El recuerdo lo lleva impreso en su memoria y no se le escapan detalles. Recuerda el incómodo momento en que requisaron a su madre para poder entrar a las instalaciones, recuerda niños jugando por todas partes y la alegría de poder compartir con su papá.
También recuerda, con mucho cariño, unas manillas que su padre les entregó, cada una con su nombre, cada una hecha a mano, cada una con una con un significado especial. Para Johana el esfuerzo que hacía para conseguir el dinero dentro de la prisión y poder atender de la mejor manera a sus hijas significaba la muestra de amor más importante.
El recuerdo lo lleva impreso en su memoria y no se le escapan detalles. Recuerda el incómodo momento en que requisaron a su madre para poder entrar a las instalaciones, recuerda niños jugando por todas partes y la alegría de poder compartir con su papá.
Mientras tanto, ella comprendió que las cosas que pasaban en ese lugar eran terribles, los presos vivían en condiciones deplorables y ahora, de adulta, puede entender las diversas situaciones, en parte traumáticas y en parte agobiantes que atravesó su padre y cómo ese tiempo que estuvo allí lo transformó de alguna manera.
Un día, en medio de la jornada escolar, su madre va a buscarla junto con su pequeña hermana, Mariana. Algo extraño sucedía.
Al padre de Johana le habían dado casa por cárcel después de 21 meses de dictada la condena, de largas noches encerrado, aguantando todo tipo de cosas innombrables o mejor dicho, la cárcel en sí misma.
Pero cuando volvió, ella no pudo evitar notar su cambio, su actitud era diferente. Lo explica con tranquilidad luego de asimilar que aquel hombre había perdido su libertad y su tranquilidad por casi dos años y le causa mucha impotencia darse cuenta del poco apoyo psicológico que recibió.
Con gran frecuencia entendemos la cárcel como un lugar natural en nuestra sociedad. Un espacio de represión. El castigo como figura imponente y válida, pero pocas veces entendemos la violencia con la que emergen estas instituciones, la crueldad y la hostilidad que reproducen y el dolor que provoca en muchas familias.
Para Johana, su hermana Mariana y su madre Margarita; vivir esta situación les enseñó que el ser humano que tienen al lado, merecía la redención de sus errores. El perdón y el amor son el sentido más grande que podemos darle a la vida y de eso se trata la condición humana.
Nota final: Los nombres de las personas que aparecen en esta historia fueron cambiados por discreción y protección de sus identidades.