Por: Paula Cortés
A lo largo de la historia, el ser mujer implicó múltiples violencias que vulneran todo tipo de derechos y dentro de las más repetitivas se encuentra el acoso y el abuso donde los silbidos, piropos y comentarios no deseados, son el pan de cada día para muchas de nosotras.
Hay que tener en cuenta ¿qué es el acoso?, este hace referencia al conjunto de comentarios y actos obscenos que transgreden e incomodan a miles de mujeres y niñas en el espacio público. Es una problemática que causa pánico, inseguridad y miedo en aquellas personas sobre las que recae, llega a afectar de manera grave.
Hay que tener en cuenta ¿qué es el acoso?, este hace referencia al conjunto de comentarios y actos obscenos que transgreden e incomodan a miles de mujeres y niñas en el espacio público. Es una problemática que causa pánico, inseguridad y miedo en aquellas personas sobre las que recae, llega a afectar de manera grave.
Como el anterior caso hay tanta variedad, por lo que podemos encontrarnos de todo tipo, así, llegamos al caso de Alejandra Trujillo, una adolescente de 16 años que sintió miedo hace un par de semanas “tuve que hacer un trabajo en el que tenía que entrevistar a alguien, fui con mi grupo a buscar a la persona y cabe aclarar que íbamos en moto”.
“En un momento tuve que bajarme de la moto y un señor me comenzó a perseguir, era una zona que yo no conocía muy bien lo cual me generaba más miedo y cuando volví con mis amigos el señor seguía detrás mío, quedé fría, pero al verme con ellos me miró de manera obscena, fue la experiencia en la que más débil me sentí”.
El acoso y el abuso callejero es la forma más normalizada de violencia género, convirtiéndose así en un acto intolerable, pues las chicas no pueden moverse libremente en los espacios públicos. De hecho, la Veeduría Distrital en un informe realizado evidenciaron que 9 de cada 10 mujeres alguna vez se sintieron acosadas en la ciudad.
En una entrevista realizada a Viviana Barbenera, la veedora distrital, dijo a Caracol Radio “en este informe se revela un problema que considera es casi invisible y silencioso”, detallando que “Hay diversos problemas en la ciudad, pero en general las mujeres transmiten que no se sienten seguras ni en la calle, ni en espacios de transporte donde pueden ser víctimas”.
El acoso callejero es el primer síntoma para posteriormente llegar a un abuso, y es que como lo índica el informe, ir en transporte público da miedo, como nos cuenta Tatiana Herrera que vivió una situación de acoso precisamente en Transmilenio, “Me sucedió hace poco, llevaba una falda, es una prenda que me gusta usar mucho, pero Bogotá no me lo permite”.
“Uno recibe miradas acosadoras porque estás mostrando una parte de tu cuerpo, que aunque es algo que todos tenemos, no respetan y se siente indignante no poder usar falda porque te piropean en cada paso que das, te dicen que estás muy bonita, que venga yo le hago el favor y se siente molesto que lo digan como si fuese un halago”.
Para finalizar, recordemos que el acoso no está estipulado como un delito, sin embargo, a diario las mujeres nos sentimos vulnerables ante situaciones como estas, donde no tenemos rutas de ayuda a las que podamos llevar el caso, así que si nos sucede intentemos no quedarnos calladas ante el acosador, hagamosle pasar vergüenza.
Y piensen bien en esta frase “porque si yo paso por la pena, tu con la culpa vas a cargar”, teniendo en cuenta que ser violentadas por ser libres no es justificable. Los hombres nunca tienen miedo de ser transgredidos por como visten, somos nosotras las que vivimos con esto aún cuando no debe ser así.