Tras un año de tensiones políticas y militares entre Rusia y Ucrania, el panorama entre ambos países no vislumbra una atmósfera de apacibilidad en esta región de Europa Oriental.
Por: Óscar Pérez
En un ambiente avivado por cercos económicos e intereses geopolíticos, fuerzas militares del régimen del presidente Vladimir Putin invadieron Ucrania a finales de marzo de 2022. La azarosa contienda político-militar parece tener sus orígenes hace más de dos décadas, cuando Ucrania se independizó de la antigua Unión Soviética (URSS).
Contexto separatista por parte de Ucrania de la antigua URSS
Con el inicio e intensificación de la Guerra Fría, una docena de países de Europa y Norteamérica acordaron la creación de una alianza intergubernamental con el propósito de salvaguardar a países de Europa Occidental de la posible expansión por parte de la desaparecida Unión Soviética y del comunismo, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La mencionada alianza, es lo que hoy conocemos como La OTAN, Organización del Tratado del Atlántico del Norte, organismo que Rusia ha percibido como una amenaza, debido al apoyo y fortalecimiento que la organización ha tenido a través de incorporaciones de otros países.
El 60% de los Estados aliados pertenecen a Europa. Moscú ha señalado que la adhesión de países de Europa del Este ha sido una de las causales por las que, desde finales de 2021, desplegó tropas militares, aviones y vehículos de guerra cerca de la frontera con Ucrania, previo a la invasión.
Cabe señalar que Ucrania se independizó de la desaparecida Unión Soviética en 1991. Sin embargo, tras la llegada al poder de Volodímir Zelenski en 2019 y los acercamientos que este ha tenido con Occidente, Putin ha percibido estas aproximaciones como un atizamiento por parte de Estados Unidos y de la OTAN de tratar de convertir a Ucrania en lo que él ha denominado “un puesto militar para amenazar e intimidar a Rusia”.
¿Cómo han transcurrido las tensiones desde el año 2022?
A mediados de febrero de 2022, Vladimir Putin, por medio de una transmisión de una cadena estatal de televisión rusa, afirmó que reconoce por medio de decreto la independencia de las regiones separatistas de Donetsk y de Lugansk (territorios ubicados en la región de Donbass-Ucrania, y que estaban controlados por rebeldes prorrusos desde 2014). Las sanciones por parte del gobierno de Biden a estos territorios no se hicieron esperar, entre las que se encuentran vetos a inversiones, comercios y finanzas.
Para esa misma fecha, Putin inicia la invasión a Ucrania bajo la denominación de “operación militar especial” donde tropas rusas cruzan la frontera con Ucrania e inician los bombardeos a ciudades como Kiev y Járkiv. A consecuencia de esto, Zelensky ordena una movilización militar con el fin de garantizar la defensa del Estado ucraniano.
Mientras la ocupación rusa avanzaba, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos endurecían sus medidas y sanciones contra Moscú, orientadas principalmente al sector financiero, energético, deportivo, de transporte, entre otros.
Para marzo del año pasado, milicias rusas se tomaron la ciudad de Jérson, emboscada en la que 34 civiles murieron a causa de los ataques militares. La ONU, a través de la Agencia para los Refugiados (ACNUR), prevé que alrededor de 3.6 millones de personas han migrado desde Ucrania a otros países de Europa, la cual podría convertirse en “la mayor crisis de refugiados de Europa en este siglo”.
En un año de enfrentamientos entre ambos países e intervenciones por parte de diferentes entes gubernamentales, y con el fin de apaciguar la pugna, cerca de 500.000 personas han resultado muertas y heridas en ambos bandos. En el marco de un conflicto que ha estado marcado por bombardeos, desplazamientos, víctimas mortales, millonarias pérdidas materiales y ánimos caldeados en una región estratégica no solo de Europa, sino también del mundo entero.