Por: Javier Correa Correa
La historia no es lineal ni se pueden separar los protagonistas –que son todos, no solo los que figuran en los créditos de la película o del libro, como personajes principales, secundarios, etcétera–, pues en la realidad y en la ficción esos personajes, esas personas del común se relacionan de una u otra forma.
En la historia de la humanidad –la historia de las guerras, desde la prehistoria misma–, se puede hablar de victimarios y de víctimas, y quienes escriben la historia se olvidan –intencionalmente– de las víctimas. Un ejemplo: el gran Alejandro Magno –es una redundancia, sí– asesinó a miles de personas en su empeño de ser recordado como un temerario y valiente guerrero y conquistador. Y no solo lo logró, sino que es señalado como alguien con todos los merecimientos para que su vida sea conocida y hasta imitada. Pero pocos saben que cuando llegó a Palestina –la que todavía existe y todavía sufre la presencia de un ejército invasor, el israelí–, Alejandro Magno mandó crucificar a más de noventa hombres, en la todavía sobreviviente ciudad de Gaza, frente al mar, para que murieran insolados, de hambre, de sed. Muy pocos saben de esa terrible matanza, que nos recuerda Irene Vallejo en El infinito en un junco, maravilloso libro que habla de otras cosas, de otra guerra, la de la acumulación de libros con un ánimo cultural.
Otro maravilloso libro, ganador del Premio Ñ-Ciudad de Buenos Aires en 2019 es Te acuerdas del mar, del escritor ibaguereño Óscar Godoy Barbosa, a quien conozco desde hace años y de quien he tenido la fortuna de leer sus obras, la primera de las cuales, Duelo de miradas, fue objeto de censura en una universidad –de cuyo nombre no quiero acordarme–, con el peregrino argumento de que tenía escenas “un poco fuertes” para ser leídas por los estudiantes. Pero esa es otra historia, que menciono porque habla bien de Óscar.
Te acuerdas del mar narra la angustia de un taxista que es atracado y ultrajado por unos bandidos de talla menor, quienes apenas saben de robar pero no otro tipo de luchas, como la política, en la que había estado envuelto Corso, el conductor del carro que se alquila por carreras en Bogotá. Sería un error contar el resto, pero digamos que Corso sobrevive y es internado en un hospital, donde comparte habitación con Luis, un hombre que simula timidez para ocultar su propio pasado.
Entre relatos de novelas de mar que Óscar Godoy se cuida de nombrar pero que los lectores debemos descubrir, Corso cuenta su propia vida, en una trama de afectos, de alegrías, de dolores, de angustias, de temores, de solidaridad, de compromiso.
Luis escucha con atención y prudencia, pero habla poco. Mejor.
Diana, la niña convertida en mujer, recuerda y habla y pregunta. Y se pregunta.
Así establecen un diálogo literario ágil, humano, doloroso, como es apenas obvio que surja cuando se habla de la guerra. De las guerras, de todas, aunque en este caso Óscar Godoy Barbosa se refiera a la que todavía tiene vuelto trizas este país.
Óscar Godoy Barbosa
Escritor, comunicador social y periodista, es profesor en la Universidad Central.
Ha obtenido reconocimientos nacionales e internacionales como cuentista y novelista; en novela están Duelo de miradas (2000), El arreglo (2008), Once días de noviembre (2015) y por último –que ojalá no sea la última– Te acuerdas del mar (2021), que debió esperar el paso de la pandemia para ver la luz en Colombia.