman que la pandemia reforzó el rol de las empresas como líderes de confianza, en contraste con los gobiernos y los medios de comunicación, según este mismo informe.

Foto: Freepik

Las generaciones más jóvenes viven en incertidumbre y desconfianza frente a los medios

Casos reales de impacto social

Ni una menos” en Argentina, “Black Lives Matters” en Estados Unidos, “Somos Panas” en Colombia, o “De igual a Igual” impulsada por la ONU, son ejemplos de exitosas campañas sociales en la región, que han sido posibles gracias a equipos de comunicadores profesionales con formación crítica y enfoque de género, gracias a quienes, estos programas trasmitieron narrativas sólidas y participativas que originaron movilización y cambios culturales.

La comunicación para el cambio social es entonces una estrategia transformadora que busca empoderar a las comunidades para que participen activamente en los procesos de desarrollo, justicia social y transformación cultural, sin que se trate sólo de transmitir mensajes, sino de promover el diálogo, la participación y la acción colectiva para enfrentar desigualdades, desafiar estructuras de poder y construir alternativas sostenibles.

Comunicar debe aportar al cambio de las realidades sociales, toda vez que no es neutra, pues toda forma de comunicar —ya sea una noticia, una imagen, una campaña o una conversación— moldea la forma en que vemos el mundo, influye en nuestras decisiones y puede legitimar o cuestionar las estructuras de poder existentes.

En otras palabras, comunicar es ejercer poder, y por eso, quien comunica tiene una responsabilidad social, ética y política; es aprender a usar la palabra, la imagen, la historia y el encuentro como herramientas para tejer justicia, dignidad y comunidad, pues tal como decía el comunicador colombiano Jesús Martín-Barbero: “No hay cambio social sin una transformación profunda de la comunicación.”

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El contenido generado por IA puede ser incorrecto.

Foto: Freepik

La comunicación es el vehículo más adecuado para la movilización social

Para lograr estos impactos de manera adecuada y con la cobertura más oportuna, las instituciones de formación disciplinar deben proporcionar a los futuros profesionales una mirada ética, crítica y estratégica que construya comunicadores capaces de:

  • Diseñar procesos de diálogo institucional.
  • Analizar datos de audiencia.
  • Crear narrativas participativas.
  • Medir impactos culturales.

Estas habilidades son fundamentales en contextos de opacidad, polarización e infodemia, en los que los comunicadores forman puentes de credibilidad entre ciudadanos, marcas y gobiernos, convirtiendo la incertidumbre en diálogo, la desinformación en transparencia, y el ruido mediático en experiencias humanas.

Estas ideas se fortalecen en un mundo complejo como en el que vivimos, en donde lo que no se nombra no existe, y en donde los medios invisibilizan a ciertos grupos, niegan sus luchas, distorsionan sus voces o romantizan las injusticias, se perpetúan desigualdades, por lo que comunicar para el cambio social es dar voz, visibilidad y dignidad a quienes han sido históricamente silenciados.

Estudiar Ciencias de la Comunicación es entonces comprometerse con la construcción de una sociedad más informada, participativa y cohesionada, por lo que se hace evidente la necesidad de una preparación profesional para diseñar experiencias interactivas que marquen la diferencia y contribuyan al desarrollo de las comunidades. 

Comunicar para el cambio social es sembrar palabras que germinan en conciencia, es usar la voz como tambor que convoca, el relato como antorcha que alumbra, la imagen como espejo donde el pueblo se reconoce digno y herido por la desigualdad, la mentira y el ruido; por eso el llamado es a comunicar con intención transformadora como un acto de amor y de rebeldía.

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