Por: Valentina Amórtegui Gutiérrez.

 

Para nadie es un secreto que nuestro país se enfrentó a diversos conflictos a lo largo de los años. Sin duda muchos de ellos generan: repudio, tristeza y hasta decepción para algunos colombianos, pero estas situaciones se transformaron en algo que se ve como “normal”. 

 

Lamentablemente, en nuestra cultura se arraigó el aceptar las condiciones en las que se vive y continuar como si nada pasara, o en otras palabras, hacerse el de la vista gorda, es algo cotidiano.

 

“A lo largo de la historia, el mal ha significado una amenaza al bienestar del ser humano, en el sentido que se entiende como un obrar deliberado, que hace que la existencia se vea enfrentada a un sinsentido, porque maltrata, humilla, deshumaniza y destruye la dignidad humana” (Zimbardo, 2008, p. 26). 

 

En la historia de Colombia hemos visto innumerables formas del mal, a las cuales de hecho, estamos acostumbrados; las naturalizamos a tal punto de pensar en vivir con estas situaciones, como si fueran algo totalmente normal.

Las masacres, las torturas y secuestros a manos de los grupos armados al margen de la ley, el abuso policial, los repudiables crímenes cometidos por agentes del Estado, violaciones y desapariciones de líderes sociales, entre otros, son tan sólo una pequeña muestra de la maldad y la violencia de este país.

 

Hoy en día es común para un colombiano tener que salir a la calle con una gran cantidad de prevenciones, pues se conocen bien los peligros que hay en las calles e incluso, inventamos nuestros propios sistemas para sobrellevar estas situaciones, o sentirnos más seguros.

 

Los atracos callejeros o robos a mano armada, son una de las preocupaciones más comunes; en medios de transporte, en diversos establecimientos, en callejones y en general en lugares públicos, nos podríamos enfrentar a una situación de vida o muerte.

De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, para el año 2019, fallecieron 305 personas en medio de un atraco callejero a mano armada, o intento de hurto.

 

Este fue el caso de Andrés Felipe Linero, un joven de 20 años, a quien hirieron con un arma blanca, en medio de un atraco callejero en Bogotá, después de compartir con sus amigos en un bar, el 20 de junio del 2009. Según cifras del DANE, en promedio, 40 personas son asesinadas anualmente en Bogotá, en medio de un atraco callejero o robo a mano armada.

 

La puñalada que recibió Felipe, afectó su corazón y sus pulmones, por lo que falleció el 25 de junio del 2009. En este mismo año, según el Instituto Nacional de Medicina Legal, el 80% de los hombres colombianos fallecieron por una lesión personal, en medio de un atraco callejero o robo a mano armada.

 

Y en la actualidad, el 8% de los hombres en Colombia, son heridos en medio de una situación violenta con armas corto punzantes.

 

Según datos estadísticos del Instituto de Medicina Legal, desde el año 2009 hasta el 2014, fue la época en donde más personas tuvieron una muerte violenta en nuestro país. 

 

Desde el año 2015 hasta el 2018, se presentó un descenso en las muertes. Desde entonces, la violencia aumentó por la reactivación de los enfrentamientos armados en el territorio colombiano. 

A pesar de los esfuerzos que se han hecho con el paso de los años por buscar la paz, y aumentar la seguridad de los colombianos, nuestro país aún se ve afectado por la violencia; los robos a mano armada, son el pan de cada día en nuestras ciudades.

 

 

Si quiere conocer más información sobre la violencia en Colombia, escuche el siguiente audio:

 

Publicado por Concéntrika Medios

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