Detrás de la máscara de la violencia, intolerancia e incluso el desapego de algunos a nuestro país, hay una realidad que no todos conocemos y que por el simple hecho de ser colombianos debemos hacer frente. Somos el sexto país con mayor riqueza en cuanto a fuentes hídricas: ríos, lagos y humedales. Se cuenta con 2.132 kilómetros cúbicos de agua, por lo que también tiene el título del país con mayores recursos acuáticos por persona, casi 46.000 metros cúbicos, según Ágora diario del agua, una cantidad exorbitante comparándolo con países como Alemania, en el que su producción anual no sobre pasa los 2.000 metros cúbicos.

Por: Laura Alejandra Ángel Solano

Por lo mismo, se crea una problemática alrededor del uso y aprovechamiento que le damos a este recurso: ¿lo valoramos realmente? ¿Somos conscientes de su importancia? Puede no ser un tema de inmediato interés para usted, porque poniéndolo en retrospectiva falta tiempo para que este medio escasee. Sin ir muy lejos, esta responsabilidad recae en nuestra empatía y en revivir nuestro sentido de pertenencia por lo que tenemos y lo que planeamos dejar a futuras generaciones. Así de sencillo, no reside en términos científicos ni tecnicismos alejados de nuestra verdadera comprensión, por lo que es bueno repetirse esta pregunta: ¿Qué es lo que dejo para el futuro? Una respuesta que debemos construir todos los días y por la que debemos ser individuos activos por el cuidado y concientización de lo que tenemos en nuestro poder.

Es un hecho que el agua hace parte de nuestro día a día no solo desde nuestro único uso, sino desde la misma producción de lo que comemos y lo que usamos. Es lo que nos mantiene vivos, un recurso indispensable para la existencia del ser humano y lo que conocemos.

Tomada por: Laura Alejandra Ángel Solano

Esta es una actividad que se debería realizar bajo la cuenta de todos los países, ya que, así como Colombia tiene la fortuna de tener tal cantidad de agua potable, existen países y ciudades que no corren con la misma suerte. Solo el 0,007% del agua que existe en la tierra es potable, número que disminuye progresivamente gracias a la contaminación y actividades como el fracking, que no corren por nuestra cuenta pero que desde lo personal podemos ayudar a contrarrestar mínimamente con actos pequeños y personales como ser conscientes del tiempo que nos tomamos todos los días en la ducha, la cantidad de agua que usamos al lavar los platos o el simple pensamiento de cómo podemos modificar este plan de acciones diarias para que nuestro consumo no sea el de antes. Esto construye un hábito y una conciencia colectiva.

Ahora bien, no nos podemos escudar en que las industrias son las causantes de quitarnos este medio tan preciado, debemos hacerlo notar y protestar. Para esto el ser conscientes de cuál es el sector de la economía en el que se va el mayor porcentaje de uso y desperdicio de este recurso es importante, y es que comúnmente se cree que este dominio pertenece a la producción de bebidas azucaradas, Coca Cola y Pepsi, las marcas líderes en el sector. Que si bien es cierto que es aterradoramente alta la cantidad de agua que involucran en su producción, en suma, con la constante demanda de estos productos, no se lleva este título. Se sabe que la industria que más utiliza y malgasta agua se encuentra en el área de la agricultura, pues, según la Gaceta UNAM, “Las pérdidas por infiltración y evaporación son de más del 60%”.

Tomada de: Banika.com

La importancia del sector agrícola para el desarrollo tanto físico como económico de la población es indiscutible; sin embargo, el fallo por parte de esta industria es la poca inversión y sensibilización que hay alrededor de la realidad del mal uso y aprovechamiento del recurso

En un punto de la historia les dejó de importar a los dirigentes y las grandes industrias el lugar donde habitamos. Como seres humanos hemos dado grandes avances en materia de salud, tecnología y hasta en nuestra convivencia, mediante las causas sociales, pero ¿dónde queda el espacio que nos da la oportunidad de desarrollar todas estas narrativas? ¿Si no somos nosotros, quién lo va a preservar para las futuras generaciones?

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