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El cerebro cree lo que ve (Cómo se “engaña” al cerebro con Realidad Virtual)

Empecemos planteando esta pregunta ¿Por qué el cerebro cree lo que ve?


Cuando una persona usa un visor de realidad virtual, como el Google Cardboard VR o un casco con conexión a un procesador externo como las Oculus Rift, PS VR , entre otros dispositivos disponibles en el mercado y aún estando en conciencia de estar en una habitación vacía y sobre suelo firme y estable, puede llegar a sentir vértigo si en la proyección virtual que observa se encuentra al borde de un precipicio. La persona sabe que la imagen generada no es real, pero su cuerpo reacciona como si lo fuera. Esta aparente contradicción entre lo que conocemos y lo que sentimos es fundamental para entender porqué la realidad virtual inmersiva es tan poderosa.

El cerebro no ve, experimenta e interpreta

Nuestro cerebro no “ve” el mundo de manera directa, este interpreta señales eléctricas provenientes de los ojos. Estas señales, se combinan con las emitidas por otros sentidos como el oído y el tacto para construir la imagen de la realidad que la persona está experimentando.

Tomemos como ejemplo la ilusión de movimiento que experimentamos al ver una película en el cine. Cuando se nos muestra una escena en un plano subjetivo (en el que aparentemente vemos a través de los ojos del personaje), tenemos la sensación de “vivir” lo que este vive, si corre podríamos llegar a experimentar agitación, o si sube en una montaña rusa es posible que lleguemos a sentir un leve mareo, Ahora, cuando nos encontramos inmersos en una experiencia de Realidad Virtual, esta sensación se multiplica: es decir, el cerebro cree realmente que nos estamos moviendo, aunque nuestro cuerpo no lo esté haciendo y causar estos efectos físicos, este fenómeno es conocido como “cibernetocis”.

El cerebro necesita coherencia, aquí está el dilema

Nuestro cerebro necesita que todo lo que percibe sea lógico y coherente. Si estamos viendo una escena de caída libre, pero nuestro cuerpo no siente nada, el cerebro entra en conflicto. Y al entrar en conflicto entra en crisis, se confunde y puede llegar a descompensarse. En el ámbito de la Realidad Virtual, este comportamiento del cerebro es llamado “disonancia sensorial” como mencionamos anteriormente es la “alerta” que envía el cerebro cuando las sensaciones físicas no corresponden a los estímulos visuales.

Entonces: ¿Por qué nuestro cerebro cree?

Estas son las principales razones:

  • El sistema visual predomina ante otros sentidos.
  • El cerebro siempre busca el camino más eficiente, si las señales parecen lógicas, no las cuestiona.
  • Los dispositivos que se usan en las experiencias inmersivas de Realidad Virtual “bloquean” el contexto físico y prioriza lo virtual.

Abriendo el camino al diseño interactivo

Al comprender cómo la mente humana procesa la información proveniente de los sentidos, estaremos abriendo el camino a la oportunidad para diseñar experiencias digitales que cumplen con su función de atraer el interés del usuario, pero que además conectan sólidamente con el mismo. Este conocimiento del modo de sentir y actuar de las personas nos permite crear mundos virtuales impactantes, que conecten con el público más allá de lo visual. Y al manejar coherentemente los estímulos visuales, auditivos, hápticos y técnicos, se pueden generar reacciones emocionales y físicas para sumergir al usuario en una realidad alterna que, aunque no es tangible, se siente completamente real.

Este conocimiento se convierte en un recurso valioso en el campo del Diseño Interactivo, donde se busca, crear una conexión auténtica entre el usuario y el producto digital. Ya que al entender las motivaciones, comportamientos y necesidades del usuario se aprovechan las dinámicas de la Realidad Virtual Inmersiva para generar experiencias interesantes, significativas y dependiendo del alcance del producto digital incluso transformadoras.

Es curioso ver como con la posibilidad cada vez más común de acceder a las experiencias de realidad virtual, esta deja de ser una ilusión o una tecnología inalcanzable, para dar cabida a nuevas formas de expresar y conectar, enriqueciendo la manera en que las personas conectan e interactúan con el mundo digital.

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