Por: Javier Correa Correa
El 15 de mayo de 2009, en la cercana Portugal, el grande José Saramago escribió una columna para su blog, en la que se preguntaba hasta cuándo se tendrían que aguantar los italianos a Silvio Berlusconi, anclado en el poder como un remedo de los césares latinos o, peor, del fascista Mussolini, socio de Hitler en la peor masacre bélica de la historia humana.
Empieza así su columna Saramago: “Hará unos dos mil cincuenta años, día más día menos, a esta hora o a otra, estaba el bueno de Cicerón clamando su indignación en el senado romano o en el foro: ‘¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?’, le preguntaba una y otra vez al bellaco conspirador que había querido matarlo y hacerse con un poder al que no tenía ningún derecho”. El mismo Saramago, Premio Nobel de Literatura y un ser humano valiente, explicaba que Catilina “era un mequetrefe de la peor especie, ya sea como hombre o como político”.
Resalta que Italia, desde la Roma clásica hasta el Renacimiento y más acá, ha visto nacer a hombres y mujeres como pintores, escultores, músicos, escritores, poetas, cineastas, “gente sublime que representa lo mejor que la humanidad ha pensado, imaginado, hecho”. Pero, y como no pueden faltar los peros, esa península con forma de bota ha presenciado con horror el surgimiento de seres como los ya mentados Mussolini y Berlusconi.
Y aunque habla de este último, puede uno leer que se trata de ambos cuando afirma que “tiene suficiente dinero para comprar todos los cómplices que sean necesarios, incluyendo jueces, diputados y senadores. Ha conseguido la proeza de dividir a la población de Italia en dos partes: aquellos a los que les gustaría ser como él y los que ya lo son”.
Finaliza José Saramago diciendo: “la historia de Italia sorprende a cualquiera. Sorprende, por ejemplo, que ninguna voz italiana (al menos que yo sepa) haya retomado, con una ligera adaptación, las palabras de Cicerón: ‘¿Hasta cuándo, Berlusconi, abusarás de nuestra paciencia?’. Experiméntese, puede ocurrir que dé resultado y que, por esta u otra razón, Italia vuelva a sorprendernos”.
Parafraseando, pero sin mencionar nombre propio en nuestro país, y a unos poquísimos días de las elecciones: experiméntese, puede ocurrir que dé resultado la adaptación de la frase de Cicerón y que, por alguna razón, Colombia vuelva a sorprendernos.