IMAGEN DESTACADA 26 septiembre

Comunicar para formar e informar

Por: Jose Escobar Romero – jescobarr3@ucentral.edu.co 

Los medios de comunicación son mucho más que emisores de noticias: son agentes formadores de la opinión, moldeadores de percepciones y espacios donde se construye la identidad colectiva. En Colombia, como en otros países, cada reportaje, cada programa educativo, cada documental tiene el poder de educar: dar sentido a la realidad, motivar el pensamiento crítico y promover valores democráticos, culturales y sociales, pero para que ese potencial no se vea distorsionado o desvirtuado, se requiere que quienes trabajan en medios estén formados profesionalmente para entender qué significa la responsabilidad ética, cómo construir narrativas pertinentes, cómo usar los recursos tecnológicos y pedagógicos con sensibilidad. 

Medios para educar

Los medios audiovisuales, escritos y digitales actúan cotidianamente como aulas informales y por eso, cuando un canal de televisión transmite un reportaje sobre cambio climático, cuando una radio local cuenta historias de comunidades rurales, cuando un periódico publica análisis de políticas públicas, no sólo informa sino que también enseña. 

En Colombia, programas periodísticos como Informe Especial (Señal Colombia) o Los Informantes (Caracol) han servido para sensibilizar a la audiencia sobre derechos humanos, conflicto armado, memoria histórica o diversidad cultural, todo esto sin desconocer que estos espacios, que se configuran como educativos, ocurren sin que se les denomine así, pero teniendo un efecto real, pues al informar contribuyen a formar ciudadanía, incrementar la conciencia social y promover los debates ciudadanos.

La clave está en elegir adecuadamente los temas a investigar de manera crítica, en entrevistar voces diversas identificando las comunidades afectadas, en contextualizar evitando estereotipos pues, por ejemplo, un documental que muestre solamente el sufrimiento sin explicar las causas estructurales, podría dejar al espectador con emociones, pero no con herramientas de comprensión y por eso, quienes trabajan en medios, deben tener formación para que esos contenidos sean rigurosos, equilibrados, pedagógicos, alineados con principios de verdad, justicia y pluralismo.

Ética del formador

El ejercicio periodístico con vocación educativa exige más que talento expresivo, exige conciencia ética soportada en pilares tales como: Educar sin adoctrinar, informar con justicia, exponer sin vulnerar derechos, entre otros. En este sentido, en nuestro país, el Código de Ética Periodística de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que replica la Carta Mundial de Ética para Periodistas de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), así como los manuales de las asociaciones de periodistas, tales como el Círculo de Periodistas de Bogotá – CPB,  subrayan la necesidad de respeto por la dignidad humana, la veracidad, la imparcialidad y el enfoque de derechos. 

De acuerdo con lo anterior, cuando los medios de comunicación asumen ese rol formador, deben revisar las formas en que construyen sus narrativas, desde elementos como titulares, selección de imágenes, fuentes, etc., porque un error en esos elementos puede reproducir prejuicios o desinformación, especialmente en audiencias pequeñas o vulnerables.

Un ejemplo ocurre cuando los medios regionales reportan sobre desplazamientos forzados y allí el profesional en comunicación informa sobre quiénes son los responsables institucionales, sobre qué derechos se vulneran, con respecto a qué mecanismos existen para la atención, y da voz a los involucrados. 

Otro caso es la cobertura de población indígena frente a la cual, los medios que han aprendido a respetar las cosmovisiones de los pueblos originarios, usan lenguajes culturalmente apropiados y con ello han tenido un efecto educativo fuerte en reconocimiento y visibilización de estas comunidades desde el conocimiento y la validación de sus realidades.

En tiempos donde las noticias falsas proliferan y donde la desconfianza hacia los medios crece, la credibilidad es el capital más valioso de un medio y esa credibilidad se cimenta en la ética y la formación correcta de quienes escriben, investigan, editan, dirigen, soportados todos desde la honestidad en los hechos, la transparencia de fuentes, la corrección de errores y el reconocimiento de sesgos, lo que requiere formación permanente.

