Por: Esteban Jurado Pedraza
La decisión del gobierno de Gustavo Petro de no desmontar el ESMAD, pero sí cambiarle el color de su uniforme y pintar tanquetas, causó malestar en las organizaciones de DDHH y en general de sus electores. Ahora, será una “Unidad de Diálogo y Acompañamiento para la manifestación pública” por lo que desaparecen las siglas del escuadrón que ha cometido varios crímenes de Estado.
Reprimir la protesta social en Colombia con un cuerpo antimotines fue un legado del comienzo de siglo con Andrés Pastrana y sobre todo de la era Uribe. A través de los años, la sevicia del cuerpo policial y su falta de control han sido causantes de decenas de asesinatos muy dolorosos para el movimiento social. Con los protocolos del ESMAD y el uso armamento no letal, el actuar de este escuadrón ha transgredido los Derechos Humanos en todo el país.
En teoría, el ESMAD solo debe intervenir como último recurso para mantener el orden en algún evento o manifestación pública. Sin embargo, hay denuncias de que amedrentan con palabras intimidantes y represión sin haber alguna causa que la detone, no cumplen con los estándares mínimos para proteger la vida y en varias ocasiones se exceden con el uso de la fuerza. En síntesis, dan origen a la violencia en los contextos donde actúan.
Han sido tantos años de violaciones, mutilaciones oculares, asesinatos y represión desmedida que no basta con cambiarles su apariencia. Aun cuando los comandantes pregonan en los medios de comunicación capacitaciones en Derechos Humanos y sacan pecho por acciones para ayudar a la comunidad, la realidad es que no cumplen con su deber de proteger la vida de los y las manifestantes. Su accionar es sistemático y con el tiempo se recrudece. Las 83 víctimas fatales de las protestas del 2021, como nunca antes se había visto, lo demuestra.
Y es que, han sido premiados con adulaciones presidenciales y benefactores de aumento de presupuesto, a pesar de las graves denuncias de ONGs y organizaciones que velan por los DDHH como Lazos de Dignidad o Temblores. Por ejemplo, la famosa Venom, dispositivo que lanza tres municiones en tres secciones y usada en el estallido del 2021, es un máquina destinada para la guerra, pero usada por el Estado para reprimir la protesta social. Un trato criminal a la protesta social. Esto se evidencia con sus armas de una manera tal que puede causar la muerte, con referencia al lamentable asesinato de Dylan Cruz en 2019 y entre muchos otros.
En definitiva, si no cambian sus métodos y formación de base, realizar modificaciones superficiales no tendrán mayor efecto. El desmonte del ESMAD implica eliminarlo de las raíces de la policía junto con su doctrina-formación, y no menos importante, dando garantías de no repetición y con justicia para las víctimas. Debería empezar un nuevo órgano completamente de cero para la resolución de conflictos a través del diálogo, pero sin ningún avistamiento del escuadrón que ha sido enemigo del pueblo colombiano que se manifiesta en las calles.