Por Juan José Herrera Rojas

Casi 8 millones de personas habitan la capital colombiana; infantes, adultos y ancianos llenan cada rincón de esta fría polis, y cada vez son más los que llegan a probar lo que la ciudad que está 2.600 metros más cerca de las estrellas.

Hace más de un siglo, los capitalinos solo tenían dos opciones para recorrer la (pequeña entonces) Bogotá: a pie o en mula, caballo o asno; y si bien Bogotá aún conserva su accidentada y magullada infraestructura con tantos huecos como elefantes blancos; antes había que surcar los caminos embarrados y cubiertos por las “gracias” de los equinos.

 

El transporte público se modernizó en 1884, cuando se inauguró el primer tranvía de Santa Fé, aunque este seguía siendo jalado por mulas y su trayecto pasaba por la Plaza de Bolívar, la plazoleta San Diego, la calle 26 y terminaba su recorrido en Chapinero, de acuerdo con el Archivo de Bogotá, de la Secretaría General.

 

Ya en 1910 nacería la Empresa del Tranvía Municipal de Bogotá, la cuál formalizó más los novedosos tranvía eléctricos que empezaban a llegar a la ciudad. Gracias a la organización y formalización de este medio de transporte, el tranvía se pudo expandir a otros barrios aledaños a los puntos anteriores, y permitió la evolución a pasos agigantados de Bogotá.

Sin embargo no todo es progreso, durante el “Bogotazo” en 1948, toda la red del tranvía sufrió daños, por lo que en 1951 dejó de funcionar, dando paso a una era donde el transporte público se convirtió en un negocio privado.

 

Distintas compañías privadas comenzaron a establecerse y poner en circulación sus propios buses para brindar servicio de movilidad y cubrir diversas rutas que se extendían por la totalidad de la creciente ciudad. 

 

Si bien la Empresa Distrital de Transportes Urbanos intentó desde 1948 implementar un servicio organizado con los “Trolebuses”, que era unos vehículos impulsados por electricidad, el auge de los buses privados fue tan grande, y los daños durante el “Bogotazo” tan costosos, que esta idea murió en 1991.

Estos buses de empresas privadas no fueron la mejor solución, pues al no ser reguladas por el Estado, competían entre sí para recoger personas, completar antes su recorrido, y poder iniciar uno nuevo.

 

Esto se conoció como “la guerra del centavo”, y conllevó a varios accidentes pues conducían a velocidades vertiginosas y realizaban maniobras reprochables para adelantar y cerrar a la competencia en las angostas, congestionadas, y quebradas vías de la ciudad.

 

Todo esto, y algunos detalles más son presentados en la película de Ciro Durán, titulada “La guerra del Centavo”, donde queda en evidencia la imprudencia de los conductores en la década de los 80, y que aún hoy en dia deja rezagos, así como la mala gestión por parte de las administraciones en el sector del transporte público.

 

Ya en el año 2.000, el exalcalde Enrique Peñalosa implementó el actual sistema de público “Transmilenio”, el cual consistió originalmente en 14 buses que recorrian desde la calle sexta, en el centro de la ciudad, hasta la calle ochenta, en la parte nororiental de la ciudad, a través de su troncal en la avenida caracas.

 

Unos cuantos años después, esta empresa del sector privado que cuenta con recursos públicos, decidió proponer una alternativa a la caótica situación de los buses de otras empresas privadas, comprando sus flotas y afiliandolos a su empresa, integrando y creando el SITP, o Sistema Integrado de Transporte Público.

En 2018 también desarrollaron el TransMiCable, una red de teleféricos que conecta de una manera más eficiente, los barrios y sectores adyacentes de la localidad de Ciudad Bolívar, reduciendo sus tiempos de transporte; además dejando en claro que para este entonces, su red de troncales ya se extendía por toda la ciudad.

 

Actualmente, la ciudad está a la espera de su primera línea del metro, la cuál a lo largo de la historia capitalina, ha tenido más de una decena de estudios, gastando más de $180.000 millones solo en la última década de acuerdo con el periódico “Portafolio”, y que se espera entre en función en 2025.

 

La historia del transporte público en Bogotá ha atravesado momentos duros, y ha tenido un largo historial de errores, inversiones monumentales, y malas administraciones; pero al menos en esos tiempos no había trancones.

 

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