Uno de los instintos más antiguos e innatos de los seres humanos, es la necesidad de comunicarse, bien sea por medio del lenguaje oral, escrito o visual. En el campo de la comunicación visual, el grafiti se ha convertido en una herramienta social de arte urbano, ya que no sólo emplea elementos tipográficos, sino también imágenes, íconos y símbolos que enriquecen la representación de la vida diaria en las paredes de la ciudad que son vistas como lienzos desprovistos de color.
Por: Tatiana Flórez – Katherine Freire.
El grafiti se produjo entre los años 60’s y 70’s. Nació en las comunidades afroamericanas de Queens, el Bronx y Brooklyn (New York) vinculadas a la marginación social y la necesidad de hacer presencia física en la ciudad. La conquista del espacio público, física y simbólicamente se logró, en un comienzo, con las llamadas “Tags” o firmas. Está tendencia de escribir un nombre en la pared dio paso a una cultura de territorialización del entorno, que con el tiempo se convirtió en un fenómeno que ha ido evolucionando hasta convertirse en un arte urbano elaborado y complejo.
Grandes graffiteros de talla mundial como Bansky, Ricardo Cavolo, Obey y Blu, se han convertido en artistas que realizan intervenciones en el área urbana con conceptos pictóricos que van más allá de una simple firma, hasta lograr grandes producciones de sentido en las que el color, la imagen, la letra y los sentimientos se mezclan en una sola evidencia que perdurará en la pared algunos segundos, horas, meses o incluso años, pero que nadie puede asegurar, pues el grafiti en un muro es tan efímero como el soplo del viento.
A Colombia, el grafiti como expresión artística en los 90, a través de la cultura de Hip- Hop y se fue consolidando poco a poco con exposiciones en museos. Actualmente el grafiti, muchas veces, es considerado como un acto de vandalismo por su falta de organización y clandestinidad. Día a día los artistas dedicados a este arte intentan romper este estereotipo, para ello, intentan organizarse y plantear patrones que permitan mostrar realmente el significado del grafiti, un ejemplo de ello es “Vértigo-grafiti”.
Con el Decreto 75 de 2013: “Por el cual se promueve la práctica artística y responsable del grafiti en la ciudad”, Bogotá ha aprobado que éste tipo de muestras artísticas sean ejemplo de una verdadera participación ciudadana, en donde se dé un aval a la opinión y al arte, aunque los fusiles y las balas logren callar las ideas, los mensajes permanecerán intactos en los muros de toda la ciudad.
En la actualidad poseemos un gran museo callejero de arte gráfico instaurado por los graffiteros que no solo plasman reflexiones y posturas sobre la situación política y social de Colombia, sino que plantean una alto en el camino para tomar conciencia del tipo de nación que somos, que fuimos y que queremos ser en el futuro