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Comunicar para crear vínculos y redes humanas

Por: Jose Escobar Romero – jescobarr3@ucentral.edu.co

En cualquier sociedad, el acto de comunicarse no solo es natural, sino vital, por lo que esta acción va mucho más allá del intercambio de información y se constituye como la herramienta a través de la cual se construyen sentidos compartidos, se establecen acuerdos, se dirimen conflictos y se fortalecen vínculos, muy a pesar de que en muchas veces es subestimada, en la actualidad tiene un rol central en la configuración de las relaciones humanas, tanto a nivel interpersonal como colectivo.

Los comunicadores sociales no solo informan; también interpretan, median y transforman la realidad a través del lenguaje, las imágenes y los símbolos. Desde los medios de comunicación hasta los escenarios comunitarios, su acción contribuye a la formación de redes sociales auténticas, donde la interacción cobra sentido en contextos diversos.

Es así como, en un mundo cada vez más interconectado digitalmente, pero desconectado emocionalmente, el ejercicio profesional de la comunicación se convierte en una fuerza cohesionadora, capaz de tender puentes entre individuos, culturas y sectores sociales distintos.

Redes sociales: más allá de las plataformas

Cuando se habla de redes sociales, el imaginario colectivo suele remitirse de inmediato a Facebook, X (antes Twitter) o Instagram, sin embargo, el concepto es anterior a la tecnología digital y tiene un trasfondo profundamente humano, entendiendo que las redes sociales reales son estructuras de relaciones personales y colectivas que se sostienen mediante la comunicación.

Teniendo de precedente esta apropiación del concepto, el comunicador social tiene la capacidad de activar, dinamizar y fortalecer estas redes, facilitando los procesos de interacción y colaboración, a través del diseño de estrategias participativas, de campañas comunitarias o de narrativas significativas, que crean tejidos sociales resistentes al conflicto, al aislamiento o la desinformación, a lo que se suma un ejercicio clave en la articulación entre instituciones y ciudadanía, promoviendo relaciones basadas en la confianza, la transparencia y el respeto por la diversidad.

Comunicación interpersonal: la raíz del vínculo social

Toda red social, por más amplia que sea, se sostiene en relaciones interpersonales sólidas, de tal forma que la comunicación interpersonal es el primer eslabón para construir confianza, empatía y colaboración, por lo cual es fundamental la formación en comunicación social que otorga herramientas teóricas y prácticas para mejorar estos intercambios.

Desde habilidades para la escucha activa y la argumentación ética, hasta la capacidad de leer contextos culturales y emocionales, el comunicador puede intervenir en situaciones cotidianas de la vida social con una mirada crítica y constructiva, lo que se traduce en entornos más sanos, democráticos y respetuosos.

De igual manera, en espacios educativos, laborales o comunitarios, la figura del comunicador contribuye a transformar conflictos en oportunidades de diálogo, impulsando la mediación como una herramienta de transformación social.

Comunicación para la mediación y el tejido social

Uno de los campos más relevantes para el comunicador en el siglo XXI es la mediación social, sobre todo en contextos marcados por la desigualdad, la polarización o la violencia simbólica, se hace necesario el papel de un profesional que sepa leer el entorno, interpretar los discursos y facilitar los consensos.

La mediación desde la comunicación no se limita a gestionar conflictos, sino que apunta a reconstruir relaciones rotas, restaurar la confianza y generar procesos de reconciliación simbólica, acciones clave en territorios afectados por tensiones históricas o en organizaciones en busca de una cultura organizacional más humana.

El comunicador social, en este sentido, no actúa como un simple emisor de mensajes, sino como un actor social que conecta, traduce y crea significado, ayudando a que los diferentes actores se escuchen y comprendan mutuamente, para lo que propicia la construcción de redes sociales sólidas y vínculos interpersonales saludables también depende del grado de participación ciudadana. 

La comunicación social es entonces una herramienta indispensable para formar sujetos críticos y activos, capaces de ejercer sus derechos y construir lo común, mediante campañas educomunicativas, narrativas transmedia, procesos de alfabetización mediática y proyectos comunitarios son algunas de las formas en que el comunicador estimula la participación y el empoderamiento colectivo, fomentando una cultura del diálogo, del pensamiento crítico y de la cooperación.

Comunicar profesionalmente

Estudiar Comunicación Social y Periodismo no es simplemente aprender a escribir bien o manejar redes sociales, sino que trasciende a formarse en el arte de interpretar el mundo, de entender los sistemas de poder que operan en los discursos y construir narrativas que aporten al bien común.

Una carrera profesional en esta área ofrece herramientas metodológicas, epistemológicas y técnicas para leer la realidad de manera compleja, proponer soluciones y generar impactos sostenibles, desde las bases de la ética, la investigación, el análisis crítico y la creatividad, que son pilares fundamentales de la formación en comunicación.

Es por esto que los profesionales egresados de las universidades están en capacidad de intervenir en entornos diversos que van desde comunidades vulnerables hasta espacios gubernamentales, aportando a la cohesión, el entendimiento y la transformación social.

El nuevo comunicador

El comunicador social del siglo XXI debe combinar vocación humanista, competencias técnicas y una fuerte base ética. No basta con dominar herramientas digitales: hay que tener criterio para saber cuándo, cómo y para qué usarlas.

Lo anterior permite que los escenarios de intervención sean múltiples, entre los que se cuentan: medios de comunicación, organizaciones sociales, entidades públicas, proyectos culturales, empresas, colectivos ciudadanos o entornos virtuales, entre otros, y en todos ellos, la palabra y el mensaje son el punto de partida para generar transformación social, anclada a las realidades sociales, a los retos contemporáneos y a las posibilidades de construir desde el diálogo y desde la diversidad.

En América Latina y en el mundo hay múltiples ejemplos en donde la comunicación ha logrado recomponer redes sociales fracturadas, tal como sucede con iniciativas de radios comunitarias, laboratorios ciudadanos, medios alternativos o experiencias de periodismo colaborativo, que han demostrado que las acciones de comunicación pueden reparar en medio del conflicto.

En Colombia, proyectos como las emisoras en zonas rurales o los colectivos de comunicación de paz han sido clave para reconstruir el tejido social en regiones afectadas por el conflicto armado, lo que demuestra que el comunicador también puede ser un agente de reparación y reconciliación, inspirando a nuevas generaciones de profesionales a ver la comunicación, no sólo como un campo laboral, sino como un instrumento de transformación colectiva.

Las instituciones de educación superior cumplen un papel fundamental en la formación de comunicadores sociales críticos y éticos al ofrecer currículos actualizados, prácticas reales, vínculos con la comunidad y una formación integral centrada en el impacto social, como es el caso de los programas de formación en Comunicación Social y Periodismo que permiten a los estudiantes adquirir competencias en análisis del discurso, investigación social, gestión de medios, producción audiovisual y estrategias digitales, todo con un enfoque humano y político.

Comunicar para convivir

En definitiva, la comunicación social no es sólo una profesión, sino que es una manera de habitar el mundo, de conectar con otros, de construir comunidad, jugando un papel fundamental en la creación de redes sociales y vínculos humanos para una convivencia sana, equitativa y empática.

Por esto y más, estudiar Comunicación Social es, hoy más que nunca, una decisión estratégica y ética que implica formarse para leer, narrar y transformar el mundo, aportando a la mediación social y a la construcción de una ciudadanía más activa y reflexiva, en un planeta que grita por entendimiento, y en el que los profesionales en comunicación tienen la responsabilidad de ser el puente y la posibilidad del encuentro social.

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