Por: Stefanía Bayter
La adolescencia se debe manejar con dureza, temple y carácter; nada de andar pensando que porque cumpliste 15 o 16 ya “eres un adulto y puedes tomar tus propias decisiones”, o que a la primera contradicción se alcahuetee tu “me voy de la casa”.
¿Pueden ustedes queridos lectores creer que en pleno siglo XXI hayan posiciones así?
Pues sí, lamentablemente, en nuestro siglo aún hay pensadores que consideran que el adolescente se siente mal por dentro por su naturaleza y lo que hace es desquitarse con padres y profesores. Tal cual lo afirma Gerardo Castillo, profesor emérito de la facultad de educación y psicología de la Universidad de Navarra, en España.
Por la misma línea se dirigió Mariano Yela, psicólogo y filósofo español quien dijo que “Es la rebeldía agresiva, que es propia de la persona débil, de quien no sabiendo soportar la dureza de la vida diaria intenta aliviar su sufrimiento haciendo sufrir a los demás. Se expresa de forma violenta”.
Sin embargo, expertos como Roberto Chaskel o Fernando Alberta, se apoyan en la idea de que ser padres de adolescentes es un proceso de preparación diario; por la necesidad que surge en las relaciones parentales de crear nuevas formas de comunicación.
¡Estamos en una sociedad dinámica, por tanto, no nos podemos quedar con ideas obsoletas!
Por ningún motivo se debe comparar la adolescencia de los años 70 u 80 a la adolescencia de nuestros tiempos según afirma Chaskel, dado que:
1. La adolescencia comienza más temprano, es así como con niños de 10 o 12 años ya se empieza a incursionar en un lenguaje de adolescentes.
2. El fácil acceso a internet por los jóvenes, lo que implica que tienen la posibilidad de conocer información que muchas veces los padres no tienen.
Por otro lado, Alberta no toma la adolescencia como un proceso traumático al que un padre se deba enfrentar; sino que, lo describe como un momento en el cual los niños se convierten en adultos y surge la necesidad de replantearse nuevas formas de comunicación entre padres e hijos.
“La adolescencia es una etapa fructífera, donde el lenguaje es completamente distinto” afirma Alberta. Padres y madres deben incursionar en un nuevo lenguaje con sus hijos, deben abordarlos desde la comprensión, el amor y la seguridad de que se están colocando en sus zapatos para poder entenderlos.
El libro “Adolescentes: Manual de Instrucciones” es un libro moderno escrito por Fernando Alberta, suprime todo aquello que ya no está en sintonía con los adolescentes de ahora.
Es así como surge la necesidad de replantearse como padres y buscar la manera y el lenguaje adecuado para abordar a los adolescentes.
Está claro, y sustentando mi opinión y postura con Alberta y Chaskel que ayudar a la construcción del tejido social por medio de la adolescencia es una de las tareas que más aprendizaje conlleva, debido a las necesidades de nuevos lenguajes y entendimientos en el momento de abordar a los jóvenes.
La sociedad es dinámica, como bien lo decía al inicio de este artículo, por tanto, cambia, muta, evoluciona hacia nuevas formas de pensarse como un sujeto individual y como un colectivo que se construye en conjunto empezando desde la institución familiar.
Las necesidades que surgen del cambio nos hacen archivar ideas, planteamientos, incluso acciones que a nuestros tiempos ya son rezagadas, que ya no tendrán el mismo efecto de construcción que hace algunos años.
Antes de mirar la adolescencia como una situación difícil por abordar, se debe concientizar que son los futuros constructores de ideas, de fuerzas, resistencias, y demás formas que los permitan ser desde su interior lo cual implica abordarlos con el mayor afecto, entendimiento, y nuevas formas de acercamientos que sean posibles.
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