Tres semanas después del devastador terremoto que sacudió a Siria y Turquía ascienden a más de 50.000 las víctimas mortales, el total de damnificados serían cerca de 26 millones según la OMS.
Por: Óscar Pérez Padilla
El sismo de 7.7 grados de magnitud que golpeó el pasado 6 de febrero parte del sureste de Turquía y noreste de Siria, deja un panorama catastrófico en esta región próxima a Asia occidental y Medio Oriente. Según expertos la cifra del total de fallecidos podría rondar en unos 80.000 decesos, a causa de este siniestro natural.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), a Siria han llegado unos 300 camiones con ayuda humanitaria para atender la emergencia. Sin embargo, hay quienes consideran que solo son paños de agua tibia en una región que ya sufría múltiples crisis socio-económicas. Gran parte de los gobiernos de occidente han descartado la cooperación directa con Siria, el apoyo humanitario al régimen de Bashar al Ásad procederá principalmente de China, Irán, Venezuela, entre otros países.
En la provincia de Idlib, una de las afectadas a consecuencia del sismo, las ayudas humanitarias han tardado en llegar, puesto que es una zona que se encuentra bajo control rebelde yihadista. La Organización Mundial de la Salud (OMS) teme acerca de una epidemia de cólera debido a la casi total destrucción del alcantarillado y suministro de agua.
A pesar de las ayudas recibidas por los damnificados sirios, a esto se le suma que esta región ha vivido durante 12 años en un conflicto armado interno y con países vecinos. En Siria, más del 90 % del total de la población vive bajo el umbral de pobreza, con una tasa de inflación que supera 130 %, la tercera más alta a nivel mundial. Lo anterior, hace que gran parte del total de las zonas afectadas por los seísmos no posean la capacidad y la infraestructura necesaria para atender una emergencia de esta magnitud.
En Turquía, uno de los países más afectados en cuanto a número de muertos, más de 45.000 según La Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD), el Gobierno turco declaró en 10 de las 81 provincias el estado de emergencia durante un periodo de tres meses. Estados Unidos mediante su secretario de Estado Antony Blinken, anunció que destinaría alrededor de US $100 millones de dólares como ayuda complementaría para atender a los miles de damnificados.
David Beasley director ejecutivo para la Naciones Unidas en asuntos del Programa Mundial de Alimento (PMA) clausuró su visita a la zona de Hatay concluyendo que los efectos y el impacto causado por el terremoto serán consecuentes durante meses y años. También, reiteró la necesidad imperante de la cooperación a escala internacional para socorrer a los afectados, que en el caso de Turquía ascienden a más de un millón los desplazados.
El Equipo Nacional de Rescate Médico (UNKE – Siglas en turco) Antakya, Turquía. Foto: REUTERS/Maxim Shemetov
A pesar de los fuertes llamados de organismos internacionales a sumar cooperación como el de Antonio Guterres Secretario General de las Naciones Unidas (ONU) para recaudar cerca de US 1.000 millones de dólares para atender cerca de cinco millones de personas que se quedaron sin viviendas, ni bienes materiales en ambos países.
La incansable y diligente búsqueda de lucha y rescate llegó a su fin. Sin embargo, ahora los socorristas, bomberos y equipo internacional humanitario se centran en remover los escombros e identificar los cadáveres hallados bajo las ruinas de las ciudades arrasadas por el terremoto.