Los delincuentes siempre han hecho lo posible para encubrir lo que harán o han hecho. En algunos casos no solamente dictan leyes sino que hay otros que se escudan en supuestas teorías, como la que se inventó un siquiatra gringo acusado de pederastia para justificar que a las mamás les quiten a las hijas e hijos víctimas de violencia intrafamiliar y, en casos más extremos, de violencia sexual.
Por: Javier Correa Correa
El tipo era Richard Gardner, quien planteaba una supuesta teoría que llamó alienación parental, según la cual en una denuncia se presenta “…un lavado de cerebro” al cual uno de los padres «generalmente la madre», somete al hijo/a, en contra del otro progenitor «generalmente el padre» logrando de este modo alienar, quitar a ese padre de la vida del hijo/a, para hacerlo desaparecer, pudiendo llegar el niño o la niña hasta a creer que su padre abusó sexualmente de ella”, según denuncia la organización no gubernamental AMS, Mujeres para la Salud, que agrega que se pone en tela de juicio el testimonio de las víctimas.
En una de sus publicaciones, Gardner dice, con toda la desfachatez, que “mi teoría es que la pederastia también sirve a objetivos procreativos. Obviamente, no sirve a tales objetivos en el nivel inmediato en el cual los niños no pueden estar embarazados y tampoco ellos pueden dejar a otros embarazados. Sin embargo, el niño que se inclina hacia encuentros sexuales en una edad temprana probablemente se sienta altamente sexualizado y ansiará tener experiencias sexuales durante los años de la prepubertad”.
En Colombia, esta dizque teoría ha hecho carrera en el sector judicial y, quién lo creyera, en las comisarías de familia, creadas precisamente para defender los derechos de niños, niñas y adolescentes.
La periodista Alexandra Correa, insistente hasta la terquedad en la protección de esas personas indefensas, asistió el martes primero de este mes al Salón Elíptico del Congreso de la República, en el marco de la instalación de la Comisión Accidental de la Infancia y la Adolescencia. Allí, además de presentar escalofriantes cifras, denunció la manipulación de muchos abusadores, sicólogos, siquiatras, jueces, comisarios de familia, amparados en la vergonzosa “teoría” de Gardner.
Recordó que hace cinco años Colombia era el tercer país del mundo con tasas de homicidio infantil, pero que la situación se ha agravado “y ahora somos el segundo país”, según Save the Children. Denunció que, amparados en la “alienación parental”, muchos jueces han entregado la custodia a los presuntos abusadores “bajo el pretexto de que las mujeres están locas y los niños inventan los abusos, invisibilizando su sufrimiento, atropellando sus derechos humanos, sobreponiendo el interés del adulto y su presunción de inocencia por encima de los derechos superiores de la infancia”.
Denunció que este año ha habido más de 500 asesinatos de niños, niñas y adolescentes en todo el país. “Los abusadores –dijo– han protegido exitosamente esta teoría de la alienación parental junto a algunos equipos corruptos dentro del sistema de protección infantil que han encontrado en la niñez un negocio y en el silencio institucional y político, su asidero”.
“He conocido al menos 35 casos en todo el país” en los cuales esta supuesta alienación parental ha sido utilizada, agregó la periodista.
Propuso entonces en el Congreso que sea eliminada la falsa teoría “dentro del sistema de protección infantil que se ha venido camuflando en diferentes términos, como la obstaculización paternofilial, para dejar en la impunidad los delitos sexuales a menores de edad. En lo que va del año ya van más de 15.000 denuncias”, con un 97% de impunidad, no solo por la supuesta teoría, sino porque el sistema judicial está atiborrado de casos y las personas encargadas de investigar y juzgar no dan abasto.
“Los derechos de los niños prevalecen sobre los demás”, dice la Constitución Política promulgada hace ya 31 años. El Congreso y el Gobierno tienen la palabra para ponerle freno a esta vergonzosa situación, que no debe ser ajena a nadie. Además del Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial, el Estado somos todos. Y la defensa de la niñez nos compete a todos. Con berraquera, con decisión. El futuro no es responsabilidad ajena, porque precisamente la Constitución dice que la democracia no es representativa sino participativa. Y los niños, niñas y adolescentes tienen voz. Escuchémoslos. Y brindémosles todo el respaldo, para que sepan y sientan que no están solos y desprotegidos.