Por: Paula Fernanda Pinzón Rivera – Daniel Felipe Hernández Vargas
La presión por obtener buenas calificaciones vive latente en todos los estudiantes desde que iniciamos nuestro proceso educativo. Se nos ha enseñado que por obtener un 5 somos sobresalientes, pero un 0 nos indica un total fracaso. ¿Consideran ustedes que este sistema de calificaciones es realmente suficiente para medir el aprendizaje de los estudiantes?
Este sistema funciona como un medio comunicativo entre el docente y el estudiante, le permite al alumno conocer si su trabajo realizado es bueno, malo o regular y aquello en lo que debe mejorar a ojos del profesor. Sin embargo, son parámetros rígidos y arbitrarios en los que se dejan de lado puntos importantes a tener en cuenta.
Muchos pasamos por una gran frustración al sentir que todo el esfuerzo y dedicación que empeñamos en un trabajo se ve recompensado con una mala calificación, incluso experimentamos envidia y llegamos a generar una especie de competencia con nuestros compañeros de clase.
Y claro, todo esto nace desde el hogar, donde nuestros familiares imponen la importancia de presentar buenas calificaciones, haciéndonos creer que aquello es el reflejo del “estudiante ejemplar”, pero al final del día ellos solo conocen el apunte dado por el profesor en el papel o la nota subida al sistema.
Dejan de lado todo el esfuerzo, el estrés y la dedicación a la que se puede estar sometido únicamente porque una mala calificación delimita todo bajo el concepto de “insuficiente”. Acaso las noches en vela, las lágrimas sobre el escritorio, o el avanzar a pesar de todos los obstáculos, ¿no son suficientes?
Jeferson Pinzón, acudiente de una estudiante centralista, nos comenta que el método de calificación le parece adecuado, pero siendo honesto el criterio de calificación que toma cada docente, ya que, si el trabajo del docente es real, el estudiante se comportará igual, finalmente, recalca que una nota nunca definirá la “inteligencia”.
¿Acaso es correcto calificar de la misma manera a un estudiante que pasa por problemas de depresión o dificultades familiares con uno que no? Claramente, el desempeño de uno se verá mayormente afectado, pero esto en muchos casos pasa desapercibido y solo se añaden tensiones extra a dificultades ya existentes.
Hemos llegado a delimitar todo únicamente a cifras y más cifras. Un niño, un joven, incluso varios adultos, seres latentes de sentimientos, emociones, problemas, aspiraciones y frustraciones, se ven reducidos únicamente a un número.
“Las notas son un mecanismo supremamente arcaico” comenta Juan Felipe Rengifo, Docente de la Universidad Central, quien afirma que realmente aplica este sistema calificativo porque es una obligación en su trabajo como docente, su pensamiento realmente se inclina por no asignar notas sino resaltar el esfuerzo y aprendizaje que se va ganando.
Pero lógicamente no podemos marcar todo como malo, este sistema calificativo ha sido órgano esencial y pilar fundamental en todo sistema educativo, incluso debemos ser honestos al decir que en muchos casos las notas, resultan ser un factor motivante y desafiante para muchos estudiantes que día a día buscan superarse.
La falla radica en que este sistema posee raíces tan fuertes, que se nos ha imposibilitado encontrar algún otro método que atraiga las miradas de las instituciones educativas. Uno que lógicamente brinde una calificación conforme al desempeño académico, pero que no deje de lado todos los problemas a los que nos enfrentamos dentro y fuera de lo escolar.
Angie Gómez, estudiante de la Universidad Central, propone una idea muy interesante, con la que estuvimos de acuerdo, aunque no radica en un método de calificación, pero sí en un plan que la mayoría de instituciones pasan por alto.
Esta se caracteriza por un análisis bastante observador y crítico que se le daría a cada alumno desde el colegio, se tendría en cuenta, su personalidad, en que se destaca y nosotros añadimos, posiblemente, su vestimenta.
En algunos casos, para los estudiantes su aprendizaje en matemáticas o física es realmente complejo, pero para el arte, el baile, la lectura, son realmente estupendos, o viceversa. Por supuesto que no hay que ser ignorantes hacia ninguna enseñanza, todo suma, pero si hay que darle mayor importancia a aquello que apasiona y nos da esencia.
Por tal razón, tener presente en lo que sobresalen los estudiantes se debería recalcar más que en lo que se les dificulta. Por ejemplo, los universitarios se supone que estamos estudiando lo que nos gusta, pero llega el caso que en la materia que nos pone en aprietos nos va mal, en varias ocasiones nos preguntamos ¿Esto si será para mí?
En conclusión, principalmente queremos dar a entender que todo lo que realizamos sea con amor, dedicación y esfuerzo, es lo que verdaderamente vale en esta la vida, lo orgullosos que estemos de nosotros mismos, ser excelente académicamente es una dicha, pero ser excelente profesionalmente debe ser mágico.
Lo que vivimos ahora no volverá a pasar, está claro, así que gocemos lo que aprendemos y lo que perdemos en la Universidad, que si nos va mal se mejora y que si nos va bien no se baja la guardia, estamos en un proceso que seguramente se lo enseñaremos a otros, aún somos pequeños, pero estamos seguros de que ustedes y nosotros seremos grandes.
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