Por: Ángela Verge
La recomendación de esta semana no puede ser otra: piérdete a Vicky Dávila. Piérdete todo lo que ella significa, lo que representa. Vicky Dávila NO hace periodismo. No me atrevo a definir realmente lo que hace, ni me importa, pero no se llama periodismo.
Hemos asistido a un episodio humillante con la publicación del video del viceministro (ya ex) y otro oficial, en el que se ha violado la privacidad de dos personas adultas que hablaban de cosas que no nos incumbe. Un video que es parte de la documentación de una investigación judicial y al que, por tanto, los medios no deberíamos tener acceso. Porque el periodismo no juzga, no arruina vidas, no avergüenza. Y no perjudica procesos penales.
La mala praxis en la profesión periodística no es exclusividad de Dávila. Por desgracia. La función de los profesionales es denunciar a los corruptos de nuestra profesión, que socavan nuestra credibilidad y perjudican a los periodistas que se juegan la piel en muchos puntos de este país.
Cuando asistimos a este tipo de aberraciones deberíamos reflexionar y denunciar. No todos somos iguales. No todos damos las noticias en función de nuestros intereses sin sopesar las consecuencias para los demás. No todos somos Vicky Dávila.