Por: Jose Escobar Romero – jescobarr3@ucentral.edu.co
Cada año, en octubre, Bogotá se convierte por unos días en el epicentro de la fantasía, el juego, la creatividad y la cultura pop gracias al Salón del Ocio y la Fantasía, más conocido como SOFA. Este evento reúne cómics, cosplay, videojuegos, ilustración, cultura asiática, literatura fantástica, deportes alternativos, entre otras expresiones, por lo que, más que una feria de entretenimiento, SOFA actúa como un escenario simbólico donde audiencias diversas convergen, donde se gestan comunidades, se visibilizan diversidades, se moldean tendencias. Su relevancia va más allá del ocio: tiene un impacto social, económico y cultural palpable, gracias a sus estrategias de comunicación, diseño de experiencia y alianzas institucionales.
SOFA ha crecido de manera sostenida en número de asistentes y es así como en 2023, su versión 14 reunió aproximadamente 200.600 personas, con más de 400 expositores, 3.000 gestores culturales y participaciones internacionales de alrededor de 16 países, tal como lo registran los reportes del Instituto Distrital de Turismo, tendencia que se mantuvo en su edición de 2024, cuando se superaron los 200.000 visitantes, mostrando una confirmación de su fuerza como evento masivo, lo que se replicó nuevamente en la versión de este año.
El perfil de los asistentes revela una audiencia joven (frecuentemente entre 15 y 35 años), con alto interés por la tecnología, el entretenimiento digital, la cultura geek/fantástica, los cómics y las aficiones específicas, como lo son el anime, el cosplay o los videojuegos. También hay una mezcla interesante de residentes de Bogotá y extranjeros/turistas, lo que le otorga una dimensión nacional e internacional, consolidando así un crecimiento en audiencia que implica que las estrategias de comunicación del SOFA deben atender no sólo al volumen sino también a la diversidad, contemplando gustos, expectativas, modos de participación e identidades.
Narrativa, branding y experiencias inmersivas
SOFA no se limita a anunciar fechas y expositores; desde su comunicación construye una narrativa simbólica para generar expectativa, sentido de pertenencia y comunidad. En la versión 2025, por ejemplo, se usó el concepto de “La Comunidad del Dragón”, símbolo de unión, diversidad y creatividad, para involucrar no solo al público, sino a las comunidades locales, los expositores y gestores culturales.
El branding de SOFA también participa de estrategias visuales fuertes, tales como el uso de ilustraciones, los stands muy característicos, pero sobre todo, las experiencias inmersivas que se pueden vivir en las zonas de cosplay, los escenarios gamer, las pasarelas o las obras de gran escala que permiten instagramabilidad y viralización en redes sociales, con lo que se expande el eco más allá del día del evento, con contenido digital, fotos, videos, hashtags, voces de fans.

Grandes marcas de entretenimiento, como Marvel o DC, hacen presencia en la agenda – Foto: Jose Escobar R.
Una de las fortalezas más notables de SOFA es la robusta existencia de comunidades de aficionados que comparten pasiones específicas, pero que en este escenario logran unificarse como colectivos que en la cotidianidad están ubicados geográficamente dispersos, encontrando aquí un espacio físico y simbólico para reconocerse mutuamente.
Estas comunidades no solo asisten como público consumidor, sino que tienen agencia desde la organización de concursos y sus participaciones como creadores, expositores, gestores culturales, o artistas invitados, de manera tal que se fortalece la estructura colectiva del evento mediante la creación de redes de colaboración que generan diálogos o aprendizajes compartidos, y que permite que las comunidades emergentes tengan visibilidad.
El valor del consumo cultural
SOFA actúa como generador de tendencias, pues lo que está en la pasarela cosplay, lo que visten los asistentes, lo que se consume en videojuegos, lo que se produce en ilustración o las temáticas narrativas que se enfatizan, entre las que se cuenta la fantasía medieval, la ciencia ficción o las culturas japonesas, muchas veces toman fuerza aquí antes de ser masivas, tal como sucedió en su momento con el fenómeno del K-Pop.
