Periodismo y audiovisual

La reforma laboral y el oficio de contar la realidad: Una mirada al periodismo en Colombia

Por: Paula Andrea Osorio posoriov@ucentral.edu.co

En la redacción de un medio bogotano, el reloj marca las 2:37 a.m. Una periodista joven ajusta su grabadora, revisa titulares y redacta con rapidez el boletín que debe salir al aire en pocos minutos.

Afuera la ciudad duerme, pero adentro todo vibra con la urgencia de la información; así es el ejercicio periodístico en Colombia, un oficio que no duerme, que no entiende de horarios fijos ni de fines de semana y que muchas veces se sostiene sobre la precariedad.

El periodismo, a diferencia de otras profesiones está atado a la inmediatez, la noticia ocurre en el momento y con ella, el deber de reportarla. Por eso hablar de horarios convencionales en los ejercicios periodísticos es poco menos que utópico; el trabajo nocturno y los turnos festivos son el pan de cada día. Y, aunque la reforma laboral propone una remuneración de 100% por estas jornadas, para muchos periodistas aún suena como un anhelo lejano. 

Más critico es el panorama para quienes apenas inician, aprendices, practicantes, pasantes; nombres distintos para una misma realidad. En los grandes medios de comunicación, sus prácticas suelen no ser remuneradas, se les exige como a profesionales pero se les trata como si el oficio fuera un favor.

La transformación del contrato de aprendizaje en un contrato laboral, como lo plantea la reforma, significaría un giro justo justo: seguridad social, ingresos dignos y reconocimiento desde el inicio del camino. 

La dignificación del periodismo colombiano pasa por ahí, no es solo cuestión de salarios; es entender que esta profesión históricamente golpeada, ha cobrado vidas por el simple hecho de ejercer. Que se enfrenta a riesgos reales en las calles, a presiones editoriales, a amenazas, al olvido institucional y que a pesar de todo, resiste; porque contar lo que pasa también una forma de cuidar la democracia.

Pero el mayor escollo está en los grandes conglomerados mediáticos, en donde las prácticas no son pagas, los reporteros de base reciben salarios bajos, desproporcionados si se comparan con las cifras de quienes dirige programas de alto perfil o tienen poder de agenda. La cadena de producción es profundamente desigual y en esa estructura, quienes más trabaja y más se exponen son también quienes menos ganan.

Para mi no es solo una reforma laboral, es un blindaje frente a los intereses de los poderosos, es una oportunidad para replantear el modelo económico de los medios, para devolverle valor a una profesión que ha sido menospreciada en lo económico, pero exaltada en los discursos públicos.

En un país en donde le periodismo está en crisis (de credibilidad, de independecia, de sostenibilidad), mejorar las condiciones laborales puede ser el primer paso para reconstruir el vínculo entre la ciudadanía y los medios. Porque cuando un periodista tiene garantizados sus derechos, puede concentrarse en lo esencial: contar la verdad.

Y tal vez, en una madrugada cualquiera, frente a un micrófono encendido, alguien sepa que su esfuerzo ya no es en vano.

Artículo producto de ejercicios académicos. No es oficial de la Universidad y las afirmaciones u opiniones emitidas a través de ellos no representan necesariamente a la Institución.

Recuerden que pueden ampliar todo nuestro contenido en nuestras redes sociales InstagramTikTok y Youtube, además de leer todos nuestros artículos en la página de Concéntrika Medios.





Comments are closed.