Por Juan José Herrera Rojas
Todos hemos recibido alguna vez una “fake news”, y es normal que no sepamos cómo reaccionar, pues cada día se hacen más y más creíbles, haciendo que nos preguntemos en qué punto la libertad de expresión se convierte en libertinaje, y si deberíamos regular lo que se publica en internet, a lo que la respuesta es no, pues no solo la libertad es un derecho inherente a todos, sino que hemos visto qué pasa en países que lo han intentado.
Si bien es cierto que las Fake News son un fenómeno cada vez más estructurado y creíble, además de que también se han consolidado muy fuertemente en redes como Twitter, Facebook y WhatsApp, esto mismo ha creado una mayor preocupación por discernirlas, evitarlas, así como estrategias para evitar caer presas de estas.
Según un estudio realizado por Digital 2021, el 56,4% de los usuarios de internet han manifestado preocupación por la cantidad de fake news que reciben; esta lista es encabezada por Brasil con el 84% de sus usuarios expresando su preocupación. En este estudio vemos que es una amenaza real, y que cada vez somos más conscientes de ello.
Sin embargo, ¿censurar y regular estos contenidos es la única y mejor forma de controlar el problema?; se ha demostrado en países como Corea del Norte y China, que la censura a la información no es la mejor respuesta, pues la población se siente atacada al perder la capacidad de opinar y masificar contenidos que consideran verídicos, pues en ocasiones estas Fake new salen de opiniones de personas que están convencidas de lo que dicen.
A nivel internacional, varios periodistas han solicitado a los distintos gobiernos mejoras en su ejercicio dentro de la virtualidad, como mejorar la formación mediática e informacional a la población, para mejorar la viabilidad de las redes como canales de comunicación e información, durante la conferencia de Namibia.
Finalmente, el medio Periodismo Público afirma que para establecer esos límites mencionados al principio, entre libertad y libertinaje, es necesario que todos comprendamos que nuestra libertad incluye la necesidad de una conciencia en responsabilidad social; que seamos conscientes de que nuestros actos tienen repercusiones, y que somos responsables de estas.
La mejor estrategia para enfrentar a este fenómeno de las fake news no es arrebatar la libertad de las personas y los medios, sino formar a las personas sobre cómo identificarlas y combatirlas, así como concientizar frente a la responsabilidad social de nuestros actos, para que también independientes puedan ejercer sus funciones sin miedo a la etiqueta de “mentirosos”.
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