Por Andrés Javier Salamanca Melo
No hay lugar seguro, el primer cortometraje y uno de los mejores trabajos que he realizado en mi segundo semestre de universidad. Aún era la mitad del semestre, todavía era un estudiante que seguía tranquilo con su vida y un semestre que podía pintar muchas cosas nuevas e interesantes. Como la realización de ese personaje que pintaba ser un reto completo o como, tal vez, ser tachado por el resto del semestre de muchas cosas. Pero una cosa era segura, era realizar ese trabajo y arriesgarse o sacar un cero, una nota que podía afectar bastante mi rendimiento académico. Fue así como opté por la primera opción y me embarqué en una nueva aventura o, como muchos estudiantes dicen, un nuevo estrés.
Había un guión, hecho por quien hasta el momento era la guionista y actriz protagonista, había un director con su debido asistente y todo un equipo cuya tarea principal o misión era apoyar y ayudar en realizar un buen trabajo. Y también estaba yo un muchacho con un nuevo reto el interpretar un acosador, tarea que para mí era un tema complejo, pero creo que quien la tenía más difícil era mi compañera, la actriz protagonista, porque el aguantarse, aunque fuera actuando que un hombre tea acose no creo que sea algo chévere o bonito.
Era tarea fácil, buscar lugares para grabar porque la historia se realizaba en la misma universidad. Entonces reutilizamos lugares como salones, pasillos tanto dentro como fuera de los edificios y finalmente los ascensores, pero yo solo pensaba en cómo interpretar ese sujeto y que saliera bien y rápido.
-Antes de grabar tuve que investigar cómo se podría interpretar esa personalidad. Allí fue donde me encontré con varios videos en internet que me dieron una idea y junto con la ayuda del equipo de producción conformado además por mis compañeros, con los cuales pudimos sacar ese proyecto adelante.
Tal vez para mi compañera hubo muchas escenas que no le gustaron o que se pudo dar vida a algo de forma muy natural. Pero para mí, la escena más difícil fue el entrar a un ascensor y tener que lanzar una mirada que comunicara deseo, atracción y un gusto enfermizo hacia ella. Literalmente, se logró, fue tan real que mi compañera alcanzó a sentir en la vida real angustia, miedo e impotencia de no poder hacer nada porque la idea es que se está actuando y yo entre risas intentó continuar con la grabación.
En las últimas escenas volvimos a tener esa sensación, una escena en la que mi compañera tiene que gritar y ese grito tiene que sentirse natural. La escena más rápida de grabar debido a que mi compañera se puso en la idea de que si en realidad le pasara eso cómo sería ese grito. De pronto lo oí. “Era un grito lleno de impotencia por no poder ayudarme a mí misma y el estar en una situación de vulnerabilidad alternada con rítmicos golpes contra una puerta que evidencian en el público esa sensación de suspenso.
Después de tantas escenas, horas y días de grabación logramos crear un cortometraje que en muy poco tiempo lograra comunicar lo que las mujeres viven en su día a día. Y fue un trabajo en conjunto, donde el color se utilizó para mostrar el miedo, el nombre porque literalmente no hay lugares donde las mujeres se sientan seguras.
Enlace: https://youtu.be/XW30gFkZy-k
Ficha Técnica:
Dirección: David Camilo Tovar
Guión: Valentina Rueda, Ana María Delgado y Angelica Polo
Dirección Fotografía: Thomas Grisales
Reparto: Sundury Velasco y Andrés Salamanca
Asistente de Cámara: Thomas Grisales y Sundury Velasco
Edición y Montaje: David Camilo Tovar
Diseño de Vestuario: Angelica Polo
Hecho en la Universidad Central Carrera de Comunicación Social y Periodismo para la materia de Narrativas Visuales, si quieres ver todo el contenido sigue nuestra pagína web