Pretender que se puede aprender dignidad es complicado, sobre todo cuando se goza de un montón de privilegios a los que no se quiere renunciar. Es más, a los que no se puede renunciar, porque sería tanto como salir huyendo y dejar al descubierto la vulnerabilidad de la espalda.
Por Javier Correa Correa
Y es más difícil aún cuando hay un gordo grupo de cómplices que también podrían caer al abismo de la justicia. Así se trate del rector de una institución cuya sigla es la muy estadounidense USA: la Universidad Sergio Arboleda, que desde su génesis carece de dignidad, pues con su nombre le rinde tributo a un sanguinario esclavista.
Pero eso es ir demasiado lejos, dejemos así, y a lo que vinimos, vamos.
La semana pasada, el Ministerio de Educación Nacional, como su nombre lo dice, encargado de controlar todo lo relacionado con la educación, le prohibió a la USA que se siga promocionando como una universidad acreditada de alta calidad, en especial por una razón con varias cabezas, como la Hidra de Lerna de la mitología griega: actos de corrupción.
Actos de corrupción, en plural, en las que supuestamente –ojo al término, no sea que después me demanden– el rector Rodrigo Noguera Calderón habría hecho negocios non sanctos especialmente en la costa Caribe, en los que estarían comprometidos recursos de la USA.
El martes 20 de este mes, el rector dio “un paso al costado” y con generosidad y transparencia le cedió el puesto a su hermano Jorge, pues “es consciente [SIC] que muchos de los ataques contra la universidad Sergio Arboleda responden a malquerencias contra él, como las del exdecano de derecho Leonardo Espinosa que dejo la universidad con grandes resentimientos”, según reportó en la FM la exalumna de la USA Darcy Quinn.
Lo que omite la “periodista” es que los “ataques” y las “malquerencias” se refieren a que la USA le pagaba sueldo como docente al actual fiscal Barbosa sin que este fuera a trabajar, sin que hubiera dictado una sola clase. Según el periódico El Tiempo, citando al Ministerio de Educación, “se habrían destinado recursos de la institución con fines diferentes al cumplimiento de su función institucional, así como la presunta infracción al régimen de inhabilidades e incompatibilidades de la universidad”. Fueron 17 contratos, uno de ellos suscrito por el fiscal, egresado de esa institución.
También egresado es Iván Duque, quien en calidad de presidente le otorgó a la institución contratos superiores a los $96 mil millones, por lo que esta lo premió con un Grado de doctor Honoris Causa en Derecho. En su discurso, cubierto por una toga ajustada al cuerpo, el entonces presidente dijo que “Pienso en cómo, en la función de la política, cada una de las tareas que hemos emprendido tiene un marco de referencia y de influencia de los valores que recibí en la Universidad”.
Pero esa es otra historia, sigamos con los valores del fiscal Barbosa, quien en plena cuarentena por el Covid-19 había viajado de vacaciones a San Andrés con una familiar comitiva, con presupuesto oficial, esto es, de los que pagamos impuestos.
Nadie lo investigó, obviamente, y el asunto seguro entró al mismo cajón donde fueron a parar varios expedientes de ingrata recordación, como los que tuvo a su cargo Gabriel Jaimes.
En el caso de corrupción en la Universidad Sergio Arboleda, el rector citó a su despacho a la fiscal Angélica María Monsalve para “explicarle” que los malos pasos se pueden ocultar a las buenas, que de esa manera funciona este país del Sagrado Corazón y que deje así. La valiente funcionaria se negó y Barbosa la castigó trasladándola al Putumayo, para quitarle las investigaciones que adelantaba. Por fortuna, ella sí conocedora de la ley y el orden, apeló la decisión amañada y tuvo que ser reintegrada a su cargo.
Cuando fue nombrado de una terna presentada por su compañero de pupitre Iván Duque en la USA, Barbosa le agradeció a la Corte Suprema “su voto de confianza” y agregó que “Acepto este reto con absoluta humildad y con la convicción firme de continuar sirviendo a los colombianos”.
Colombianos dentro de los que está, claro, Rodrigo Noguera Calderón. “Tú me ayudas y yo te ayudo”, dice un proverbio popular. Y Barbosa lo aplica muy bien.
Lo que no sabe aplicar es la ley, que burla como si nadie se fuera a dar cuenta. “El Estado no se maneja con ‘perdones sociales’”, dijo hace un tiempo. Esperemos que el poder judicial actué contra los corruptos, dentro de quienes estarían el rector de la Universidad Sergio Arboleda, y el mismo fiscal Barbosa. Por ahora, lo más digno, si sabe lo que dignidad significa, es que renuncie al cargo en la Fiscalía General de la Nación.