Colombia grita independencia el 20 de julio de 1810, como los Bogotanos en las mañanas al despertarse del sueño que la mayoría tenemos, la adquisición de una vivienda propia.
Por: Nicole Ladino, María Fernanda Torres y Alejandro Parra
En las localidades limitantes de Bogotá y sus alrededores, viven familias con un sueño en común, sin embargo, las condiciones económicas y el espacio de los apartamentos ofertados no son dignos para vivir.
“De un 100 % de viviendas, el 70 % son viviendas de interés social y son menores de 42m², las cuales están ubicadas en las centralidades de Bogotá, cerca al Transmilenio, universidades o zonas donde se produce empleo”
La construcción de un sueño en Bogotá para estas familias se ha vuelto una pesadilla, precios elevados con poco espacio, la ética de las constructoras no se hace notar. A raíz de la pandemia muchas familias se separaron, los problemas de depresión y ansiedad en las personas no se hizo esperar y fue aumentando hasta en un 30 %, no solo debido al encierro de la cuarentena, sino también ocasionado por el espacio reducido de sus nuevas viviendas, teniendo en cuenta que en el 2021 también aumento la venta de apartamentos en la ciudad, toda una paradoja.
El 21% de viviendas en Bogotá están ocupadas tan solo por 1 sola persona y el 44 % por 2 personas, el POT (plan de ordenamiento territorial), señala que “el espacio mínimo de un apartamento no VIS debe ser de 42m² y para VIS debe ser de 36 m²”, no se puede hacer apartamentos de 1 habitación de acuerdo con el artículo 384; las condiciones sociodemográficas actuales son muy diferentes a las del año 2005, donde una familia era en promedio de 5 personas y el salario mínimo alcanzaba para todos y sobraba.
Según una encuesta realizada por Camacol en noviembre de 2021 a 2500 familias, indica que prefieren sacrificar el espacio y no la ubicación a lo que se le llama la Bogotá de los 30 minutos.
El POT lleva vigente 17 años y hasta la fecha no se ha renovado, más de una década, según conversatorio de Alejandro Callejas Gerente de Camacol y Ricardo Galán Periodista, el mínimo de un plan de ordenamiento debe ser 12 años con el fin de no hacer renovaciones cada 4 años.
Algunos Bogotanos y habitantes de otras ciudades les llaman a los apartamentos actuales “la caja de fósforos”. De un 100 %, el 70 % son viviendas de interés social y son menores de 42m², las cuales están ubicadas en las centralidades de Bogotá, cerca al Transmilenio, universidades o zonas donde se produce empleo, el metro cuadrado en la zona céntrica es cada vez más caro por ende es cada vez más pequeño “se sacrifica área o sacrifica oferta”, se prioriza el individuo, pero no las familias, “los criterios de dignidad en temas de espacio son complejos” afirma Alejandro Callejas.
Ahora bien, no solo se trata de un sacrificio del área lo que impide que sea desfavorable e inalcanzable el sueño de tener casa propia para los colombianos, aquí entran factores cómo la economía, los altos costos de las viviendas según lo afirma la revista Forbes. Donde se detalla que “el crecimiento de los costos de construcción se ha dado de manera trasversal, por lo que los más afectados han sido los insumos importados, que representan cerca del 40% de una edificación”.
El incremento de las tasas de interés en los créditos y la poca asequibilidad a los mismos por ingresos iguales o menores al salario mínimo, han hecho renunciar o desistir de los proyectos de vivienda en Bogotá.
Properati es una plataforma que realizó un informe para conocer qué ingresos se deben tener para clasificar en un crédito hipotecario según 19 localidades de Bogotá y 7 de sus municipios vecinos.
Para comprar un apartamento en Bogotá es necesario ganar mínimo $2,3 millones al mes, con este valor se puede comprar en Soacha a un plazo de 20 años. Para comprar a 15 años, se necesitan $2,6 millones, y para hacerlo en 10 años, $3,2 millones; teniendo en cuenta que se tomó el valor más bajo de compra que es $110 millones.
Lo anterior muestra una realidad más no el sueño cumplido, aunque la oferta de los subsidios existen, para muchos no son claros y tampoco determinan el espacio de la vivienda a la cual una familia o un ciudadano necesita para vivir dignamente; por el momento se seguirá construyendo como lo señala Sandra Forero Presidenta de Camacol en la revista Semana “para impulsar la exportación de vivienda como estrategia con el fin de ampliar la oferta exportable del país y canalizar inversión extranjera y de remesas hacia el desarrollo inmobiliario formal de las regiones”.