Por Manuela Astaiza Marenco
En medio del paisaje desgarrador de la guerra en Colombia, muchas mujeres enfrentan una batalla silenciada, una lucha por la dignidad y la esperanza en medio del caos. Este conflicto ha dejado cicatrices profundas en el tejido social del país, y la necesidad de recordar y reflexionar sobre estos eventos es crucial.
Un monumento tradicional nos presenta una versión heroica de la historia, elevando nuestra mirada hacia estatuas colosales que nos dan una sensación de grandeza, haciendo que nos sintamos diminutos ante ellas. Por el contrario, un contramonumento tiene un propósito diferente: crear una pieza artística que provoca incomodidad y vacío, en lugar de exaltar un relato totalitario. Busca conmemorar y generar incertidumbre en su público.
Este es el caso del contramonumento “Fragmentos” de la artista Doris Salcedo, un espacio de arte y memoria que invita a reflexionar sobre el conflicto armado en Colombia, destacando especialmente a las mujeres víctimas de la violencia sexual.
Ubicado en una casa en ruinas en La Candelaria, este espacio alberga una obra principal que despierta curiosidad desde el primer momento. El piso que cubre todo el lugar está elaborado con armas fundidas de las FARC-EP, entregadas tras el acuerdo de paz.
Al entrar, uno no puede evitar sentir un escalofrío al caminar sobre una superficie con textura y relieves que recuerdan a un terreno rural o como una hoja arrugada y luego extendida.
Este piso fue moldeado por mujeres que sufrieron violencia sexual durante el conflicto, utilizando martillos para dar forma a las láminas donde luego se vertieron las armas. Conociendo este contexto, es imposible no sentir tristeza, impotencia y dolor al saber dónde se está parado.
Durante mi primer recorrido, la experiencia se intensificó con la exposición “Desminar” de la artista mexicana Tania Candiani. Esta exposición utiliza un dispositivo de imagen y sonido, que al verlo te puede recordar a un detector de metales, este al recorrer el piso, emite sonidos tétricos traduciendo los relieves en sonidos.
Estos sonidos nos hacen pensar que el piso está contando una historia, evocando la sensación de caminar por una zona rural de Colombia, con los sonidos de la naturaleza mezclados con el miedo latente.
Siguiendo con el recorrido se nos lleva a una sala al fondo del sitio, en donde frente a una pantalla gigante, se muestra cómo el dispositivo detecta los desniveles en el piso, con marcas rojas y sonidos intensos que indican zonas de mayor reconocimiento por el artefacto, se siente como si fueran áreas peligrosas o minadas.
Esta representación gráfica y auditiva me recordó cuando en algunas películas de acción, el rojo marca la zona de peligro y la música genera desesperación en quien lo presencia.
Para concluir esta enriquecedora, pero dolorosa experiencia, se presentó un corto documental sobre el proceso de creación de “Fragmentos”. Al final de los 24 minutos, no pude contener las lágrimas. Fue un proceso increíblemente conmovedor, triste y reflexivo. Ver cómo un lugar guarda tanta historia y conmemoración me dejó profundamente impactada.
“Fragmentos” es un espacio que te deja con muchas incógnitas sobre un país tan dolido. Es un lugar que vale la pena visitar para reflexionar sobre nuestra historia. Como reza la icónica frase: “El que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
Este espacio no solo presenta una exposición fija; pues cada seis meses, se renueva con obras de artistas revolucionarios que muestran su arte relacionado con el conflicto en Colombia.
Visitar “Fragmentos” es un acto de memoria y una invitación a no olvidar, a reflexionar sobre las cicatrices del pasado y a buscar un futuro más justo y en paz.
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Artículo producto de ejercicios académicos. No es oficial de la Universidad y las afirmaciones u opiniones emitidas a través de ellos no representan necesariamente a la Institución.