Por: Daly Martínez y Oscar Salazar
Contar solo unos pedazos de las historias es una mala costumbre que se tiene en Colombia, un comportamiento nocivo que nos ha perjudicado desde principios del siglo pasado -por no decir que antes de eso- y ha distorsionado la percepción de muchos de los sucesos más importantes y estremecedores de nuestro país.
Gran parte de esta responsabilidad recae en los medios de comunicación; los cuales permitieron que parte de la verdad haya caigo en el olvido gracias al silencio y censura que realizaron en aquellos acontecimientos.
Un ejemplo son los periódicos que no contaron la verdad sobre la masacre de las bananeras y que no fue sino hasta décadas después que se pudo conocer la verdad sobre ese desgarrador suceso; como también pasó con la retoma del Palacio de Justicia y el silencio mediático que trato de ocultar, el como las fuerzas militares priorizaron el asesinato de los guerrilleros sobre la seguridad de la vida de los secuestrados; las consecuencias de silenciar estas verdades se ven hasta la actualidad, en donde se sigue esclareciendo cientos de casos en donde, el estado y los medios de comunicación, decidieron omitir parte de las acciones de cualquiera de los involucrados, para así poder mantener la imagen y percepción que tienen las personas sobre el Estado.
Lo anterior se observó en las últimas manifestaciones de los años 2020 y 2021, en donde las personas, por un intento de difundir los verdaderos acontecimientos, comenzaron a grabar todos los atropellos que se vivía a diario dentro de sus barrios. Pero la tendencia de los medios por utilizar esta información para generar un discurso de odio hacia los manifestantes tuvo como resultado que la población estigmatizara a las personas que luchaban por sus derechos colectivos, al igual que sembró ignorancia en la población de edad avanzada al incitarlos a las inseguridades que vivieron en su juventud.
Como consecuencia de la poca ética demostrada por parte de los periodistas y medios de comunicación, la población que se mantuvo informada -en su mayoría jóvenes- exigieron que se revelara la verdad y se hiciera una disculpa pública por la manipulación de la verdad; lo que trajo un estallido social que se tradujo en la creación de colectivos que buscan contar la verdad, y por otra parte la pérdida de confianza hacia los grande medios privados.