Por: Gabriel Esteban Benítez Rozo
Algunos dicen que el paro fue algo pasajero, que no se logró nada, que tal vez fue algo planeado por una guerrilla urbana bautizada por muchos, de forma satanizada como “primera línea”, que hacían parte de células urbanas o disidencias de las FARC.
Sin embargo y a pesar de varios procesos, donde se demostró con evidencias contundentes que se trató de montajes judiciales, hubo casos donde las personas acusadas fueron sentenciadas a varios años en prisión.
Prisiones conocidas por ser centros de reclusión donde no hay garantías de los derechos humanos, por ejemplo, el centro de reclusión La Tramacúa ubicado en Valledupar, Cesar. Según la organización Colectivo de Abogados Jose Alvear Restrepo (CAJAR) en este centro penitenciario hay torturas y condiciones insalubres.
Mientras está en redacción esta nota, estamos a pocas horas de cumplir un año de este estallido social, como lo dijo el periodista José Alberto Tejada en la cuenta de Instagram del Canal 2 de Cali: “…lo que ocurrió a partir del 28 de abril del 2021 fue la segunda revolución de los comuneros en Colombia …”
Hace casi un año y durante los meses siguientes vivimos, los jóvenes del territorio nacional, un miedo sistemático, donde ser joven se convirtió en una razón para tener miedo, para huir, para esconderse por el simple hecho de no estar de acuerdo y estar cansados de un gobierno corrupto sin garantías para el pueblo.
La mayoría de la sociedad colombiana vimos cómo flotaban cuerpos de compañeros universitarios, trabajadores y estudiantes en ríos y caños, en el caso puntual de Bogotá, el juvenicidio cometido presuntamente por parte del ESMAD, la policía nacional, algunos militares y la famosa gente de bien dejó como consecuencia más que madres y familias desesperanzadas.
Según la ONG Temblores apartir de su investigacion conjuntamenta con Paiis, clinica legal de DDHH, O70 medio digital de la universidad de los andes, Cuestion Publica medio digital independiente, desde el 28 de abril hasta el 28 de julio del 2021 hubo 40 casos de violencia homicida, 35 casos de violencia sexual, 103 casos de lesiones oculares.
Sin embargo y por la lucha de cada uno de los afectados me siento obligado como periodista a conmemorar uno de los hechos que ha marcado de forma más reciente la historia colombiana y no por pesar alguno, sino por dignidad, por lo que llamamos digna rabia.
Si bien estamos en épocas electorales no hay que caer en la politización de las manifestaciones, estas no se darán por apoyo a un candidato y tampoco por “dañar la imagen” de otro, hay que tener claro que solo el pueblo salvará al pueblo.
Traigo esta frase a su memoria porque no hay un candidato presidencial que hasta el momento haya propuesto justicia y reparación para las víctimas del paro 2021.
A pocas horas de cumplirse 365 días del estallido social, vienen a mi memoria nombres como: Duvan Barros, Lucas Villa, Esteban Mosquera, Sebastián Bonilla Bermúdez, Dylan Barbosa, personas que tenían claro porque se manifestaban, que se cansaron y trataron de expresar su disgusto, pero eso no les fue permitido y arrebataron sus vidas.
Muchas personas acusan de suicidas a los manifestantes, y puede que sí, que esta generación sea la que ha preferido dejar su vida por la esperanza a un cambio, cansados por el abandono del estado en sus territorios.
Este 28 de abril de 2022 no será un día cualquiera, será otra muestra de cómo el fascismo se encuentra en crisis por culpa de jóvenes que decidieron resistir de cualquier forma necesaria para demostrar su indignación, y que no solo están dispuestos a pelear de forma física sino con ideas.
Ideas que iluminan al igual que una fogata para una olla comunitaria, y que no se extinguirán ni con toda el agua a presión que utilicen las tanquetas del ESMAD, más que conmemorar el día en que inició una juntanza popular que solo se siente representada por sí misma y no por entidades como el comité de paro.
Conmemoramos a todos y todas las personas que creyeron en un cambio y aun así pagaron esa esperanza de cambio con su vida, pero esto no solo nos dejó tristeza sino convicción, de que debemos seguir impulsando y acompañando los territorios, estando juntos y dejando de creer en falsas propuestas.
Y como lo dice una famosa arenga:
¡¡POR NUESTROS COMPAÑEROS
NI UN MINUTO DE SILENCIO,
TODA UNA VIDA DE COMBATE,
¿HASTA CUÁNDO? HASTA SIEMPRE,
¿HASTA DÓNDE? HASTA LA VICTORIA,
VENCEREMOS Y SERÁ HERMOSO!!
Para más información de esta temática puede visualizar la siguiente infografía: https://concentrika.ucentral.edu.co/conexion-central/una-ojeada-politica/https://concentrika.ucentral.edu.co/conexion-central/una-ojeada-politica/