Además, la feria suele incorporar novedades tecnológicas, nuevos géneros de entretenimiento, formatos innovadores de participación, que luego se replican en otros eventos, en consumo mediático, en productos de entretenimiento y merchandising. Un ejemplo local es la presentación de videojuegos con narrativa local — como Nova Mundi o Hizca — que mezclan mitología indígena, ambientalismo o temáticas sociales, desde desarrollo creados por universitarios de nuestro país, con lo que SOFA impulsa una tendencia de origen, donde lo local dialoga con lo global.
El SOFA no es sólo un espacio homogéneo, sino que celebra la diversidad en múltiples dimensiones que integran lo cultural, los generacional, las expresiones artísticas, las identidades de fandom y sus estéticas, los múltiples géneros de entretenimiento, e incluso, las etnias, lo que lo constituye como un espacio propicio para el reconocimiento y la integración desde el reconocimiento de la diferencia.
Por ejemplo, las áreas dedicadas a cultura asiática, manga, animé, cosplay, arte alternativo, ilustración, cultura K-Pop, artes marciales, se presentan como recombinaciones culturales que semejan ventanas hacia identidades que quizá no tienen tanta presencia en los medios tradicionales, pero que aquí encuentran su espacio adecuado en medio de las comunidades que se sienten invisibilizadas o minoritarias en otros ámbitos, logrando así un escenario de afirmación.
Diversas culturas, como la del ánime, se reúnen en SOFA cada año – Foto: Jose Escobar R.
Interacción y aprendizaje experimental
Estas ferias no solo exhiben, también enseñan, gracias a que el Salón incorpora talleres, charlas con expertos, conferencias, estudios o exhibiciones donde los asistentes aprenden técnicas de ilustración, diseño de personajes, diseño de cosplay, producción de videojuegos, artes digitales, manualidades y hasta robótica, con lo que la oferta formativa permite que los participantes no sean solo receptores de cultura, sino prosumidores activos.
Es de destacar que esta dimensión pedagógica no se da de manera individual, sino que se piensa también de forma colectiva en asocio con las comunidades, que organizadas, comparten conocimiento dentro del evento; además, la feria sirve como vitrina para aprender sobre gestión cultural, emprendimiento creativo, innovación en productos de ocio, como lo reportan espacios como SOFA Emprende.
Esto genera que familias completas acudan al evento, que abuelos, padres e hijos compartan espacios de afición, lo que fortalece los lazos comunitarios, construye memoria cultural compartida y permite que intereses “alternativos” o de nicho se legitimen socialmente, gracias a que la intergeneracionalidad también posibilita aprendizajes cruzados, transmisión de saberes de una generación a otra y respeto por la diversidad generacional.
Impacto para nuevos creadores
El impacto de SOFA no sólo es cultural, sino que también representa un gran impulso económico, tal como lo demuestran las cifras de 2023 y 2024 cuando, según reportes de la Alcaldía Mayor de Bogotá, se generó un valor agregado de $104.000 millones de pesos, contribuyendo al PIB de Bogotá, por lo que se estima que la feria mueve más de $5.000 millones de pesos en transacciones comerciales, patrocinios y activaciones.
Ese entorno crea oportunidades para creadores locales independientes, para emprendimientos creativos, para artistas emergentes que encuentran visibilidad, mercado, conexiones con otros agentes (expositores, marcas, medios). Además, genera turismo cultural y ocupación hotelera para visitantes nacionales e internacionales en Bogotá, con efecto multiplicador en servicios, gastronomía o transporte.
