No podía quedarme sin hablar sobre este libro acá. En los últimos años he cogido la costumbre de empezar cada año leyendo un libro de esos gordos y pesados, que parecen biblias, con más de seiscientas páginas. En el 2020, el año que todo el mundo quiere olvidar, empecé a leer a Ricardo Silva Romero.
Por: Leonardo Sierra
Cómo perderlo todo, fue el cuarto o quinto libro que leí de él. Su fijación por los años bisiestos y demostrar que son malditos, es algo misterioso, aunque sí, los dos últimos bisiestos han nacido malditos. Sin embargo, su forma de narrar obliga al lector a quedarse en el relato, así sea sobre un mal recuerdo.
La familia Pizarro Laverde ha padecido estos dos últimos bisiestos; los ha llorado, los ha sufrido, los ha odiado. En Cómo vivir en vano, Ricardo Silva Romero retoma la vida del profesor Horacio Pizarro y su familia, para narrar los sucesos raros, extraños e inmisericordes de aquel año pandémico. Con su estilo peculiar de narrar las tragedias con un poco de humor convirtiéndolas en tragicomedias, el escritor sumerge al lector en un teatro imaginario donde la obra expectante es la vida del atormentado profesor Horacio Pizarro durante el 2020.
Cómo vivir en vano es la continuación de Cómo perderlo todo. Es, también, la excusa perfecta del escritor para narrar nuevamente por medio de la vida del profesor Horacio Pizarro, los sucesos y acontecimientos raros y extraños, esta vez, de aquel año que para muchos significó vivir en vano, para otros perderlo todo.
El año 2020 fue el año de la peste y el encierro. Justo la noche del Año Nuevo, aparecerá en la vida de la familia Pizarro Laverde, la protagonista de esta magnífica historia, un personaje inesperado que hará estallar una pelea entre las dos hijas de la familia, Julia y Adelaida Pizarro. De este drama familiar parte de nuevo una historia repleta de sucesos tragicómicos, divertidos, novedosos y novelados que le darán paso también a temas como los encuentros virtuales, Trump, el movimiento de Black Lives Matter, el #MeToo y el estallido social en Colombia.
Sin tapujos ni hipocresías, el escritor saca a la luz la realidad del matrimonio, de la vida en pareja: los pleitos, las peleas, los conflictos, los odios inocultables. Ese deseo de acabar con el otro. Esa incapacidad por soportarlo, en especial en aquel encierro infernal.
Se narra allí el machismo, el patriarcado inocultable que algunos hombres aun guardan. Horacio Pizarro, es un hombre que ya ha entrado en la tercera edad, aunque le cueste reconocerlo. Es, en el fondo, un machista de tiempos de antaño, que no logra comprender a su paciente esposa.
En este relato, espectacular por donde se le mire, Ricardo Silva Romero explora la idea del encierro, no sólo el físico, sino también el que vive cada quien dentro de su propia cabeza. “Vive bien quien logra salir de su cabeza. Vive a salvo quien puede ser un personaje secundario. Yo no. Yo sigo hablando de mí. Yo, yo y yo”.
Twitter como la red social más popular del momento, es también protagonista durante toda la historia, gracias a un trino de la cuenta alterna del profesor Horacio Pizarro, que desatará otra polémica inmensa.
De las tantas cosas buenísimas que hay por resaltarle al escritor, yo le resalto su capacidad para captar en palabras cada acontecimiento histórico y político del país y el mundo por medio de sus novelas. Esta vez, lo hace desde una perspectiva diferente, en medio de una pandemia que se llevó a miles, y dejó a millones en el vacío absoluto, en la desolación total.
Ricardo Silva Romero se burla de sus propios personajes, los pone a padecer, no tiene piedad, pues la realidad tampoco lo hace. Su pluma tiene una inmensa capacidad para captar las realidades sociales del momento, no deja escapar ni un sólo detalle. Su narración, ambientada en la desolada Bogotá del 2020, estremece, impacta; su delicadeza al momento de narrar cada detalle es cautivadora, seduce a sus lectores. Sus letras son adictivas, llamativas, interesantes.
La historia central se va conectando con hilos de otras historias que se juntan en un sólo contexto: el del encierro, el de la peste, el de la desolación, el de la incertidumbre, el de la convivencia en familia, en ese suicidio que es el matrimonio. Una vez más Ricardo Silva Romero estremece a sus lectores, también protagonistas, con sus historias.
Este libro nace a raíz de una petición, la de sus lectores que en Twitter y demás redes sociales le piden la realización de este libro. Y habría que decir acá, que nadie nunca antes en la historia, había amado tanto a sus lectores. Porque sí, porque un libro no se le dedica ni mucho menos se le escribe a cualquiera; esta vez el escritor dedica esta obra a sus lectores, quienes la pidieron.
Quizás esta cercanía entre los lectores y el escritor, marca un hito, una condición especial, pues la narración todo el tiempo tiene una característica permanente. Todo el tiempo el escritor es consciente de que les está contando una historia a sus lectores, estos lo están acompañando a contar la historia, en su escritura se demarca la relación estrecha entre lectores y escritor; los nombra, los cita, les habla al oído, se burla de sus personajes junto a ellos.
Durante 641 páginas, el relato principal se entrelaza con otros relatos que acompañan la historia principal, como se cambia de escena en una película, pero sin perder el hilo conductor y la coherencia. Las narraciones de las fechas citadas cronológicamente, el detallismo en que entra el escritor al describir la ciudad, su ambiente pandémico y desolador, sus sitios recónditos, etc., le dan un tono de crónica novelada al relato, con una precisión periodística que caracteriza la escritura del autor.
Yo los defino como completos. Tanto al relato como al escritor. Esta historia vale la pena leerla, para comprender el momento histórico y trágico que vivió la humanidad en aquel año tortuoso.
Su narración es exquisita, placentera de leer. Es relajante, a pesar de los sucesos narrados. Las letras de este relato están escritas con delicadeza, con cuidado, son trabajadas, son preparadas. Comprueba, una vez más, que el ser humano tiene una inmensa capacidad para contar su propia historia, en este caso, burlándose de sí mismo.