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La sinfonía publicitaria

Por: Jose Escobar Romero – jescobarr3@ucentral.edu.co 

Colombia vive un momento dorado en su industria musical y Bogotá emerge como un nuevo epicentro de conciertos en América Latina, atrayendo figuras como Shakira, Dua Lipa y Green Day, a lo que se suman Festivales como Cordillera, Rock al Parque o Estéreo Picnic, que convocó a 170.000 personas en su más reciente versión y generó un impacto económico superior a los 150.000 millones de pesos. 

Este auge ha sido posible gracias a la profesionalización de las promotoras de eventos y al apoyo de las autoridades que ven la cultura como motor urbano, en un ecosistema en el que la publicidad encuentra un terreno fértil, no solo al promocionar las actividades de la industria musical, sino mediante la construcción de toda la atmósfera emocional que rodea cada espectáculo.

En esta escena vibrante, la publicidad musical es el puente que conecta el arte con su audiencia, gracias a las campañas de lanzamiento en streaming, los spots en redes sociales o las activaciones en vivo, que funcionan como narrativas publicitarias dinámicas en las que se trata de crear sensaciones que evocan nostalgia, pertenencia y emoción, teniendo presente que el fan ya no es un receptor pasivo, sino que hoy espera experiencias y mensajes que resuenen con su identidad.

La migración del CD al streaming transformó completamente las reglas del juego, dando paso a plataformas como Deezer, Apple Music o Spotify, que dominan el consumo musical, generando miles de millones en ingresos, lo que ha obligado a la publicidad a adaptarse para entender que ya no es suficiente tan sólo la difusión masiva, sino que se requiere de un posicionamiento estratégico en playlists a partir de campañas colaborativas, pre-saves y contenidos basados en datos de escucha.

El altavoz viral

Las redes sociales han jugado un papel transformador y gracias a plataformas como TikTok, Instagram o YouTube el talento desconocido ha encontrado la oportunidad de hacerse visibles y posicionarse en cuestión de días gracias a un clip viral, a una coreografía de tendencia o un estribillo pegajoso, lo que representa para la publicidad una oportunidad para interactuar con estas plataformas desarrollando contenido colaborativo, patrocinios nativos o retos virales, aprovechando el hook emocional que poseen estos formatos para conectar música y memoria.

Si hablamos de la escena local, la industria musical colombiana no sólo consume tecnología, sino que también innova y así lo corrobora el CEO de DBA Acústica, Juan David Duque, quien cuenta que en Medellín la demanda por estudios de grabación modulares —aptos para crear contenidos para redes y visuales— aumentó en un 90 %, cifras de infraestructura que permiten que la publicidad musical escoja escenarios propios, en donde se captura no sólo el sonido, sino también la estética digital: planos para reels, luz cuidada, sonido inmersivo, por lo que el estudio deja de ser una caja técnica y se vuelve un laboratorio creativo.

Desafíos en la era digital

El entorno digital presenta retos como la piratería, la sobreexposición y los derechos de autor, tal como lo evidencia una investigación desarrollada por el SENA, en la que se muestra cómo la distribución en línea aumenta la vulnerabilidad de los derechos de autor y pone en riesgo la sostenibilidad del negocio musical, lo que valida la relevancia del ejercicio profesional de la publicidad en aporte a la estabilidad de la industria musical en el mundo, al vincular jingles, clips o avances, navegando este territorio con cuidado y atención para licenciar melodías, cuidar el derecho de autor y garantizar la remuneración justa para los creadores, pues no hacerlo puede derivar en conflictos legales y pérdida de credibilidad.

La complejidad de este ecosistema exige profesionales bien formados. En Colombia, existen programas como:

Estos espacios no solo enseñan herramientas, sino que proporcionan una visión ética y estratégica de la industria, como andamiaje para que la publicidad acompañe con sentido social y cultural la creación musical.

Creatividad con datos

Formarse también implica dominar el lenguaje digital que implica la publicidad programática, reconociendo elementos fundamentales, como lo son los KPI, la segmentación, el storytelling o la transmedia, por lo que los programas de formación en Publicidad combinan metodologías prácticas con casos reales, para que los futuros profesionales reconozcan que un anuncio efectivo no solo promueve, sino que construye comunidad alrededor de playlists colaborativas, filtros temáticos, branded content y experiencias omnicanal.

En Colombia no todo es viralidad fría y por eso marcas como Fundación Pianissimo promueven música con sensibilidad social, creando festivales inclusivos que fortalecen el repertorio latinoamericano, demostrando que la publicidad musical bien hecha puede reforzar y visibilizar géneros tradicionales fomentando la identidad cultural y conectando con audiencias desde lo local, sin perder el alcance global.

En este contexto, la alianzas estratégicas, como la que recientemente presentaron OCESA con IPG Mediabrands, apuntan a transformar el entretenimiento mediante experiencias sostenibles e integradas que empiezan a posicionar escenarios en los que se combinan música, cultura y responsabilidad social, y en los que la publicidad no acompaña sino que protagoniza gracias al diseño de espacios que son experiencias de marca, en donde el ritmo, la estética y la sostenibilidad se encuentran para elevar la experiencia de los fanáticos.

El consumo fragmentado

La tendencia de consumo musical ya no es homogénea, pues ante la diversidad de géneros y la proliferación de nuevos artistas, las tendencias se han fragmentado, se han fusionado, e incluso se han mimetizado en el entorno digital, que ha empezado a revolucionar sonidos, promoviendo múltiples colaboraciones, diluyendo las  fronteras que en algún momento se establecieron entre los representantes de los diferentes géneros, lo que representa que la publicidad debe ser igualmente heterogénea y flexible, capaz de hablar a nichos diversos y de articular conceptos universales desde lo particular.

Durante los últimos años ha entrado un nuevo elemento en juego para esta ecuación, se trata de la IA, que está penetrando procesos de producción, distribución y consumo, generando remixes, proyectando éxitos y componiendo estilos específicos, de manera tal que la publicidad puede aprovechar estos avances para personalizar campañas, crear variantes instantáneas o adaptar jingles al gusto de diversos públicos, lo que implica también reflexionar sobre ¿hasta dónde las inteligencias generativas reemplazan al creador? 

El valor de la formación ética y estratégica

Un profesional bien formado no solo maneja herramientas: comprende el impacto social, el contexto cultural y el rol de la publicidad como agente cultural, comprendiendo el valor de la ética en la protección de los derechos de los artistas, pasando por el planteamiento de estrategias de distribución, llegando hasta narrativas adaptables a formatos disruptivos, habilidades que, gracias a la formación profesional, les permiten a los publicistas conectar con las audiencias musicales con corazón, pero también con cerebro.

En este escenario, la formación profesional —con sensibilidad, estrategia y creatividad— es el faro que guía la comunicación musical y solo así la publicidad puede ser voz y altavoz desde la industria hacia sus grupos de interés, para alcanzar no solo oídos, sino el gusto del público y el alma de los fanáticos.

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