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Claves contra las noticias falsas y la polarización

Por: Jose Escobar Romero – jescobarr3@ucentral.edu.co 

En la era digital, la información circula a una velocidad sin precedentes, lo que ha traído consigo desafíos significativos, tales como la proliferación de noticias falsas, la sobrecarga informativa y la creciente polarización social, lo que se ha visto promovido, en parte, por la ubicuidad de los dispositivos móviles, el acceso ilimitado a las redes sociales y la automatización de contenidos mediante algoritmos que han transformado la forma en que consumimos y compartimos información, por lo que hoy reconocemos que esta revolución digital, si bien ha mejorado muchos aspectos de la vida productiva, también ha generado consecuencias negativas que afectan la calidad del discurso público.

Estos desafíos requieren respuestas complejas, por lo que una de las soluciones más urgentes es fortalecer la educación en Comunicación Social y Periodismo, ya que son los profesionales formados en estas disciplinas quienes tienen la capacidad de analizar críticamente los contenidos, contextualizar los hechos y producir información verificada y rigurosa, haciendo que su papel se vuelve cada vez más importante en un entorno saturado de mensajes contradictorios y fragmentados.

Tomado de: Unsplash

La desinformación en cifras

La desinformación se ha convertido en uno de los principales riesgos para la estabilidad de las democracias, y así lo demuestra un estudio del portal de estadística en línea Statista, en el que se asegura que el 52% de los usuarios digitales en todo el mundo han estado expuestos a noticias falsas sobre salud, política o eventos sociales en redes sociales, situación que tuvo un aumento considerable durante la pandemia por COVID-19 cuando, por ejemplo, proliferaron mitos sobre curas milagrosas y teorías conspirativas, lo que complicó la gestión sanitaria en muchos países.

En un informe de 2023 de la UNESCO, se advierte que la desinformación no solo altera la percepción de la realidad, sino que también mina la confianza en instituciones clave como los medios de comunicación, los gobiernos y las organizaciones internacionales, y esta pérdida de credibilidad debilita el consenso social y promueve la fragmentación del debate público.

Por otra parte, la rapidez con que circulan las noticias falsas supera con creces la velocidad de la verificación periodística y así lo evidencia un estudio del MIT en el que se reveló que las noticias falsas se difunden seis veces más rápido que las informaciones verdaderas que se difunden en X (anteriormente Twitter), y llegan a más personas, una dinámica que nos plantea la urgencia de formar profesionales que puedan intervenir rápidamente para desmentir mitos y ofrecer información verificada.

La infoxicación: un mal de la era digital

En esta ecuación informativa de la era digital se incluye el concepto de la infoxicación, que se refiere a la sobrecarga de información que impide distinguir entre contenidos que sean relevantes y aquellos que no tienen mayor profundidad, una condición que, según Alfons Cornella, fundador y presidente de www.Infonomia.com y quien acuñó éste término, reduce nuestra capacidad de tomar decisiones informadas y puede generar ansiedad, fatiga cognitiva y desinterés por los asuntos públicos.

Esta sobreexposición informativa no se traduce en mayor conocimiento, sino en confusión y desorientación, esto debido a que, en muchos casos se consumen titulares sin verificar las fuentes, lo que deja a los usuarios vulnerables ante contenidos manipulados, una razón más por la que los profesionales de la comunicación tienen un papel fundamental en filtrar, jerarquizar y traducir la información en términos accesibles y contextualizados para las audiencias. 

Este panorama nos pone de precedente la inminente necesidad de estudiar disciplinas vinculadas a las ciencias de la comunicación que nos permitan entender los procesos de producción informativa y fortalecer los criterios para diferenciar la información veraz de la manipulada o irrelevante en medio de un ecosistema cada vez más interconectado y multigenerador de datos.

Desinformar para polarizar

Las dinámicas que hoy nos presenta la comunicación digital nos ha llevado a experimentar una polarización ideológica que ha crecido de forma alarmante, sobre todo, en la última década, y una de las principales semillas para este efecto ha sido la desinformación que se comparte en las redes sociales que, al utilizar algoritmos que priorizan el contenido con mayor interacción, tienden a reforzar las opiniones de los usuarios y a excluir visiones más divergentes, lo que en la actualidad es un fenómeno conocido como “cámara de eco”, en la cual se fragmenta la opinión pública y se obstaculiza el debate.

En este contexto, y como atención adecuada a la gestión de los datos, la formación en Comunicación Social y Periodismo, que incluye herramientas para interpretar el discurso mediático, identificar sesgos y fomentar la pluralidad de voces, se convierte en la vía más adecuada para promover una comunicación inclusiva y basada en hechos comprobables, que es esencial para reducir la polarización y reconstruir el tejido social.

