Luego del Covid-19 que cobró 6,3 millones de vidas a nivel mundial, una inseguridad alimentaria hasta del 85%, el desplomé del 5% del PIB a nivel mundial y desató problemas de salud mental entre los jóvenes y adultos al ser obligados a múltiples confinamientos, siendo este último de las consecuencias más duras de sobrellevar para estados y personas, quedando Corea y Japón como unos de los países más afectados por lo suicidios.
Por: Nicol Daniela Becerra Urrego
Correo: nbecerrau@ucentral.edu.co
Ig: nicolbcrra_1
Estos dos países desde el año 2004 han sido noticia por sus grandes avances tecnológicos, la cultura conectada, el éxito democratico y económico, la adicción al trabajo y “fracaso prohibido” ya que han sido caracterizados por ser países exigentes a nivel educativo y laboral y de ahí se desprende una ola que los ha estado azotando durante mucho tiempo.
Japón es el único dentro las naciones G-7 que son conocidos por ser los países más industrializados del mundo, que ha tenido como causa principal de muerte entre los jovenes el suicidio, en el rango entre 15 y 39 años de edad seguido por Corea del sur.
Para el 2019 que fue el año en el que se desató el Covid-19 la cifra de suicidios aumentó en un 10% con respecto al año 2018 y para el presente año 2022 la tasa de sucicidio llegó a 26 muertes por cada 100.00 habitantes, en conclusión 36,6 personas murieron a diario por suicidio en Japón.
Sin embargo, pasando a un plano general entre los jóvenes, los suicidios se han dado debido a las pocas horas de sueño, las largas horas de memorización y estudio, los recesos casi nulos entre las actividades y el alto nivel de competitividad que marcan la vida de los adolescentes coreanos y japoneses, empero, la apariencia física y la falta de interacción social son dos factores que combinados con los anteriores afectan considerablemente.
Se inicia dando un contexto de la pandemia debido a que esta fue una de las causas por la creciente carga psicológica y física que conllevo a desmedidos suicidios en Corea siendo un 15% más en mujeres que en hombres.
Según Yuki Nishimura directora de la Asociación Japonesa de Servicio de Salud Mental “las mujeres debían velar por la salud de sus familias y ser las encargadas de la limpieza”, además de que muchas de ellas perdieron su empleo, cargar con el estrés emocional y financiero; por ejemplo, en Tokio una de cada cinco mujeres vive sola y el aislamiento fue bastante difícil de sobrellevar, sin embargo, algunas de las mujeres no que no vivían solas sufrieron de violencia doméstica y las agresiones sexuales durante la pandemia.
Al tener un confinamiento obligatorio, fue complicado para mujeres y adolescentes escapar de estos escenarios que los vivían inmersos y los hacía sentir incómodos e inconformes con acciones, sentimientos, proyectos entre otros, por lo que solo veían una sola salida que era el suicidio.
De ahí la importancia de la interacción social, puesto que según un estudio el 99.99% de la población quiere tener compañía debido a que somos seres sociales y esta interacción con otros individuos de la sociedad configuran al ser humano en diferentes ámbitos como académicos, familiares, religiosos, políticos, entre otros, permitiendo así el tejido social.
Tras la pandemia, las relaciones a través del tacto se redujeron y las herramientas tecnológicas y la virtualidad fueron de gran ayuda, empero, según Antonio Ruiz, asesor de Neurociencia Aplicada e Integración Biotecnológica “las relaciones virtuales no son iguales: no se siente el dolor, o el amor de la misma manera. Aunque crean relaciones cercanas, no es lo mismo.
Afirma que “la interacción social es básica, queremos sentirnos incluidos en un grupo, porque nos da una sensación de seguridad”, por esto la importancia de poder recuperar la correlación social después de dos años de emergencia sanitaria por el Covid-19 y poder reducir y lograr detener los suicidios que impacta la vida de muchos alrededor del mundo.