Todas las innovaciones que se incluyen en la programación del Salón del Ocio y la Fantasía cada año, no sólo atraen visitantes, sino que generan contenido que se replica digitalmente en plataformas de streamings o por medio de transmisiones en redes, en donde se comparten materiales audiovisuales, trailers, reseñas, fotos de cosplay o escenarios, generando que la alta tecnología se vuelva eje de la estrategia de comunicación y se usa para contar el evento incluso antes de que comience, generando expectativa y prolongando su memoria después de cerrar puertas.
Un ecosistema de convivencia
En SOFA conviven múltiples géneros culturales: el cosplay, el anime/manga, el cómic, los videojuegos, la ilustración, la fantasía medieval, el k-pop, deportes alternativos, juegos de mesa, robótica. Lo que para algunos permanece como nicho, en este espacio se fortalece, se profesionaliza, se vuelve visible. Este fenómeno marca un aumento en la oferta de productos relacionados: editoriales, eccomerce, diseñadores gráficos, talleres especializados, producción artística.
La visibilidad de estos géneros en SOFA lleva a que marcas, instituciones culturales y empresas tecnológicas los reconozcan como mercados legítimos, que inviertan en ellos, lo que retroalimenta su expansión y diversificación. Las nuevas tendencias emergen aquí, de lo que era alternativo a lo que se convierte en cultura mainstream.
El dragón tricéfalo, símbolo de la comunidad que converge en el SOFA. – Foto: Jose Escobar R.
La conformación de audiencias también está presente en la gestión comunitaria, debido a que las comunidades, que se organizan para presentar actividades, se capacitan para participar mejor y de manera más amplia en cada nueva versión, para lo que colaboran entre sí para mejorar sus exhibiciones y sus narrativas, fortaleciendo así las capacidades locales de producción cultural, de comunicación y de emprendimiento.
Identidad urbana y cultura de ciudad
Este tipo de eventos fortalece la oferta cultural urbana, genera espacios públicos (aunque privados en gestión), que permiten el reencuentro social, la expresión cultural, y proyectan la ciudad hacia lo internacional dentro de ferias, exposiciones, turismo cultural, haciendo que la identidad de la ciudad se enriquece con estos encuentros.
SOFA ha insertado fuertemente su impronta en la cultura de Bogotá: es parte de la agenda cultural anual, genera expectativa en la ciudad, moviliza público, conecta con instituciones como Corferias, el Instituto Distrital de Turismo, la Alcaldía y empresas del sector creativo, contribuyendo a consolidar la idea de que Bogotá es una ciudad de ocio creativo, de diversidad, de cultura geek y de industria cultural.
No obstante los logros, SOFA enfrenta retos, entre los que se destacan la sostenibilidad económica, la logística, la dispersión geográfica del acceso al público más remoto, la inclusión plena (económica, social o de grupos marginalizados), el riesgo de repetición o desgaste en la propuesta, la necesidad de innovación constante para no caer en lo predecible.
Las perspectivas de mejora incluyen fortalecer alianzas con medios locales y nacionales para ampliar cobertura en regiones, desarrollar versiones itinerantes, incorporar mayor diversidad de expresiones culturales locales más allá de las grandes tendencias geek, aumentar espacios de formación y de emprendimiento con apoyo institucional, mejorar la accesibilidad económica, potenciar contenido digital interactivo para quienes no pueden asistir presencialmente, explorar colaboraciones internacionales que amplíen visibilidad y recursos.
El Salón del Ocio y la Fantasía se ha convertido en mucho más que un espacio de entretenimiento para convertirse en un laboratorio de identidades en donde las comunidades diversas obtienen visibilidad y foco de innovación cultural en medio de una plataforma de formación y emprendimiento.
Gracias a sus estrategias de comunicación, sus iniciativas de inclusión generacional, su apuesta por lo tecnológico y su capacidad de generar audiencias masivas, SOFA demuestra que las ferias culturales del ocio pueden ser agentes activos de cambio social, cultural y económico, como semilla de creatividad que propaga tendencias, conecta comunidades, visibiliza diversidades y abre cada vez más posibilidades.