Formación crítica y ética

Uno de los pilares de los estudios en Comunicación Social y Periodismo es la ética profesional, y por eso, los estudiantes aprenden a contrastar fuentes, a verificar hechos y a evitar la difusión de rumores o afirmaciones no sustentadas, desde la base de una formación crítica, que es esencial en un contexto donde el contenido viral suele estar desvinculado de la veracidad.

De esta manera, la ética periodística también implica el compromiso con los derechos humanos, la diversidad cultural y la responsabilidad social, generando que el comunicador no solo informe, sino que contribuya a la construcción de una ciudadanía activa, consciente de sus derechos y deberes, desde una perspectiva humanista, que se hace fundamental para contrarrestar los discursos de odio y la desinformación malintencionada.

En este sentido, la profesionalización del periodismo y de la comunicación debe ser vista, no sólo como una prioridad educativa, sino también como una vía de acción política, desde la que se forma una opinión pública argumentada y consciente de su lugar en la sociedad, por lo que invertir en la formación de comunicadores fortalece el sistema democrático y mejora la calidad de los debates públicos.

Alfabetización mediática

Profundizar en el estudio de las ciencias de la comunicación no sólo forma periodistas, sino que también contribuye a la formación de ciudadanos críticos, capaces de navegar el ecosistema mediático con discernimiento, a partir de la alfabetización mediática, que es una competencia esencial del siglo XXI, por lo que debe ser integrada en todos los niveles del sistema educativo.

Esta alfabetización incluye la capacidad de analizar los medios, identificando intenciones comunicativas, reconociendo narrativas hegemónicas y detectando posibles manipulaciones, de tal manera que el ciudadano alfabetizado mediáticamente esté menos expuesto a caer en la desinformación y más dispuesto a contrastar fuentes antes de compartir contenidos en escenarios digitales.

Numerosas organizaciones, entre ellas la UNESCO desde la Alianza Global para los Medios y la Información (GAPMIL), han promovido la integración de la alfabetización mediática en programas de estudio, impulsando a las universidades para que ofrezcan carreras de comunicación social y periodismo en perspectiva de formación ciudadana, para desempeñar un papel clave en esta misión educativa de los interlocutores mediáticos.

Casos de éxito en la lucha contra la desinformación

Existen ejemplos concretos que demuestran el impacto positivo de los profesionales de la comunicación en la lucha contra las noticias falsas. Un caso destacado es el de Verificado 2018 en México, una iniciativa colaborativa entre periodistas, académicos y organizaciones civiles durante las elecciones federales, por medio de la cual se logró verificar y desmentir cientos de informaciones falsas con un alto grado de eficacia y alcance durante el periodo electoral.

En Colombia, la plataforma ColombiaCheck se ha convertido en una referencia para verificar afirmaciones de figuras públicas y contenido viral, haciendo que su labor aporte para elevar los estándares del debate político y promueva la rendición de cuentas, democratizando así el acceso a la información y el control ciudadano de las acciones políticas de interés general.

Ejemplos como estos demuestran que el conocimiento técnico, la ética profesional y el compromiso social pueden hacer una diferencia real frente a la desinformación, de tal forma que estudiar programas profesionales vinculados con las ciencias de la comunicación, tales como el periodismo, la producción mediática, la publicidad o el diseño, permiten participar activamente en estas redes de veracidad que fortalecen la democracia.

Profesionalismo contra la desinformación

En suma, en este mundo contemporáneo, en donde la información es abundante pero no siempre veraz, la formación en Comunicación Social y Periodismo se erige como una herramienta indispensable para construir una sociedad más crítica, más informada y más cohesionada, en la que la batalla contra las noticias falsas, la infoxicación y la polarización, es un reto para los profesionales capacitados para comunicar con responsabilidad.

Los datos de reputación muestran que hoy en día la desinformación está erosionando la confianza en las instituciones y en los medios de comunicación, debilitando el tejido social, y frente a esto, el periodismo riguroso y la comunicación ética se convierten en pilares determinantes para una democracia saludable.

Es por esto que invertir en la educación de comunicadores y periodistas no solo mejora la calidad del debate público, sino que también garantiza el derecho de la ciudadanía a estar informada con veracidad, de manera tal que estudiar ciencias de la comunicación no es solo una elección profesional, sino que es una apuesta por el futuro de la convivencia y la verdad en nuestros territorios.

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