La guerra de las barras

Las divisiones y la búsqueda del poder, tiene como consecuencia la pérdida y el olvido de lo que somos y lo que amamos.

Por: Juan Diego Yara Sanabria

Imagen de @millosfcoficial en Instagram

Para nadie es un secreto que en el deporte no sería lo mismo sin sus aficionados, esto lo pudimos evidenciar en la época de la pandemia: Estadios vacíos, falta de emocionalidad en los partidos, desolación sentimiento que nacía al ver un estadio vacío.

Por eso nace la importancia de las aficiones, pero no todo es fiesta, cánticos y trapos.

No se puede omitir que existe una guerra de intereses, territorialidad, ego y búsquedas de poder. 

Desde 1986 y 1987 que se formaron las primeras barras en Colombia, se pudo evidenciar cómo adoptaron nuevas formas de comportamiento en los estadios para alentar a su equipo.

Como dice Mauricio Ocampo en su ensayo sobre las barras del fútbol.

“Estos nuevos grupos adoptan los cantos barristas argentinos y movimientos en las tribunas, lo que empieza a llamar la atención de muchos jóvenes hinchas”

La nefasta época del narcotráfico, que aún no termina, en que los líderes controlaban el fútbol colombiano y en particular eran dueños de los equipos en los años 80 y 90, es de anotar cómo algunas de las barras más violentas que hoy existen nacieron cuando los socios mayoritarios de algunos equipos eran los capos del narcotráfico.

Ellos las financiaron con transporte, boletas, reconocimientos económicos y, en parte, trasladaron sus guerras y disputas por el control del narcotráfico al enfrentamiento entre sus equipos y barras.

Hoy en día aún podemos ver esto, todas las directivas del fútbol Colombino tienen una relación directa con las barras de su equipo siguiendo con los beneficio que se veían en la época de los 80  y 90, aunque actualmente algunas directivas han intentado radicar estas ayudas, esto ha generado indignación en las diferentes barras, como consecuencia se puede ver el caso del club atlético nacional con la barra los del sur y su guerra campal el día del partido aplazado contra América de Cali, buscando la sanción del equipo y siendo la manera de que ellos se hicieran escuchar.

¿Pero qué pasa cuando se genera una división dentro de las barras? Este es el caso de la guerra entre los comandos azules y la blue rain.

Luego de un par de años en el que equipo sufrió varias dificultades como: una crisis financiara que casi termina en la desaparición del club, como consecuencia se desataría una crisis deportiva que generaría una sequía de títulos y el coqueteo con el descenso.

Esto desembocó en la indignación de algunos integrantes de la barra de los comandos que solo querían ver a su equipo campeona. Sin embargo, la administración del ex dirigente López-García cambió todo, como decía Jorge Lizcano Moneda “recibíamos 400 boletas, viajes a todas las ciudades de Colombia y fuimos por toda Suramérica patrocinados por Juan Carlos López, ex presidente de Millonarios.

Pero cuando le dijimos que no queríamos más boletas, que lo que queríamos era salir campeones y conseguir la estrella 14, cogió a otros amigos de nosotros y les trabajó la cabeza por dinero. Ahí empezó la división. Los que eran nuestros mejores amigos por más de 10 años de barrismo se vendieron por unos cuantos billetes.” 

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Esta es una de las versiones del porque se dividió la barra y dio inicio a esta guerra, entre los hinchas de un mismo equipo.

Trayendo diferentes consecuencias dentro y fuera del estadio, una de las principales consecuencias fue el cierre de fronteras y el no acceso a muchas ciudades del país.

Dos frentes con diferentes nombres, pero con la misma pasión, ahora solo es un recuerdo aquellos tiempos en los que Millonarios jugaba con 3 mil personas en la tribuna, casi todos en Norte porque los comandos azules era la única barra que como dicen algunos hinchas “que de verdad no abandona”. Con el tiempo, Oriental y Occidental tomaron la batuta y empezaron a aplicar la política de no abandonar ni insultar.

Una de las consecuentes fue la pérdida del camino y los valores de Norte. De repente los cantos que más se escuchaban eran insultos hacia el equipo así ganaran, también en los alrededores de la tribuna se denunciaban robos en los días de partido. Pero todo terminaría en tocar fondo el año pasado, cuando buscaron hacer un boicot para hacerle perder puntos y dinero al equipo por estar en contra de la administración actual.

Podemos ver que para los dirigentes el fútbol es un negocio más, a ellos no les interesa si el equipo gana o pierda solo buscan la manera de abaratar nómina, costoso y buscar vender a cualquier jugador buscando al precio que sea sabiendo que la monea está devaluada y por cada dólar que entra son 5 mil pesos colombianos. Al final es un tema mercantil, mientras algunos se matan por una camiseta otros solo los ven como un número más.

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