Las redacciones entonces deben incorporar comités éticos, mentorías, talleres sobre integridad periodística, cursos sobre verificación, bases de datos confiables, y a la par, las universidades están llamadas a enseñar sobre casos reales de errores mediáticos, analizar fraudes informativos o malas prácticas, lo que permite que los futuros comunicadores aprendan no sólo qué hacer, sino también qué evitar.

Medios y educación: una alianza necesaria

Los medios públicos y los proyectos educativos tienen una ventaja frente a los medios privados, ya que están en capacidad de asumir fines sociales más allá del lucro comercial, tal como sucede en Colombia con instituciones del sistema de medios RTVC que integra canales como Señal Colombia, Radiónica, Radio Nacional, Canal del Congreso, desde los que se dialoga de manera directa con las realidades de las regiones de todo el territorio nacional.

Por otra parte, las universidades cuentan con medios universitarios y radios comunitarias, muchas de ellas agremiadas en la Red de Radio Universitaria de Colombia – RRUC, se presentan como espacios de difusión en los que se mezcla lo cultural, lo educativo y lo informativo, gracias a que estos medios pueden programar contenidos pedagógicos que van desde documentales o series histórico-culturales, llegando hasta espacios interactivos, lo que en los medios privados muchas veces no encaja porque no se consideran rentables.

Pero estas alianzas enfrentan retos que se originan en financiamiento inestable, presiones políticas, baja audiencia ante contenidos más llamativos o déficit de personal especializado,  lo que demanda formar profesionales con competencias en producción audiovisual, pedagogía, investigación de audiencias, guion educativo, lo que ayuda a que estos medios cumplan mejor su misión y se fomente el respaldo institucional para tener cada vez más talentos comprometidos, que puedan generar programas con impacto duradero, sobre todo en población joven o en regiones apartadas.

Formarse para formar e informar

El medio educativo no basta si no hay profesionales bien formados y ante esto, las universidades colombianas han respondido con programas robustos, como sucede en la Universidad Central, en donde se acaba de implementar una reforma curricular que responde a los diálogos directos con el sector productivo con el programa de Comunicación Social y Periodismo, para garantizar un reconocimiento de las realidades sociales para abordarlas desde las rutas formativas. 

De igual manera, en otras Instituciones se enseña una Comunicación Social que entiende la disciplina como fenómeno sociocultural, narrativo, transmedia, buscando formar profesionales capaces de comprender los procesos comunicativos sociales y proponer estrategias pertinentes a las necesidades del país. A la oferta de educación superior, se adhieren cursos técnicos, diplomados y especializaciones que buscan profundizar conocimientos en producción audiovisual, locución, medios digitales, relacionamiento público, entre otros temas, que permiten actualizar competencias técnicas y pedagógicas.

Una formación profesional de calidad debe combinar teoría con práctica: investigación de medios, ética, estudios de audiencia, producción real, proyectos de servicio comunitario, y acciones que debe incorporar nuevas tecnologías, técnicas de narrativas multimedia, pedagogía de medios, alfabetización mediática, por lo que se deben brindar competencias de gestión, para que los medios puedan sostener proyectos educativos sin depender exclusivamente de subsidios o restricciones externas.

En suma, el papel formador de los medios no es accesorio, sino que hoy en día se hace esencial para fortalecer la democracia, valorar la diversidad, salvaguardar los derechos humanos, generar ciudadanías activas, críticas y participativas, pero en este sentido, no se puede improvisar: se requiere formación profesional sólida, ética, pedagógica y técnica. 

Si le ha parecido interesante esta interacción, espere próximamente una nueva entrega con más análisis alrededor de las relaciones entre el ejercicio de la comunicación para formar e informar.

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